Paisaje con nubes

Paisaje con nubes
SOL (Paisaje con nubes)

viernes, 26 de diciembre de 2008

MI CAOTICO CORREO

Al abrir el correo lo he encontrado tan a rebosar que sin mas lo he vuelto a cerrar y me he ido a tomar un café para tomar fuerzas. Por unas u otras cosas hacía un siglo o dos que no le echaba un vistazo y ahora me encuentro verdaderas montañas de correspondencia. Que soy un verdadero desastre, ya lo se. Que soy el colmo de la dejadez, pues también. Si algo puedo decir en mi favor es que, en esta ocasión, al menos, la culpa no ha sido solo mía.

En primer lugar, hemos tenido a los pintores en casa. Quienes hayan pasado por una experiencia semejante me comprenderán. Mi padre decidió que ya estaba bien, que ya era mas que hora de dar un repaso a la pintura de las paredes que estaban ya hechas un asquito y, sin mas, contrató los servicios de unos profesionales que nos han dejado la casa que es un primor y a un precio mas que razonable. El inconveniente era que solo podían dedicarse a estas “chapucillas” los fines de semana y días de fiesta ya que los días hábiles lo hacían en la empresa en la que estaban contratados. De ahí el “precio razonable” que ofertaron. Eso se tradujo en un largo, larguiiiiisimo tiempo en que la vivienda quedó transformada en una especie de almacén caótico, casa de locos o pesadilla paranoica. Todo menos un hogar medianamente habitable. Un verdadero reto para el Santo Job.

Desaparecer los pintores y empezar a descubrir los “daños colaterales” fue todo uno. Desde el grifo que por mas que se esfuerce en cerrarlo deja salir esa irritante gotita de agua que va haciendo “toc...toc...toc...”, a las baldas de la estantería colgada de la pared, antaño rectas como una bala y ahora desesperadamente medio caídas hacia un lado, pasando por gran parte de los artilugios eléctricos que poseemos. Las luces del salón que, de siempre, podían accionarse desde dos interruptores distintos, ahora solo pueden encenderse y apagarse desde uno. La lámpara de noche de mi cuarto que va cogida en la pared sobre la cabecera de la cama, ahora está caída como si quisiera recostarse sobre la almohada y su luz es intermitente como la de un semáforo. El timbre de la puerta no funciona. Tampoco funciona el equipo de música. En cuanto a mi ordenador quedó como “tartamudo” que tan pronto funcionaba como dejaba de hacerlo cuando menos lo esperabas. Si, no, si, no,si,no... Como si te estuviera tomando el pelo . Finalmente quedó como muerto.

No quedó otra opción que llevarlo a la tienda y eso se dice mas pronto de lo que se hace pues el cacharro pesa como un muerto, nunca encuentras ocasión y cuando dispones de un ratito te da tal pereza la “romería” que se te avecina que lo pospones con cualquier disculpa. Posteriormente hay que ir a recogerlo y de nuevo cargada como una mula con la torre que se te resbala a cado paso que das. Bueno, de momento parece que el problema esté solucionado aunque siempre te queda la duda esa de, si en toda la comprobación de lo que está bien o está mal no hayan metido demasiado las narices en lo que tengo guardado pues hay cosas altamente indiscretas que no son como para que nadie las curiosee. Habrá que cruzar los dedos y confiar.

Ordenador, al fin, en casa tras haberle hecho la respiración artificial y un par de sesiones de electroshock. Según afirmaron los de la tienda de informática, ha quedado “como nuevo”. Optimistas que son, habidas cuentas los años que tiene encima, el pobre. Vale, hay ordenador pero no acceso a Internet a causa de una avería en la fibra óptica que se “solucionará enseguida”. De esto logro enterarme tras seis interminables llamadas telefónicas en las que me fueron pasando, como de oca en oca, por diversas grabaciones en las que con una parsimonia rayando en el delirio me fueron fue informando, bien de las excelencias de los productos de la compañía, bien de que debería pulsar el botón “1”, “2”, “3” o “4”, según cual fuera el motivo de mi llamada, o, bien, simplemente, me obsequiaban con una musiquilla machacona interrumpida de cuando en cuando por una vocecilla que me aconsejaba permanecer a la espera por estar todas las líneas ocupadas. También me pedían disculpas por las molestias. Atentos que son. En mi sexto intento logré llegar al final. Todo un éxito. Una nueva grabación puso en mi conocimiento que había una avería en la red pero que se solucionaría enseguida pues estaban trabajando en ello. Cerca de dos horas sin haber logrado contactar con un ser humano. Como las llamadas hay que hacerlas a un “902” intuyo que el coste de las llamadas va a ser similar al que hubiera supuesto hacerme con la cuarta parte de las acciones de la compañía y hasta puede que me sobrara un “pico” para comprarme un globo de colores. Dos días mas tarde “llegó” Internet a mi ordenador. Dicen que poco dura la alegría en casa del pobre pues al siguiente día “desapareció” de nuevo. Se conoce que “avería en la red” debió de tener una recaída. No lo se. En todo caso no quise intentar una nueva aventura llamadas telefónicas por miedo de llevar la economía familiar a la mas espantosa ruina.

El buzón de entrada, como ya he dicho, a rebosar y un poco mas. Sobrepuesta del susto se impuso realizar “plan de acción”. Lo mejor sería empezar por los mas recientes en la lógica creencia que las antiguas, o bien trataban de temas ya obsoletos o, en otro caso, el interesado hubiera insistido en vista de to recibir respuesta. Pues vale, empecemos de delante a atrás. Abundan las felicitaciones de Navidad.¡Ah!¿Pero estamos ya en Navidad? No es que no lo supiera, simplemente no lo había asimilado. Pues si, ya estamos en Navidad y para que no ofrezca duda muchas vienen con postales adjuntas cuajadas de Papas Noeles, árboles navideños, angelitos y corazoncitos. Algunas tienen musiquilla, otras movimiento, también las hay que tienen ambas cosas. Serán las primeras en contestar pues no es cosa de corresponder a sus deseos cuando la Navidad sea ya un recuerdo.

Un buen número hacen referencia a escritos anteriores que aún no he llegado a leer y habré de esperar a que les toque el turno para enterarme. Están las “sentimentales” que se repiten insistentemente y cuyo contenido, básicamente, advino antes de abrirlas. Va en cabeza . Manel, una por día y muchas de ellas con poesías que le agradezco. Ya se que como poeta deja mucho que desear pero lo que cuenta es su ilusión al escribirlas. Cartas de Jordi, cartas de Jordi, cartas de Jordi. Cartas de Lluis que son como una réplica a las de Jordi, pero en su estilo. ¡Sorpresa! Carta de Mamen. Ya iba siendo hora que diera señales de vida aunque yo no soy la mas indicada para reprochar su silencio. Va a venir estas fiestas, como era de esperar, y eso si que es un verdadero motivo de alegría. Cartas de amigos, las recientes con felicitaciones de Navidad, las anteriores con proposiciones varias. Cartas de amigas a las que hace tiempo que no veo y que aprovechan estos días para contar sus novedades. Otras, proponiéndome alguna fiesta. Ya se sabe, en estos días esto es obligatorio. Cartas de no tan amigos. Están los que asimilan lo de “pintora de desnudos femeninos” a “plan” y piensan que qué mejor que las Navidades para tener una “noche buena”. Otras, simplemente, insultándome. Son las procedentes de un “Grupo” sobre Política, muy “demócratas” ellos, a los que les irrita que alguien les lleve la contraria.

Cartas de desconocidos. La mayor parte de propaganda aunque hay alguna en idioma extraño para mi sobre las que no puedo opinar. Un fotógrafo desde México me ofrece sus servicios para fotografiarme desnuda. Increíble. Asegura “seriedad” y “profesionalidad” . Por si existiera alguna duda indica su página “web” que curiosamente abro y cierro al instante. Pura pornografía. De USA me llega propaganda para alargar penes que se ha saltado el filtro “anti spam”. Pues vale, lo tendré en cuenta si alguna vez decido cambiarme de sexo. No es la primera vez que me llega algo así y siempre me ha hecho gracia la oferta que imagino consistente en un ladrillo con una cuerda atada. Propaganda religiosa, seudo religiosa o, si se quiere filosófica. Está el que me recomienda leer su “blog” catastrofista en el que queda demostrado “sin lugar a dudas” como este mundo que es un asquito va hacia la hecatombe. ¡Menuda novedad!¿Verdad? También el que en el suyo versa sobre marcianos y demás alienígenas. No puede faltar el dedicado a poesía. Dos o tres quieren remitirme a páginas que sospechosamente comienzan por “porn” y no abro. ¿De dónde sacarán mi dirección? ¡Nueva sorpresa! Una desconocida argentina inquiere la razón por la que, desde hace tiempo, no he vuelto a publicar ninguna entrada en mi “blog”. Añade cuánto ha “disfrutado” leyéndome y cómo espera seguir “deleitándose con mis relatos. Casi me hace caer de la silla de la emoción. Recobrada la tranquilidad, ni que decir tiene que me faltó tiempo para contestarla agradeciéndola de todo corazón su gentileza. De pronto mi “ego” ascendió hasta las nubes.

Propaganda islámica que no leo pues ya se su contenido de otras veces. Insisten en que el Islam es Amor y cuan libres y protegidas están las mujeres. Pues si, hijos si, mucho “amor” y las mujeres muy “protegidas” y “libres”, pero no decís ni una palabra en contra de las lapidaciones ni del terrorismo de AlQaida. Propaganda, naturalmente, de diversos movimientos cristianos. Ya se sabe, en Navidad hay que hacer apostolado. Sigo preguntándome de dónde sacarán mi dirección. No me hablen de religiones, por favor, que soy agnóstica y en la única en la que creo es en la que cada cual tiene dentro de si mismo.

En fin, cartas simpáticas, alegres, divertidas, sentimentales, alguna que otra algo “subida de tono” e incluso groseras. Hay de todo. También las que son curiosas o unos rollazos de impresión. Procuraré contestar a todas, excepto a las propagandísticas o soeces. A los que me han enviado varios mensajes ya lo he hecho, aunque muy brevemente, comprometiéndome a hacerlo mas dilatadamente en cuanto me sea posible, al resto les iré contestando poco a poco. Estoy agotada y aún me queda bastante para finalizar.

(Soy un verdadero desastre. Escribí las precedentes líneas hace una semana, dejándolas guardadas en el ordenador para corregirlas, ampliarlas y publicarlas y acá me las acabo de encontrar muertas de risa sin haber hecho nada de nada. ¡En fin! ¡Qué lo vamos a hacer! Allá van tal y como están. No es gran cosa esta nueva entrada, pero allá va. ¿Qué mas decir? Pues que si alguien, por un extraño, extrañísimo, mas bien milagroso casual, ha llegado leyendo hasta aquí, reciba, a la par que mi mas profunda admiración por tal locura, mi deseo de paz y felicidad, y no solo para estos breves días festivos, como es habitual, sino para siempre. De todo corazón).

domingo, 26 de octubre de 2008

BERLIN, IDA Y VUELTA

Ya pasó todo, como un abrir y cerrar de ojos, como un suspiro, como un leve sueño. Otra vez en casa embutida hasta las cejas en mi vida habitual, aunque mas bien debería decir en mi vida de “estar aquí”, pues no se hasta qué punto puede definirse como “habitual” a este sistema de vivir lleno de improvisaciones y cambios repentinos, como una veleta, que ha sido desde siempre mi manera de ser. Sea como fuere, acá estoy otra vez desde el pasado sábado, con el cuerpo tan molido como si un rebaño de elefantes saltarines lo hubieran pisoteado y la cabeza llena de recuerdos. Recuerdos. Los viajes, en el fondo no son mas que eso, añoranzas de la ilusión empleada en la planificación previa y de las maravillas vividas y compartidas que se esfuman como el humo tan pronto aparecen.

De nuevo en casa. Mis padres me han recibido con una sonrisa de oreja a oreja y un “¿Qué taaal lo has pasaaado?” cuya segunda intención no podían ocultar. Hasta el momento, siempre que me ausentaba de casa por motivos masculinos, a las consabidas preguntas de a dónde y con quién, contestaba “por ahí” y “con una amiga”. Así, en plan indefinido y femenino. La cosa funcionaba. No es que mis padres sean tontos ni se “chupen el dedo”, simplemente asumían una respuesta de la que sabían no estaba dispuesta a ampliar con mas detalles. En esta ocasión se quedaron mas que boquiabiertos cuando oyeron las palabras “Berlín”, “invitación” y “Jordi”. Sobretodo “Jordi”. Acababa de “meter la pata” hasta arriba, y lo que siguió a continuación fue todo un interrogatorio en tercer grado. “¿¿¿Y quién es Jordi???”, “¿Cómo es que te invita?”, “¿A qué se dedica?”, “¿De dónde es?”,”Qué tal es el chico, “¡No sabíamos que tuvieras ninguna relación especial con nadie....!”,”¿Pero entonces...?”, “¿y así qué ...?”, “¡Pero bueno...!”. Consciente de mi “lapsus” respondí al aluvión de preguntas inquisitoriales con la información que sabía sería de su gusto, “Hijo único de una familia adinerada de la burguesía catalana .... abogado .... economía desahogada y un gran futuro, debido, entre otros pequeños detalles, a ser su padre uno de los propietarios del prestigioso bufete donde trabaja ... muy formal, demasiado formal. A veces, asquerosamente formal ... un gran amigo que me quiere con locura ... y ... blablablá....blablablá....”. Fue como anunciarles que les había tocado el premio “gordo” de la lotería. Su hija, la “locuela”, a la que le faltaban tres o cuatro docenas de tornillos y alguna que otra tuerca, parecía que al fin, al fin, ¡Al fin! Había encontrado una pareja seria, formal y de buen presente y porvenir que la encauzara por una vida “normal”. Inútil insistir que Jordi era tan solo un buen amigo y que el ceñirme el asfixiante corsé del “emparejamiento” no estaba, ni con mucho, dentro de mis planes. Oyeron lo que les interesaba oir y de ahí esas amplias sonrisas de bienvenida esperando, vete tu a saber, que les anunciara mi próxima boda o, al menos, mi deseo de emprender una nueva vida sensata, tranquila, monótona y cabal en compañía de ese desconocido “príncipe azul” que había llegado volando desde Cataluña.

También mi hermana se ha interesado por mi experiencia berlinesa. Faltaría mas. También tras la frasecita de rigor de “¿Qué taaal lo has pasaaado?” encerraba una curiosidad que nada tenía que ver con los grandes edificios acristalados, los parques, las avenidas, los museos , las salchichas o la cerveza, conociendo como conocía su contumaz puritanismo al instante me di cuenta de que el motivo de su intriga se ceñía en exclusiva a nuestra ubicación nocturna en el hotel. Es decir, si habíamos compartido o no habitación. Esto es, si habíamos dormido juntos. No se por qué éstas personas moralmente remilgadas dan tanta importancia al hecho de dormir juntos cuando precisamente es despiertos y bien despiertos cuando se hacen las “diabluras” que tanto les escandaliza. Pues no, hijita no, de habitaciones separadas nada de nada que ni siquiera se nos pasó tal atrocidad por la cabeza. Desde luego no hubiera dejado de ser original que cada cual ocupara una habitación en un extremo del hotel y no encontrásemos en el ascensor, el vestíbulo, la cafetería o detrás de algún sofá. Tan original como poco práctico y, desde luego, aburrido. Habitación única y para mas detalle una cama matrimonial tan grande como un campo de futbol y tan cómoda que era como estar acostada en las nubes. Si el dormir en ella semejaba estar en el Paraíso, para qué contar el frenesí de los escarceos, luchas, persecuciones, acometidas y revolcones amorosos entre grandes cojines y almohadas de pluma que sólo finalizaban cuando los dos caíamos exhaustos abrazando nuestros cuerpos desnudos, sudorosos y jadeantes. Se escandalizó, naturalmente, pero a fin de cuentas eso era lo que yo pretendía. Un pequeño placer con el que me obsequiaba a mi misma. Cuando logró recuperar la voz me manifestó tartamudeando que lo que decía era una “asquerosidad”. Pues no es esa la definición exacta que mas bien sería “echar un polvo”... O dos... Incluso hasta tres. “¡Te aconsejo que hagas la prueba!” , la grité cuando ella ya se había refugiado en su cuarto cerrando la puerta tras de si.

Confieso que en mi descripción exageré un “poquito”, pero la ocasión que se me ofrecía en bandeja de plata no era para desaprovechar. La realidad, como es de suponer, había sido muy, muy, muy distinta. Cierto era que había compartido el cuarto, aunque en camas separadas, con mi enamorado amigo, en cuanto al resto de la historia, una pura invención. Pero a fin de cuentas como ella no podía atestiguar su veracidad , resultó la mar de efectiva. No hubo tiempo para mayores aventuras amorosas, la verdad. Tampoco tuve ninguna intención de tenerlas. Mi objetivo principal era conocer lo máximo de Berlín y eso conllevaba tales caminatas y tales horas de estar a pié firme visitando museos que cuando nos recogíamos por la noche en la intimidad de la habitación nos asemejábamos a dos espectros que empleaban el mínimo minimorum soplo de fuerzas que aún podían reunir en arrastrarse por los suelos hasta las deliciosas camas para caer sobre ellas, incapaces de mover ni un solo músculo de sus cuerpos doloridos, en un dulce y profundo sueño.

Ni que decir tiene que Jordi hubiera preferido algo mas reposado, romántico y cuajado de corazoncitos rosas. Incluso no le hubiera importado lo mas mínimo que hubiéramos permanecido la mayor parte del tiempo en la habitación, como en un “nidito de amor”. Romanticismo a tope. A decir verdad sospecho que tal era su intención. Maravilloso. Para eso no hubiera hecho falta ni aviones, ni hoteles, ni equipajes, ni nada, que bastaría con no moverse de Barcelona. La Biblia dice, muy acertadamente, que hay un tiempo para cada cosa, pues bien, en esta ocasión era para disfrutar de una ciudad que a saber cuando podría volver a visitar.

¿Qué decir sobre Berlín? Tanto había oído y leído sobre el lugar que iba preparada para evitar la “sorpresa del paleto”, esa de quedarse con cara de pánfila, ojos como platos y exclamar un “¡OOOOOH!” de admiración. Pero como la realidad difiere mucho de la imaginación, me encontré con que lo que iba teniendo ante mis ojos daba cien mil vueltas a toda la construcción realizada en mi mente. No se si se me puso cara de pánfila, desde luego no exclamé ningún “¡OOOOOH!” de admiración, pues las cosas gratificantes hay que saborearlas en silencio, lo que si puedo asegurar es abrí los ojos como un buho dispuesta a no perderme el mas mínimo detalle. Me ha parecido una ciudad perfecta. Cómoda, agradable y espectacular. Sobretodo espectacular. Anchas avenidas, de esas que son imposible cruzar de un tirón antes de que cambie el semáforo. Muy agradables de pasear. Árboles, árboles, árboles. Me encantan los árboles. Los de las calles se mezclan con los de los parques (¡Y qué maravilla de parques!) dándote la sensación de estar en plena naturaleza. Grandes edificios. Otros, no tan grandes, pero todos con un gran estilo que no en vano han pasado por aquí los mejores arquitectos. Los mas llamativos son las grandes moles de cristal y aluminio, el complejo Sony y el Ku’Damm que era donde estaba nuestro hotel, por ejemplo. Es el diseño por el diseño, casi daba la impresión de estar en el Parque Temático del Diseño.

Todo cuidado hasta el último detalle que daba gusto verlo. Perfecto. Quizá demasiado. Inútil tratar de buscar un estrecho callejón, una casa mal alineada con las colindantes o cualquier detalle popular que vete tu a saber cuando alguien lo puso ahí y ahí ha quedado desde siglos hasta convertirse en parte de la ciudad. Todo está trazado con regla y compás. Todo es moderno. Las bombas de la Guerra Mundial arrasaron la ciudad, pero lo poco que quedó en pié fue derruido por los arquitectos que han creado una nueva ciudad que ya nada tiene que ver con la histórica de varios cientos de años. Si alguna fachada se conserva es tan solo como mera decoración que el interior del edificio será moderno al cien por cien. Hasta incluso es posible que se hayan trasladado de su ubicación original para no estorbar el nuevo trazado. Todo es grandioso, cuidado al máximo y de diseño exquisito. Todo es perfecto, pero al tiempo encierra un cierto deje de melancolía por lo que fue y ya no es. Quizá podría decir que encierra una cierta falta de humanidad. Entiendo que una ciudad es como las personas, nace y evoluciona. Las imperfecciones quizá no sean tales sino características que definen su personalidad. Pero si se destruye todo para crear algo distinto, no digo que lo que se obtenga no sea maravilloso, pero, pero, pero en esa magnificencia se oculta un cierto crimen hacia varios siglos precedentes. No es Berlín una ciudad monumental como puede ser Roma, París o Madrid. Espectacular y todo lo que he dicho anteriormente si, pero no monumental. Ni siquiera la definiría como “histórica” que en la destrucción de bombas y piquetas ha perdido su espíritu. Merece la pena visitarse, es un encanto y todo lo que se quiera, pero las cosas son como son.

En fin, me ha costado ni se sabe escribir esta entrada a mi “blog”. Empecé justo el domingo pasado y hoy, de nuevo domingo, me encuentro que he tardado una semana. Y ni siquiera he contado todo lo que me había propuesto. Soy un verdadero desastre. Espero que para la próxima vez me encuentre mas lúcida.

sábado, 11 de octubre de 2008

GLOBOS, BURBUJAS Y POMPAS DE JABÓN


SOL (Cabellos recogidos)




Leer las noticias de la prensa, en estos días, es como interesarse por la situación de un globo pinchado que tiende mas a caer al suelo que a flotar hacia las nubes. El globo, por supuesto, es la situación financiera. La gente empieza a ponerse nerviosilla y hasta a mi que mas que “economía” lo que tengo es “des-economía” han acabado por contagiarme su intranquilidad. Como sucede en estos casos, nacen rumores alarmistas que al poco tiempo desaparecen para dar lugar a otros cada vez mas absurdos pues nadie entiende ni “papa” de algo que nos ha caído como llovido del cielo. Tan solo hay una cosa que se tiene claro a nivel popular y es que con cada bajada de la Bolsa disminuye la riqueza, aumenta el desempleo y se disparan los precios (¿Aún mas? Pues por lo visto si, aún mas). Me pregunto yo si en toda esa legión de políticos que mantenemos los de “a pié” (y ya no me refiero solo a España sino a nivel mundial) no hay ninguna “lumbrera” que de la solución para poner, de una vez por todas, un parche a ese globo medio desinflado. A la vista está que no que “recetas” si que ha habido muchas pero sus resultados dejan mucho que desear. Habrá que recurrir a poner una vela a San Antonio que es muy milagroso. Quizá mejor que sean dos o tres o varias docenas que no sea por falta de velas. Como a veces soy muy mal pensada, me pregunto también si las “recetas” que hasta ahora han aportado todos esos políticos “genios” de la economía han estado dirigidas a tapar ese desgarrón del globo que cada vez flota menos o simplemente a tratar de crear otro nuevo globo que sostenga al primero, destinado así mismo a explotar en futuro no lejano, pues cabe la posibilidad de que no hayan querido ver qué es lo que hay que reparar.

Parece ser que el origen de este “caos” es lo que denominan la “explosión de la burbuja inmobiliaria”. Eso de la “burbuja” me recuerda a las pompas de jabón que hago cuando me baño. Resulta divertido. Se hinchan, se hinchan, flotan majestuosamente en el aire y de pronto ¡Plaf! estallan ante nuestras narices. Que el fin de las pompas de jabón es esa alegre explosión lo sabe hasta el “tonto del pueblo”. Que la “burbuja inmobiliaria” estaba destinada a una “explosión” no tan alegre como el de las pompas de jabón, estaba mas que “cantado” que desde tiempo atrás todas las revistas de economía venían anunciándolo. Sin embargo, y, al menos, en lo que respecta a España, mucho me temo que no se ha hecho nada por evitarlo, simplemente se ha mirado hacia otro lado mientras, el que mas y el que menos, se ha afanado en participar en esa “burbuja” cargada de oro. Se ha aducido esta pasividad a fines éticos de no interferencia en el mercado, pero sin embargo no se han tenido tantos escrúpulos en las actuaciones absurdas, e incluso anticonstitucionales, realizadas por motivos netamente oportunistas y partidistas. No se por qué cada vez que oigo hablar a un político siento que me están tomando el pelo. No se por qué cada vez que les oigo decir que no hay motivo de preocupación es cuando empiezo a preocuparme de verdad.

Un amigo mío, economista, me ha hecho la confidencia de que esta crisis puede favorecer a “gente” como “nosotros”. Se estaba refiriendo a pintores y escultores. Pues fíjate qué bien. Perjudicar hasta el momento no noto que me perjudique pues siempre he estado en “crisis”. Su argumentación era de lo mas simple, al valer el dinero cada vez menos y estar la Bolsa de “capa caída”, el capital tratará de invertir en otros bienes que no se devalúen, tales como el oro y el arte. Hasta aquí el razonamiento resulta “bonito” pero la parte “fea” del asunto no tarda en llegar. No dudo que alguien adinerado invierta en la adquisición de cuadros de Picasso, Van Gogh o cualquier otro artista mundialmente reconocido y cotizado, pero si tengo mis serias dudas que se incline por gastarse un fortunón, o aunque tan solo sea medio, en la adquisición de obras de una artista principianta desconocida que por no tener no tiene ni estilo propio ni siquiera se acaba de decidir sobre el nombre artístico a emplear.

Agradezco mucho sus palabras pero a mi no me sirven que mi posible “clientela” se encuentra mas entre los que tienen que hacer filigranas con el pago de la hipoteca que entre aquellos a los que se les cae el dinero de los bolsillos de tan llenos como los tienen.

Insiste mi amigo recomendándome “potenciar” mi nombre, “hacerme notar”, que se hable de mi, que todo es cuestión de “marketing” y, por supuesto, aumentar el precio de mis cuadros para que el comprador quede convencido de haber adquirido algo “rentable”. Pues vale, en lo de aumentar el precio de mis obras ningún inconveniente que tanto me da dejarlas sin vender con varios ceros de mas. En cuanto a lo de “potenciar” mi nombre (si es que logro decidirme sobre qué firma adoptar) se puede decir que mi amigo ha descubierto “Las Américas”. Pues si solo me dice eso bien vamos. Podría “hacerme notar” si, por ejemplo, saliera desnuda a la calle con un gran sombrero rojo en la cabeza pero me temo que todo lo que conseguiría es hacer el ridículo y coger un buen catarro, aunque, desde luego, si se hablaría de mi.

Como ya he dicho anteriormente, poco me afecta momentáneamente la, tan cacareada crisis, ni para bien ni para mal. Todo sigue igual en mi entorno. Dicen que lo peor está aún por llegar. No lo se. Si así fuese trataría de acoplarme lo mejor posible que quien poco o nada tiene poco ha de temer. De momento lo que me preocupa es el día a día y disfrutar a tope de lo cotidiano.

Miro a mi alrededor y en un rincón sobre una silla mi maleta abierta parece sonreírme divertida, asomando, a guisa de lengua, la esquinita de un sujetador. Eso si que es importante. Mañana saldré en el tren hacía Barcelona donde en la estación de Sans me esperará mi amigo Jordi. Pasado mañana volaremos hacia Berlín y eso si que me hace temblar de emoción. Ha sido una agradabilísima invitación de mi incondicional y eterno pretendiente catalán a la que no he hecho ninguna intención de resistirme. Me hace muchísima ilusión este viaje. La verdad es que pensaba dedicar esta entrada a hablar sobre ello y al final me he encontrado haciéndolo sobre la dichosa crisis que en este momento, y en lo que a mi concierne, la tengo olvidada. A partir de pasado mañana si alguien quiere encontrarme tendrá que buscarme en alguno de los museos de la capital alemana de los que, ya lo prevengo, no será fácil arrancarme. Espero poder contar a mi regreso verdaderas maravillas, o, al menos, escribir algo mas interesante que lo presente. De momento debo hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para hacer una de las tareas mas desagradables que existen, tal es el terminar de hacer mi equipaje.
































sábado, 27 de septiembre de 2008

¡CARAY CON LOS PEDIGÜEÑOS!




En cierta ocasión leí un artículo de un escritor consagrado en el que, con gran ironía y fino sentido del humor, hacía la confesión de que a cada nueva publicación que realizaba, si bien no dejaba de preocuparle la benevolencia de los críticos e inquietarle la buena o mala acogida de la obra entre el público en general, lo que realmente le aterrorizaba, quitaba el sueño y ponía los pelos de punta era la enorme cantidad de “amigos” que le surgían hasta debajo de las piedras y que acudían a él en busca de un ejemplar dedicado. Ni que decir tiene que ninguno de ellos le hacía el “feo” de adquirir previamente el libro en cuestión pues de todos es bien sabido que no hay cosa que moleste mas a un escritor, ya que todo literato que se precie dispone de una imprenta particular en su casa para satisfacer estos menesteres.

- “ ¡Vivo en la indigencia!” – gemía – “ ¡Me veo abocado a gastar todos mis ahorros en comprar por docenas mis propios libros para poder cumplir con un montón de cretinos a los que les importan un bledo yo y todos mis escritos!”.

- “En un principio era el pequeño círculo de amigos mas íntimos (“Mira, para que tengas un recuerdo mío”.... “¡Oye! Creo que te han publicado tu primera obra.¡Enhorabuena! Por cierto que me ha dicho fulano que le has dado un ejemplar dedicado como recuerdo y nosotros que hemos sido amigos desde hace tantos años, pues ....”.” ¡Faltaría mas! Ya pensaba hacerlo. ¡No creas que me había olvidado de ti!”.... “¡Mil felicitaciones!¡Siempre supuse que llegarías a ser un gran escritor! Por cierto que a fulano y mengano ...”.” ¡Gracias, gracias! Precisamente en el bolsillo llevo un ejemplar que me gustaría dedicarte...”). Por mi primera publicación, con motivo de un concurso local de narraciones cortas, obtuve un diploma y media docena de ejemplares. La obra , justo es reconocerlo, pasó totalmente desapercibida. Se vendieron una docena de ejemplares de los que yo fui el único comprador.”


- “Conforme fui adquiriendo un cierto prestigio la lista de “admiradores” fue extendiéndose como una mancha de aceite. Se pasó de los amigos íntimos a los amigos en general, de éstos a los meros conocidos y posteriormente a los familiares y amistades de todos los anteriores. En este orden no resulta mínimamente extraño que, al salir de mi casa, se plante ante mi un sujeto al que no he visto en la vida y me suelte como una ametralladora una letanía mas que ensayada. “Mire que yo resulta que soy el primo del sobrino de la hermana del cuñado...”. No le dejo terminar. Me aburre y se de sobra cual va a ser el resultado. Saco del bolsillo de la chaqueta un ejemplar y le pregunto a nombre a quien quiere que se lo dedique. Luego me alejo pensando que si hubiera un concurso de imbéciles me llevaría, con toda seguridad, el primer premio”

- “Lo peor, lo auténticamente irritante es que tengo la mas firme convicción de que ninguno, absolutamente ninguno va a molestarse siquiera en ojear el contenido de mi libro. ¡Tan solo van a leer la dedicatoria!”


Naturalmente que el artículo era mas largo, mejor escrito y con mas gracia de lo que he hecho yo, pero para el caso vale. Me solidarizo plenamente con este escritor. Le comprendo perfectamente. ¡Vaya si le comprendo! En aquel primer momento en el que regalas, muy generosamente por tu parte, un libro con dedicatoria, en el caso del escritor, o un dibujo, en el mío, sin saberlo, acabas de “caerte con todo el equipo”. Antes de que te des cuenta aparecerá ante ti un segundo sujeto que reclame para él la gentileza que tuviste con el primero. A continuación vendrá un tercer sujeto, y luego un cuarto, un quinto, un sexto. Así hasta el infinito.


Cuanto mas prosperes en tu arte peor para ti que los pedigüeños se multiplican como hongos, y, aclarémoslo, no acudirán a ti “pidiendo” sino, curiosamente, “exigiendo”. En plena posesión de un derecho que sabe Dios quién se lo habrá concedido. La obra en si les importa “tres pepinos”, mas bien y por su expresión les repele. Naturalmente que te dan las gracias (¡faltaría mas!) pero en mas de una ocasión y tras esas desfallecidas palabras sacadas con sacacorchos de “es muy bonito”, se notaba a la legua que lo que verdaderamente querían expresar es, “¡Menuda mierda que nos has re regalado, rica! ¡Habrás quedado tranquila”. El papel con el dibujo o el lienzo con la pintura estarán destinados a ocupar el último rincón del trastero si es que antes no ha sido depositado en el contenedor de basura. A veces hasta los cuelgan de alguna pared y en muchos de estos casos el resultado es peor cuando veo que por “compañeros” artísticos figuran, primorosamente enmarcados, fotos de bodas, de comuniones y bautizos, o, si es el caso, alguna lámina, lo mas “cursi” posible, rescatada de un calendario de pared. Atrás quedan horas de estrujarte la cabeza y de trabajo. Por no hablar del coste que te ha supuesto las pinturas, pinceles, útiles varios y lienzos. Y, por supuesto, el enmarcaje, pues no es cosa de regalar el lienzo “mondo y lirondo” que parece que esté desnudo.

Mi madre (¡Ay el amor materno!) en su deseo de ensalzar las “virtudes” de su hija me ha puesto en mas de un aprieto. Las frases lanzadas con la mayor alegría del Mundo como, “Estará “encantadiiiisima” de hacer un cuadro para la habitación de los niños. ¡Si no la cuesta “nada”! Al contrario, la sirve de entretenimiento”, pues para qué hablar. Los oyentes enseguida cogen el “testigo” y dan por hecho que como estoy “encantadiiiisima” de hacer un cuadro para la habitación de los niños” y no me cuesta “nada” de “nada”, he dejado todas mis ocupaciones para pintar un cuadro lleno de hadas, princesas y conejitos. En esta ocasión me pararon por la calle para informarme que la habitación a la que iba destinada mi hipotético cuadro acababa de ser pintada de color malva claro, lo cual debería tener en cuenta para que la pintura fuese “a juego”. Conmovedor. Pues mire señora que mis temas son desnudos y dudo mucho que Blancanieves y los siete enanitos, todos en “pelotas”, sea lo mas apropiado para una habitación infantil. Ya se sabe que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar, aunque esto no sea siempre posible.


Tomar como motivo primordial de mi pintura el desnudo femenino tiene considerables ventajas en lo anteriormente indicado. En una boda, por ejemplo, se da “por sentado” que como eres pintora tienes el “deber” de regalar un cuadro, ni que decir tiene, enmarcado. Eso, por supuesto, no te libra del gasto que tienes que hacer en el correspondiente regalo. Lo del cuadro se considera “a parte”. Mera “obligación”. En estos casos pongo como condición pintar un desnudo de la novia. Decir la palabra “desnudo” es como mencionar al Diablo. No suelen aceptar por eso de “¡Uy qué vergüenza!”. Alguna vez, en plan de “recochineo”, añado que en todo caso puedo pintar a los novios haciendo el amor. Otro tanto ocurre con amigas y conocidas. En cuanto a conocidos (varones, se entiende) a los que no les importa ser retratados enseñando el “pajarito” al hacerles la observación de que al ser el motivo de mi pintura el desnudo “femenino” previamente deberán someterse a una operación de cambio de sexo, declinan al instante la petición. Una pequeña argucia que, lamentablemente, no siempre resulta.

Los pedigüeños son increíbles. Están los que te dicen que total como “no entienden de pintura” se conforman con “cualquier cosa”, algo que “vaya a tirar”. Pues vale, si reconocen tal “sensibilidad” artística seguro que cualquier cosa que les de no les va a gustar, por otro lado lo que tengo “para tirar” es para eso, “para tirar” y no para “regalar”.Puede que ellos se conformen con “cualquier cosa” pero yo no dono ninguna obra de la que no esté mínimamente satisfecha. Están también los “selectivos”, los que no se conforman con pedir sino que exigen que sea “algo” determinado. El uno un paisaje con su casa de campo, el otro un retrato, hay quien se inclina por una marina, por un bodegón o por unos gatitos jugando con un ovillo de lana. Es como si te invitaran a comer y establecieras tu el menú. ¿Y qué decir de los que cuando reciben el lienzo lo critican? “No está mal, no está mal, pero a mi parecer...”. Inaudito ¿Verdad?

Con todo coincido con el escritor al que hice referencia al inicio del relato, en que lo mas, mas , mas irritante de todo es tener la absoluta certeza de que la obra regalada no va a merecer ni una triste mirada de conmiseración. Habrá sido como tirarla a un pozo sin fondo.









sábado, 13 de septiembre de 2008

DE NUEVO A LA NORMALIDAD ¡QUÉ BIEN!




SOL (Estudio de rostro)


Pues mira por cuanto el Verano ya ha pasado a la historia por este año . Como si no hubiera existido, o, en tal caso, hubiera acaecido hace dos o tres siglos. Naturalmente que no me refiero a la estación del año que aún faltan algunos días para entrar en el Otoño, sino al Verano-Verano. Entendámonos, me refiero a esos días privilegiados del año en los que te derrites bajo los rayos del Sol tumbada en la playa, en los que el día parece unirse con la noche en pura fiesta y en los que toda tu preocupación es la de practicar a tope lo que los italianos denominan “il dolce far niente” que es arte de no hacer nada de nada salvo disfrutar de la sensualidad que nos rodea. Pura “vagancia”, según un amigo mío, pues vale llámelo como quiera que por el nombre no vamos a discutir, pero desde luego todo un verdadero placer de dioses.

De vuelta a la “normalidad”. Pero ¿Acaso aquello no era “normal” aunque solo fuera durante unos días? Por lo visto no. Lo que dejamos atrás ha sido una pequeña visita al Jardín del Edén del que nos ha echado a puntapiés y de improviso el ángel guardián de la espada de fuego. Lo “normal” es el cotidiano madrugón padre, los quehaceres que nos caen como losas de granito sobre las cabezas, las carreras para no llegar a ningún sitio, las preocupaciones y la monotonía. Para que el panorama presentado no sea del todo gris, allá entre la niebla existe una lucecita de ilusión que se llama “fin de semana”.

Ya estamos todos, toditos, todos en casa. La familia al completo. ¡Qué bien! La llegada de Septiembre ha traído consigo la incorporación de mis padres al trabajo y, por consiguiente, el abandono del apartamento en la playa que tanto les gusta y tanto agradezco que les guste. Con ellos mi hermana cargada de libros y de histeria pues, como es tradicional, debe examinarse en este mes de alguna asignatura que le quedó en Junio, y como también es tradicional, no ha abierto ninguno de los textos que tan voluntariosamente ha llevado de vacaciones y es que estos exámenes de Septiembre parecen tan lejanos, tan lejanos que siempre se acaba dejando para “mejor ocasión” algo tan molesto como dedicarse a estudiar en pleno estío. Ahora los exámenes los tiene ante sus narices y su paranoia alcanza límites insospechados.

Se acabó por el momento sentirme dueña y señora de la vivienda, hacer lo que me de la gana y pasearme sin otro atuendo sobre mi cuerpo que mis zapatillas. El “mirón” de la casa de enfrente tendrá que acostumbrarse a verme vestida. Lo siento por él. Se acabó el desorden y las comidas improvisadas. Mi madre ha hecho una compra como para abastecer a un regimiento y, lo que es peor, un plan de “limpieza a fondo” capaz de poner los pelos de punta a un calvo. Mi hermana ya se ha apresurado a señalar que como “anda de exámenes” no tiene tiempo “para nada”, por lo que el plan de limpieza a fondo capaz de poner los pelos de punta a un calvo es de imaginar sobre quien va a caer. Inútil oponerse, lo se por experiencia. Inútil hacer ver que tan ocupada como ella puedo estarlo yo. No hay color, lo mío puede esperar. Como siempre.

Ha pasado el Verano-Verano sin sentir. Como un sueño. Atrás quedan todos los planes pensados que quedaron en simple esbozo. Me pregunto qué he hecho en todo este tiempo y me da la impresión que absolutamente nada de nada. Naturalmente que esto no es cierto, siempre existen novedades que contar aunque no sean todo lo interesantes que hubiéramos querido. O quizá si, aunque de momento no sepamos apreciarlas. Me he reencontrado con antiguos amigos de esos que hacía siglos que no coincidíamos, eso de por si ya es algo digno de mención. He conocido nuevas caras, nueva gente, nuevas formas de pensar y ver las cosas. He viajado, no muy lejos, cierto es, pero viajes a fin de cuenta aunque sean de poquitos kilómetros. He mantenido alguna que otra aventurilla amorosa que es algo que siempre alegra, incluso hasta he bebido de la dulce droga del morbo. No ha sido un Verano-Verano mal aprovechado, reconozcámoslo, en todo caso distinto de lo previsto en un principio, pero los acontecimientos nunca se desarrollan a lo que habíamos imaginado.

De nuevo la “normalidad”. Estoy un poco confusa, la verdad. Como primera novedad dos de los compañeros con los que compartíamos el estudio no vamos a poder seguir contando con ellos. Quedamos solo Lucy, Vicent y yo. Mejor por un lado pues estaremos mas desahogados, por otro lado deberemos repartir los gastos entre tres en vez de entre cinco como hasta ahora. No importa, al menos de momento, que para variar nuestras perspectivas económicas no son todo lo catastróficas que suelen ser habitualmente. Vicent ha tenido un verano muy lucrativo, en lo que a venta de cuadros se refiere. Pronto lo dilapidará, claro está, pero es de esperar que para entonces le surjan nuevas oportunidades. Con Lucy no hay problema que es como una hormiguita que cuando los demás estamos en la mas absoluta banca rota acudimos a ella y nunca nos defrauda. En cuanto a mi, en estos días prácticamente he finalizado tres retratos que tenía encargados desde tiempo atrás y que por pura dejadez estaban abandonados a falta de las “últimas pinceladas”. A mayores he tenido noticias de nuevos encargos. Ironías de la vida, el motivo central de mi arte es el desnudo femenino y lo que me demanda la “clientela” son retratos. Qué se le va hacer. Por otro lado seguiré impartiendo unas horas de dibujo en la academia donde lo he venido haciendo estos últimos años.

Novedades, novedades, novedades. El fin del verano siempre supone cambios, lo que mas afectan son los correspondientes a los amigos. Algunos de ellos han regresado “ennoviados”, eso significa que ya no se podrá contar con ellos con la alegría como hemos venido haciendo hasta el momento. Entre ellos y los que ya están casados o se han ido a vivir a otro lugar cada vez hay mas caras nuevas en la “panda” y muy poquitas ya de las de antaño. Cuando a raiz de mi cumpleaños una señora “cursi” me preguntó si no me daba “pena” hacerme cada vez mas mayor le contesté que en absoluto, lo que si me produce angustia es ver como se hacen cada vez mas mayores todos aquellos que me rodean. Pero nada puedo hacer al respecto.

De nuevo a la “normalidad”. Pues si. Pero la “normalidad” que voy a encontrar ante mi ya no será aquella que dejé cuando comenzó el Verano. Todo cambia de continuo aunque solo nos demos cuenta de ello de tarde en tarde, y entonces nos sorprendemos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

MI “VOYEUR” PARTICULAR






SOL (El mirón)

Una vez leí que las ventanas de las casas que nos rodean son como ojitos que nos espían desde la oscuridad. En tanto la luz del día inunda las calles se muestran bastante apáticos pero en cuanto el Sol se oculta por el horizonte y van apareciendo las primeras sombras de la noche empiezan a cobrar vida y se vuelven cada vez mas atrevidas, pues son sumamente cotillas. Algunas tienen una mirada muy prepotente, otras, sin embargo, la tienen tímida e indecisa. Hay las que te miran de forma insolente, otras que son francamente agresivas, algunas te rodean sensualmente como si te quisieran poseer, otras son muy coquetas y tintinean cerrando y abriendo sus párpados, algunas son tan pequeñitas que son como niñas traviesas. Las hay que son misteriosas, aparecen de súbito te escudriñan y se sumergen en la nada antes de que puedas localizar su ubicación. Las hay de mirada blanca como la nieve, amarilla como un limón, roja como la sangre, verde como un campo en primavera y azul como el cielo del mediodía en un día primaveral y despejado del Mediterráneo. Las blancas son las mas inocentes, las azules las mas sensuales y las rojas las mas siniestras. También las hay fantasiosas con destellos de varios colores. La mayor parte de ellas tienen sus párpados cerraditos pues son muy dormilonas, aunque no hay que fiarte de ellas pues a veces simulan estar durmiendo para que te confíes y así poder descubrir tus secretos cuando mas distraída estés.

Resulta muy poético, pero a mi quien me espía no es ninguna ventana sino “alguien” que está tras ella. Vive en el edificio que está frente por frente al nuestro, en un quinto piso al igual que yo y su ventana, allá, allá, es como una prolongación de la mía. No se si es alto o bajo, rubio o moreno, joven o viejo, pues la distancia no me permite apreciar tales detalles y él, por parte simula su “voyeurismo” apagando la luz, si es de noche, o, si es de día, ocultándose, en parte, tras las cortinas de su ventana. Intuyo que debe estar casado pues su fisgoneo a veces se ve repentinamente truncado por la llegada de una figura femenina de la que tampoco puedo dar ningún pormenor, salvo que, por su silueta, presumo la de una mujer de mediana edad. Cuando esto ocurre enciende la luz, si es que la observación es nocturna, y al instante puedo apreciar dos sombras, la de él y la de ella. Si es que es de día, se retira rápidamente de las cortinas a medio descorrer, o bien se asoma al exterior como si estuviera observando algo interesante que sucediese en la calle.

No se “cuánto” puede apreciar de mi anatomía, la verdad, pues, como ya he dicho, la distancia entre ambos edificios es lo suficientemente amplia como para albergar dos calles de doble dirección con sus aparcamientos, arbolado y aceras y un colegio público, con sus instalaciones. Puede que tenga una vista privilegiada o quizá supla la lejanía con su imaginación o hasta cabe la posibilidad de que haga uso de algún aparato óptico que permitan acercar mi cuerpo junto a sus narices. No lo se. Tampoco me importa gran cosa. Si quiere mirar pues que mire y si con eso disfruta pues fíjate qué bien que con bien poco se conforma. Lo que si me admira no solo es su constancia (son dos años largos los que me obsequia con su observación) sino hasta qué punto tiene controlados mis hábitos. Quizá lleve apuntado en una libretita mis idas y venidas. Por ejemplo, por la mañana debe saber que en cuanto me ve vestida es señal de que me voy a ir a la playa y no regresaré hasta la hora de comer. Si por algún casual cambio esta rutina, tranquila que las cortinas estarán sin descorrer. No ocurre así a mi regreso que presumo me espera impaciente con su cabecita asomada por una rendija de las cortinas.

Tras ducharme suelo salir envuelta en la toalla playera a la terracita a la que se accede a través del salón y que comunica con una ventana a mi cuarto, para colgar el bikini en el tendedero. Acto seguido hago lo mismo con la toalla que envuelve mi cuerpo y de dos saltos ya me encuentro dentro del salón. Este escaso minuto en el que no me encuentro mas que con la única vestimenta que unas zapatillas debe volverle loco de alegría pues a esas horas en las que el Sol da de plano contra su ventana estar asomado como un centinela ojo a vizor se convierte en un verdadero acto heroico.

Por la tarde lo tiene mas fácil pues, como ya he señalado, la ventana de mi cuarto y la que él emplea como “punto de observación” están enfrentadas, aunque en esa lejanía que parece no importar. Como buena parte del tiempo la paso en la habitación ante el ordenador, tumbada en la cama o haciendo mil cosas se puede decir que el personaje tiene “sesión continua” de “cine”, y para su mayor “aliciente” señalo que, si bien habitualmente, en casa suelo ponerme “cualquier cosa” sin fijarme demasiado en lo “presentable” o “impresentable” que resulto, cuando me encuentro solita y, naturalmente, hace buen tiempo (por ejemplo en el instante en que estoy escribiendo) la “cualquier cosa” con la que cubro mi cuerpo suele reducirse a la mínima expresión y, con frecuencia, a ninguna, salvo las zapatillas. A veces ni las zapatillas siquiera. Creo haber dicho en alguna otra entrada que me encanta el nudismo. En este aspecto mi incansable “mirón” no creo que se sienta defraudado que su preocupación no la debe tener con lo lo que “ve” sino con la mujer que de un momento a otro acabará descubriendo sus “aficiones” y con este Sol ardiente de verano que durante toda la tarde seguirá dando de plano contra su ventana amenazando con derretir su cabeza.

Ya me he acostumbrado a su mirada clavada en mi cuerpo y casi puede decirse que me hace compañía. Si por un casual algún día no se descorren ligeramente sus cortinas para aparecer tras la rendijita la silueta de su cabeza pienso preocupada si le habrá ocurrido algo. Ya veis qué cosas. Aunque no suele suceder tal cosa que pronto vislumbro la cortina descuidadamente descorrida brillando por la rendija que descubre algo que presumo sean quizá unos prismáticos.

No se si seré objeto de curiosidad por alguien mas. Puede que si, puede que no. Yo al menos no me he percatado de ello. Antaño fui objeto de similar veneración de un recién estrenado estudiante de Derecho, cosechador de suspensos por su mucha afición a mirar hacia mi ventana y poca hacia los libros. Curiosamente ocupó con sus padres en alquiler la vivienda de mi actual “mirón”. Se conoce que es lo que se llama una vivienda con “vistas”. Al cabo de un año los padres adquirieron otra vivienda en propiedad en el otro extremo de la ciudad con lo que se le terminó la “vista” y en compensación le empezaron a llegar los aprobados. A éste si que llegué a conocerle pues logre “localizarle” y un día le paré en la calle. Como de cerca ni idea de quién era yo, tuve que explicarle que yo era la “visión” que escudriñaba allá a lo lejos. Se puso colorado como un tomate y acabamos siendo buenos amigos.

Tomó el relevo mi actual y misterioso “voyeur”. Como ya he dicho no se si es joven o viejo, alto o bajo, gordo o delgado, rubio o moreno. Tampoco tengo mucho interés en averiguarlo aunque, reconozcámoslo, si un poco de curiosidad. Quizá algún día lo averigüe. De momento aquí tengo su mirada como si de un perenne centinela se tratase. A veces, lo que son las cosas, me entran ganas de agitar mi mano enviándole un saludo.

sábado, 23 de agosto de 2008

HISTORIAS TONTAS DE MI CUMPLEAÑOS





SOL (Apunte de desnudo)


El pasado día 15 ha sido mi cumpleaños, veinticinco añitos de nada o, si se quiere, un cuarto de siglo que tanto da. Felicitaciones, abrazos, besos y regalitos. Mis padres añaden a lo anterior el clásico consejo paterno, que todos los padres del mundo se encuentran en la obligación de derramar sobre sus hijos sin demasiada convicción sobre sus resultados. En esta ocasión ha tocado algo así como, “esperemos que a la edad que tienes ahora te “centres” de una vez en la vida”. Una frase realmente profunda que no viene a decir nada en absoluto. No padres míos no, no hace falta que me “centre” ahora con mis veinticinco recién estrenados que siempre he estado centrada y bien centrada, fijaos si lo estaré que de toda la vida me he considerado el centro del Universo sobre el que gira todo lo demás. En fin, cosas de padres. En años precedentes he ido pasando por, “ahora que eres mayorcita”, “ahora que eres casi una mujer”, “ahora que eres una jovencita”, “ahora que eres una mujer”, “ahora....”, etc. etc. Y el consejo final ha variado de, “mas ordenadita”, “mas responsable”, “menos alocada”, “mas sensata”, etc. etc.

En el caso de mi hermana no existe moralina alguna pues de todos es sabido que es una chica responsable y ejemplar. En mi caso es necesaria la recomendación pues soy lo que podría definirse como “un caso perdido” de locura e irresponsabilidad. Mi hermana, por lo visto, ha encontrado su “lugar en la vida” a los ojos no solo de mis padres sino de todas las personas paradigmáticas que de ese asunto del lugar a ocupar deben entender mucho. Yo, por lo visto, debo de andar navegando de Galaxia en Galaxia. Mi hermana estudia una carrera “seria” como es Arquitectura que no se sabe cuando va a terminar y cuando eso suceda a buen seguro integrará las listas del paro. Pero se dedica a algo “serio”. Y, además, tiene novio que dice mucho en su favor pues es lo que “tiene que ser”. En cuanto a mi, pues ya veis, yendo de la Ceca a la Meca y con este oficio tan “poco” serio me gano mis dineritos desde hace años y me divierto a tope. Pero claro, no estoy “centrada”. Como ya he dicho en otra entrada al “blog” mis padres respirarían aliviados si de la noche a la mañana me convirtiera en una funcionaria triste y amargada pero con el sueldo asegurado, o, mejor aún, que me casara con un hombre acaudalado aunque fuera mas feo que “Picio”. Lo dicho, cosas de padres.

Comida de celebración en el apartamento de la playa a donde escapan mis padres seguidos de mi hermana en cuanto empieza el verano. Una delicia, y no me refiero ahora al apartamento sino al hecho de que desaparezcan todos de casa dejándome solita y a mis anchas. Tradicional comida familiar de celebración en la que empiezo a sospechar que todos nos aburrimos como hongos, pero las tradiciones familiares son así. A mayores me encontré con la “grata” sorpresa de que mi hermanita, muy generosa ella, había invitado a su novio a “pasar unos días”. Maravilloso. Si el apartamento es de por si bastante justito, llevar un invitado equivale a pasar de estar “apretados” a estar como “sardinas en lata”. Ya puesta le había cedido olímpicamente mi habitación. Una delicia. ¿A quién no le encanta ir a pasar su cumpleaños con su familia y encontrarse con su habitación ocupada, tener que dormir en el sofá y soportar las sandeces del hombre mas aburrido del Mundo? El panorama resultaba de lo mas alentador.

Naturalmente que protesté, sabía que iba a ser inútil pero protesté. Airadamente manifesté que si mi hermana tenía la desastrosa idea de invitar a su “media naranja”, que ya eran ganas cuando podía estar tranquilita libre de semejante “soseras”, que le cediera su cuarto si quería y fuera ella a dormir al sofá, o, mejor aún que le hiciera un sitio en su cama que eso de la virginidad está muy bien para cosas de santos pero no para una persona de “su edad” (puse énfasis en esto último). José Luis, el novio de mi hermana, se puso todo colorado manifestando su intención de no querer molestar, a lo que yo, que ya había puesto el pié en el acelerador, le repliqué que no dudaba de sus buenas intenciones pero que molestar, lo que se dice molestar lo había conseguido plenamente. Medió mi madre. Saltó por alto la alusión sobre la virginidad de su hija mayor y afirmó rotundamente que a mi no me “molestaba” dormir en el sofa, “¡total por dos noches!”. Pues muy bien, mi madre da por sentado lo que me tiene o no que molestar. Una causa perdida. ¿Y mi hermana? Pues calladita, calladita como el que oye llover que para eso es una chica “ejemplar” y las chicas “ejemplares” hacen su capricho sin pensar en los demás.

Ya que había que resignarse ante lo inevitable decidí sacar el máximo partido posible.

La primera ocasión la tuve el mismo día de mi llegada cuando oí unos golpecitos en la puerta del cuarto de baño mientras estaba enjabonándome en la ducha al tiempo que una voz aflautada preguntaba desde el otro lado de la puerta si había alguien en el interior.

Hago un inciso para señalar que desde tiempos inmemorables el único cuarto de baño del apartamento tiene el pestillo estropeado. Es de esas cosas que pasan de decir “hay que arreglarlo” a convertirse en algo tradicional y asumido por todos nosotros que cada vez que vamos a hacer uso del mismo previamente aporreamos la puerta como un tambor al tiempo que gritamos como energúmenos “¿¿¿Hay alguien ahí???”. Como digo es algo tradicional, y es tal la costumbre que a veces se hace estando una sola en la casa. Pero un hábito adquirido durante años no funciona bien con los foráneos por mucho que se les advierta previamente de ello.

Parece ser que, al poco tiempo de llegar, José Luis se olvidó por completo de lo de golpear la puerta y dar la señal de aviso y dio lugar a una situación bastante grotesca al encontrar a su futuro suegro en una situación harto delicada como es la de estar sentado en el “trono celestial”, periódico en mano y con los pantalones caídos. Salió rojo como un tomate musitando “perdón, perdón, perdón” y mi padre, al que la inoportuna “visita” le hizo la maldita gracia que es fácil de imaginar, bufó que en esa casa ya no se podía ni “cagar” a gusto.

A partir de este suceso le entró un gracioso tartamudeo cada vez que se encontraba en presencia de mi padre y, por supuesto, se cuidó muy mucho de no olvidarse dar los golpecitos de rigor en la puerta y gritar la señal de aviso aunque fuese con su voz de tiple afónica.

Pues vale, llamó y yo permanecí en silencio oculta al abrigo de las cortinas de la ducha. Entró en el cuarto creyéndolo vacío y sin mas dilación se puso a orinar. Yo no tenía ningún plan preconcebido, pero todo se desarrolló sobre ruedas. Apenas oí el sonido del chorrito en el inodoro asomé mi cabeza entre las cortinas y grité con todas mis fuerzas “¡¡¡Socorro!!! ¡¡¡Me quieren violar!!!”. El infortunado dió un salto que le hubiera valido para clasificarse ampliamente para las Olimpiadas, al tiempo que “regaba”, como un alegre jardinero, todo lo que estuviera a medio metro de su alrededor, inclusive a él mismo. Desapareció precipitadamente, luchando con la cremallera de su bragueta, musitando “Perdón, perdón perdón, ...” .

Ni que decir tiene que me faltó tiempo para envolverme en una toalla y salir pisándole los talones. “¿¿¿Sabéis que el muy sinvergüenza quería entrar conmigo en la ducha???”. Y el pobre José Luis “Perdón, perdón perdón, ...”. “¡Qué caradura!¡Queriendo poner los “cuernos” a su novia con su hermana!”. Y el otro en el colmo del bochorno “Perdón, perdón perdón, ...” . “Además es un “meón” ¡Se ha meado encima y ha dejado el cuarto de baño perdido!”. “Perdón, perdón perdón, ...”. “¡Fijaos como lleva los pantalones de meaos!”. “Perdón, perdón perdón, ...”. “¡Pues vaya “joya” de novio que te has echado!”. “Perdón, perdón perdón, ...”....

En fin, durante un par de minutos mis padres y mi hermana asistieron a una representación surrealista que se les escapaba, escapaba, escapaba. Un par de minutos gloriosos. Poco a poco fueron “aterrizando” en la realidad. Mi hermana dando un bufido fue en busca de la fregona para limpiar el suelo del baño. Mi madre me dijo que ya estaba bien y que fuera a terminar de ducharme y vestirme, tranquilizó al pobre José Luis quien no acertaba a decir otra cosa que “Perdón, perdón perdón, ...”, aconsejándole que no me hiciera el menor caso, proporcionándole, finalmente, unos pantalones cortos de mi padre para que se cambiase.

Cuando reaparecí, ya duchada y vestida, el novio de mi hermana se me quedó mirando muy serio, luego se quedó pensativo como si meditase en algo muy, muy profundo, finalmente rompió a reir con risa de conejo, “Ji, ji, ji, ji, ji ....”. ¡Mira por cuanto le había hecho gracia la broma que le había gastado!. Acababa de pasar de ser la hermana “rara” de su novia a la hermana “simpática”.

Siguieron algunas pequeñas anécdotas mas destinadas a irritar a mi hermana, cosa nada difícil por cierto, que a otra cosa. A José Luis le hacían gracia mis ocurrencias obsequiándome con su “Ji, ji, ji, ji, ji ....” de conejo paranoico. Olga, por la presencia de su amado, aguantaba el “chaparrón” lo mejor posible aunque si le hubiesen acercado una cerilla habría ardido como una tea. Sabía que en días venideros sufriría su venganza pues mi hermana no es de las que olvidan tan fácilmente. Pero eso sería en días venideros. De momento me sentía como una diosa en el Olimpo. Aprovechaba, naturalmente, cuando no estaban mis padres presentes pues en caso contrario hubieran puesto fin a la “función” nada mas empezar.

Un tema que siempre daba resultado era todo lo relacionado con la “mojigatería” de mi hermana. Por ejemplo, poniendo una cara que reflejaba el colmo de la inocencia les pregunté si ellos no hacían “cositas”. Como no entendían a que me estaba refiriendo con dicha palabra pues, tonta ella, pánfilo él, empezaban a divagar por los derroteros mas inverosímiles, tuve que aclarar que me estaba refiriendo a cuestiones relacionadas con el sexo. Él se puso colorado y en cuanto a ella sobrepasó el rojo de ira para adquirir un color morado. “¡¡¡ A ti qué te importa, imbecil !!!”. Las respuestas de mi hermana siempre han sido de lo mas contundentes. José Luis hizo un amago de explicación indicándome cómo de “mutuo” acuerdo habían decidido “respetarse”, lo que traducido al cristiano viene a significar que, en efecto, no hacían nada de nada. Inquirí entonces si el fondo de semejante “dieta” de castidad estaba debido a que él era “mariquita” o ella una “estrecha”. Me aseguró que de “gay” nada tenía, por lo que cuando afirmé que entonces el problema radicaba en la “estrechez” de ella que, aunque no llevara hábitos era mas monjil que la monja mas monja. Me miró con complicidad y ensayó su risita conejil “ji, ji, ji ...” que se vio truncada al instante por la aplastante mirada de mi hermana. “¿¿¿Y tu qué eres idiota??? ¡¡¡Eres... eres ... eres ... !!!” Olga cuando quiere herirme muy, muy, muy, pero que muy profundamente acaba por “trabucarse” y no encontrar calificativos lo suficientemente mordaces con que obsequiarme.

Con todo esto llegó el día de mi cumpleaños con las felicitaciones, besos, abrazos, frases moralizantes que ya he mencionado y también los regalitos, claro está. De pequeña estos eventos me producían mas ilusión, imagino que como a todos, a estas alturas se vuelven mas prosaicos. Mis padres me regalaron, lisa y llanamente, dinero. Lo mas sencillo y de lo que mas necesitada estaba. Jose Luis me había comprado una caja de bombones que a esas alturas se encontraba mas que mediada pues me la entregó cuando llegué, posiblemente para aminorar el mal efecto que me iba a causar por haberme “robado” mi habitación. Mi hermana me tenía reservada una chaqueta veraniega de lino, muy bonita por cierto, que tenía un cierto mensaje oculto. Al entregármela me indicó que era para que me “tapase” y no “cogiera frío” cuando saliera por la noche. Entendí el mensaje. Al principio del verano se quedó mas que alucinada por el escote tan “exagerado”, bajo su punto de vista, que tenía el vestido con el que me disponía a salir aquella noche. Se trataba de un atuendo que me pongo cuando quiero volver bizco a algún chico como el que desde hacía minutos me aguardaba impaciente frente al portal y con el cual me siento capaz de hacer perder el paso a todo un desfile de la Legión. Boquiabierta me preguntó si me “atrevería” a “salir así” y cuando, con toda naturalidad, la respondí afirmativamente, exclamó que cada vez que me inclinase se me vería “todo”. La corregí indicándola que lo que se me vería no se llamaba “todo” sino “sujetador”.

En fin, pasó la celebración familiar con mas o menos anécdotas. A media tarde me vendría a buscar un amigo que me llevaría en su coche hasta Valencia. Por la noche tendría otra celebración de cumpleaños mas loca y desenfrenada con el grupo de amigos. Es la que llamo yo “celebración – celebración”. Pero esto es ya otra historia.

domingo, 20 de julio de 2008

VIAJAR Y SOÑAR




SOL (Gea)

El día en que ocurra un milagro muy milagroso y que disponga de tanto, tantísimo dinero que pueda permitirme el lujo de entrar en un restaurante sin mirar previamente la lista de precios, me dedicaré a viajar por todo el Mundo. De momento he de contentarme con hacerlo con el “Google Earth”, mirar imágenes y soñar. No se cuándo llegará ese feliz día, yo ya pongo mi granito de arena jugando, cuando me acuerdo, a la “Bonoloto” y dando golpecitos a las botellas vacías que me encuentro por si diera la casualidad que en su interior dormitara un genio que me concediese tres deseos. De momento he de contentarme con desplazamientos muy modestitos y muy en precario aunque no por eso llenos de encanto de los que disfruto como si hubiera ido al País de las Maravillas.

El día que ocurra el milagro milagroso, pues ya digo, a viajar sin parar en un globo de colores, que resulta la mar de romántico, o, lo mas probable, en un “jet” que es mas rápido y cómodo. Tiene que ser bonito eso de cerrar los ojos, dar vueltas al globo terráqueo, apuntar con el dedo y decir “aquí”. Luego dar órdenes al mayordomo para que prepare el equipaje. El inconveniente es si el lugar señalado cae en lo alto de un picacho o en medio del océano infectado de tiburones. Pero ¡Ay! Me temo que tendré que seguir soñando, imaginando y utilizando el “Google Earth” durante una larga, larguísima temporada y aprovechar cualquier ocasión para desplazarme aunque tan solo sea a la “vuelta de la esquina”.

El pasado día 7, festividad de San Fermín, regresé, de un viaje pequeñito, pequeñito pero que a mi me satisfizo plenamente. En total siete días, unos centenares de kilómetros en coche pagando el combustible entre los cuatro que integrábamos la “expedición”, alojamiento en casa de la novia de uno de los que venían, y, como exceso, en un par de “casas rurales”, comidas mitad de “bocatas” y mitad de restaurante económico, algún que otro café, alguna que otra cerveza, alguna “copichuela” para “animar”, y sanseacabó. Pero sobretodo mucha risa, mucha alegría, mucha ilusión, disfrutando al máximo de cada paisaje, de cada monumento que nos encontrábamos, de cada pequeña sorpresa que recibíamos, de cada explicación que tenía a bien darnos cualquier lugareño.

Os lo cuento.

Calatañazor. Siempre había oído decir que fue el lugar en el que Almanzor perdió su tambor, pero no, que era su “atambor” el que extravió. Tanto da, pues “atambor” era como se llamaban los tambores antaño. Siempre me ha intrigado tal afición musical del caudillo árabe. ¿Por qué no mejor una flauta que resulta mas fácil de transportar?. Imaginando, imaginando he llegado a pensar que quizá fueron sus propios hombres los que se lo escondieron hartos de la murga que les estaba dando aporreando el dichoso tamborcito día y noche. Vete tu a saber. Enigmas de la historia. Sea como fuere el lugar es impactante lleno de historia, leyendas y misterio. Lo mejor de todo es que, asombrosamente, es un pueblo prácticamente desconocido para el público general por lo que al encanto natural se une el de la tranquilidad que siempre es de agradecer. Traspasar sus murallas es entrar en un mundo medieval con sus calles sinuosas y empedradas, sus casas con entramado de madera y chimeneas troncocónicas, su “rollo” o picota en la plaza Mayor en espera de ser encadenado algún delincuente para sufrir escarnio público, los restos de su castillo, sus iglesias románicas, sus sepulcros excavados en la roca. Como cosa curiosa señalo que este lugar fue el elegido por Orson Welles para rodar “Campanadas a media noche”.

Pero aún hay mas. El lugar ha estado habitado desde épocas prehistóricas como demuestran los restos de poblados cercanos. Según opinión de algunos autores dedicados al esoterismo, no se trata de un enclave cualquiera sino el de un sitio que emana ritos misteriosos ancestrales por los cuadro costados. No en vano muy cercano se encuentra la inquietante fundación templaria de Rio Lobos y no en vano algunos de los escudos de piedra de sus casa presentan curiosos símbolos esotéricos. Vale, vale, vale. Sobre la abundancia de “lugares mágicos” en la literatura soy un poco escéptica. Me atrae el esoterismo, eso si, pero “tantos” “lugares mágicos” como vienen encontrando esos autores, me da un poco que pensar, pues va a llegar un momento que hasta la silla donde estoy sentada va a ser “mágica”.

Dicho lo anterior y sin ánimo de polemizar, agrego que, cualquier persona que tenga una cierta sensibilidad, ya no digo alta como la mía sino simplemente mediana, notará que en el ambiente hay un “no se qué” inexplicable. Señalo, como mera curiosidad, que tras una breve concentración y con los dedos de mis manos extendidos he notado una fuerte corriente de energía procedente del oeste. Otro tanto ocurrió con un péndulo improvisado a base de un trozo de lápiz en el que clavé un alfiler y suspendí de un hilo. El lápiz, en cuestión, era atraído en la dirección indicada hasta ponerse horizontal. Pero en dirección oeste se encuentra el Cañón de Rio Lobos y la capilla templaria de Ucero. Un punto interesante para alguna excursión posterior.

Burgo de Osma. Seguimos en el medioevo, pero de época mas reciente y en plan ciudad. No es ya el encanto de Calatañazor pues las construcciones de la época conviven con otras de nuestros días, aunque no por ello resulta un lugar digno de visitar. Desaparece aquí la sensación sentida en Calatañazor sobre la existencia de un “no se qué” inexplicable. No se si los autores esotéricos harán o no mención sobre la “magia” del lugar, en particular no percibí nada. Lo mejor la Catedral gótica. Todo un mundo. Precisaría como advertencia que todo un mundo “helador”. Procúrese llevar a mano una chaquetita de lana si no se quiere acabar la visita como un carámbano helado. Lo digo por experiencia propia que acostumbrada a la bonanza del clima mediterráneo mi atuendo, de lo mas veraniego, me hizo salir de su interior a los dos minutos tiritando de frío, en espera que alguno de mis compañeros terminaran su visita y me prestaran alguna prenda de abrigo. Se venera aquí a la Virgen del Espino, cuyo nombre , de por si, es de lo mas elocuente por lo esotérico. Además parece ser que en su origen fue una “Virgen Negra”, actualmente perdida y reemplazada, como tantas otras. Para mas intriga, existe en un cercano pueblo llamado Barcebal otra Virgen del Espino, hecha presuntamente del mismo árbol que se hizo ésta. Ambas Vírgenes salen conjuntamente en procesión un día determinado, pero es la de Barcebal la que tiene que ir a buscar a la del Burgo pues esta no puede abandonar el lugar. Muy interesante y evocador, pero ,como ya he dicho anteriormente, no noté ninguna “sensación especial”. Si existe alguna “magia” en el entorno ha pasado totalmente desapercibido para mi. Se conservan algunos lienzos de las murallas y una de sus puertas. Por lo demás, muy agradable la calle Mayor porticada, así como su Plaza Mayor y sus palacios. Merece que en un futuro realice una visita mas detallada.

León. León. León. Repito su nombre tres veces porque una sola vez resulta poco. Se trata de la segunda visita que realizo a esta ciudad, la primera me causó verdadero asombro, en esta segunda me hechizó por completo. La equiparo a un filón de oro del que aflora al exterior una pequeña veta pero que cuanto mas escarbas mayor riqueza encuentras. Resulta increíble esta ciudad pues vayas con la apetencia que vayas te va a corresponder con creces, bien sea arte, historia o simplemente ir de “copeo”. Espero volver por mas tiempo y dedicar una entrada de mi “blog” a ella. Para una artista como yo, el colorido de las vidrieras de su catedral brillando bajo los rayos del Sol es algo difícil de olvidar.

Al igual que en Burgo de Osma no sentí aquí ninguna sensación “extraña” que me permitiera colegir un núcleo cargado de energía y misterio. Lo siento por los escritores esotéricos que se empeñan en lo contrario, pero las cosas son así. Sé que en las cercanías existen varios lugares que bien podríamos definir como “mágicos”, pero tendrá que quedar para otra ocasión.

Valderrobles y Comarca del Matarrañas. A buen seguro que la mayor parte de los que lleguen leyendo hasta aquí no han oído hablar de estos nombres en su vida. Lo siento por ellos, pues se pierden algo bueno. No es la primera vez que estoy en este lugar ni espero que sea la última y si alguno gusta de lo medieval, insólito y buen comer, hágame caso, coja sus maletas y dese una vueltecita por acá que no se arrepentirá.

Y , en resumen, esto fue todo.

En un mundo como el que vivimos en el que la idea de “viajar” se cuenta por horas de avión, contar algo así es un poco como de risa y a la gente le parece tan poquita cosa que te mira medio sorprendida pues es como si les contaras que has ido hasta el kiosco de la esquina a comprar el periódico y has vuelto. Luego te preguntan que dónde están esos sitios que mencionas y que resultan que están aquí al lado pero no han oído hablar de ellos en la vida. Finalmente aseveran que para viaje “bueno” el que hicieron ellos que fueron, en un viaje organizado, hasta la China, o a Tailandia, o a las Seychelles, o a Madagascar, o a Australia a ver los canguros. Y si no lo hicieron ellos sería algún pariente, algún amigo, o algún conocido de un conocido que siempre tiene que haber referencia de alguien que haya ido al fin del mundo. Callan, naturalmente, el “pastón” que tuvieron que pagar para semejante aventura, las interminables horas perdidas en aeropuertos por vuelos que se retrasan, los hoteles deficientes, las comidas incomibles, los terroríficos madrugones cotidianos para aprovechar bien el día, las diarreas que les tuvieron la mitad del tiempo sin atreverse a alejarse del cuarto de baño, las visitas organizadas semejantes a la conducción de un rebaño de borregos, los insufribles compañeros de viaje, los equipajes perdidos, las discusiones, el malhumor, los pies doloridos. Callan, en definitiva, todo lo malo y resaltan todo lo bueno que en un viaje en el que has pagado un ojo de la cara por ir al Fin del Mundo todo tiene que resultar excelente, así por decreto. Se equivocan, claro está, que la vida en si está compuesta por cosas que nos resultan muy gratificantes, otras menos y otras totalmente aborrecibles, y el mérito está en saber ver de todas ellas su parte positiva.

Como siempre he sentido una profunda atracción sobre la manera de vivir, pensar y sentir de otros lugares del mundo, cuando me encuentro ante alguien que ha tenido la suerte de viajar a sitios donde yo tan solo he podido hacerlo con la imaginación, inquiero ávidamente información de su experiencia. En algunas poquitas ocasiones me siento complacida, cierro los ojos y trato de transportarme al mundo que me están describiendo. Eso es en algunas, poquitas, ocasiones que en las mas lo que me se limita a cuatro anécdotas anodinas, una visión mas que utópica del lugar y alguna que otra frase que parecen mas sacadas de cualquier catálogo de turismo que de propia convicción. Si la ocasión lo permite, te sepultarán bajo centenares de fotografías en las que aparecerá en primer plano, un señor, una señora o un grupo de señores y señoras sonrientes tras el cual apenas si se vislumbra un trocito del monumento milenario que han acudido a visitar. Tampoco sabrán decirte de qué construcción se trata ni tan siquiera del lugar pues en el trajín de unas excursiones que por tratar de ver todo se acaban convirtiendo en la carrera del maratón, no hay tiempo mas que para sacar unas fotos y fijar toda tu atención en el guía del grupo no sea que en el maremagnum existente te despistes y acabes en medio de un grupo de japoneses. Han pasado por los lugares, pero no han sabido vivirlos. Para algo así podían haberse ahorrado la “romería”.

El día que ocurra el milagro milagroso que me permita viajar a donde yo quiera, lo haré sin prisa, aspirando el aroma del lugar, escuchando cómo se expresan sus gentes, tratando de encontrar en sus ojos su manera de pensar. Resulta con frecuencia mas interesante dedicar unos minutos en tomar un café en aquel establecimiento popular que escuchar la interminable perolata de un guía de la que no acabas enterándote ni media. Hay que saber valorar todo hasta las pequeñas cosas que, a veces, resultan las mas importantes, y sobretodo estimar mas la “calidad” que la “cantidad”.

lunes, 30 de junio de 2008

DE “BLOG” EN “BLOG” COMO DE OCA EN OCA

Hace ni se sabe que no escribo nada en el “Blog”. Bueno, si que podría saberlo sin mas que entrar, ver la fecha de la última publicación y deducir cuatro o cinco días que es lo que suelo tardar en cada escrito. A veces mas, y es que soy así de lenta que me cuesta muchísimo redactar. Redactar medianamente bien, se entiende. En este tiempo he iniciado varias narraciones de pequeñas anécdotas que me han ido sucediendo, me han sucedido tiempo atrás o, simplemente, han sido otros los protagonistas y han llegado hasta mis oídos o he asistido a ellas como mero espectador. Voluntad no me ha faltado. Una voluntad, pequeñita, pequeñita, pero al fin y al cabo voluntad. Una voluntad de media docena de renglones destinados a alimentar a ese dragón que todos tenemos en el ordenador llamado “Papelera de Reciclaje”. Ya he dicho que voluntad no me falta pero si constancia y sobretodo paciencia para no desesperarme de continuo por lo malísimamente mal que expreso mis ideas. Es bonito saber escribir, un verdadero arte que cada vez admiro mas. Estoy sufriendo, al respecto, un cambio de apreciación en lo que a la literatura se refiere, he pasado de leer un libro con el afán de saber “qué” me va a contar su autor en él, por el de “cómo” me lo va a contar. El argumento a cedido su puesto prioritario a la forma.

He estado navegando por los distintos “blogs” para encontrarme con la grata sorpresa de encontrarme con grandes escritores. De esos que te quedas embobada leyendo y releyendo sus escritos aunque sean temas de los que no entiendes ni “pum” pero que te produce verdadero asombro, a la par que una gran envidia, ver cómo logran expresar en dos renglones lo que tu no consigues en una página de estrujarte el cerebro. Una verdadera delicia. En algunos casos he dejado algún comentario y hasta me han contestado, escuetamente eso si, dándome las gracias. Como son personas educadas se limitan a decir “gracias por tu comentario” y cosas así en vez de “menudo rollazo que me has escrito, rica, podías dedicarte a coleccionar mariposas y no hacerme perder el tiempo leyendo bobadas”, que es lo que realmente piensan.

Hay otros que aún no han llegado a ser grandes celebridades pero no por ello dejan de escribir como los propios ángeles. Ángeles escritores, se entiende que otros tocan trompetas y arpas pero esos son ángeles músicos. También los hay que llevan espadas de fuego y los que están en perpetuo éxtasis divino que son esos que están quietos, quietos como estatuas con los ojos en blanco, y es que el mundo angelical no es cosa baladí. Éstos últimos “bloggeros” suelen contestarme mas extensamente y hasta con algún que otro me he cruzado un par de cartas. Cuando lleguen a ser famosotes del todo la cosa cambiará, claro está, y no perderán el tiempo con alguien tan insignificante como yo. Pero hasta que llegue este momento la cosa es así.

Entre ellos destaca, sobretodo por la amistad, mi amigo virtual Alex que se le da lo de escribir como a un confitero hacer rosquillas. Es muy bueno, o, al menos, así me lo parece a mi, aunque esta apreciación no debe ser solo fruto de mi simpatía hacia él ya que son muchos los que tienen la misma opinión. Ha recibido varios premios y están a punto de publicarle una de sus obras. Sus escritos son fantasiosos, enigmáticos y truculentos, tipo Lovecraft pero con un cierto sentido del humor que él denomina “ácido” y yo me inclino mas bien por “macabro”. Sorprende de continuo y nunca sabes dónde va a ir a parar. Cualquiera que le lea le imaginará como a un ogro feroz y barbudo que va por ahí comiendo niños y poniendo la zancadilla a las pobres viejecitas cuando en la realidad es una persona sumamente tímida, afable, cariñosa, sensible y culta. Y es que los escritores siempre acaban sorprendiéndonos. En fin, si alguien tiene curiosidad aquí dejo su web:
http://alexessolharis.blogspot.com/ , aunque creo que ya la tengo indicada en mi “blog” pero no estoy segura.

Últimamente han florecido como amapolas en Primavera los “blogs” sobre si está o no en “peligro” la lengua española o, si se quiere, castellana como gusta definirla a los nacionalistas. Ha sido a raiz del “manifiesto” publicado por un grupo de intelectuales. El “Manifiesto” en cuestión no pide nada del otro mundo pues se limita a transcribir lo que dice La Constitución española. Resulta “bochornoso”, eso si, aunque no para los del “Manifiesto”, sino para los gobernantes estatales y autonómicos, pues resulta increíble que haya que “pedir” algo que éstos deben hacer cumplir sin mas historias. O existen Leyes o esto es el “cachondeo padre”. Quizá sea el “cachondeo padre”. Pero hay algo mas. Aunque no se menciona expresamente, hasta el mas tonto se ha dado cuenta que el escrito hace referencia a Cataluña y que lo que, en el fondo, viene a querer decir es hasta cuándo en esta Comunidad se va a seguir consintiendo una “imposición” lingüística mas propia de una Dictadura “neo-nazista” que de una Democracia y que cuándo, cuándo, cuándo la legión de políticos que nos cuestan un ojo y parte del otro van a hacer “algo” para que se cumpla una cosa tan simple como es actuar conforme marcan las Leyes y se garanticen los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Las reacciones nacionalistas no se han hecho esperar. Para mas “INRI” los integrantes del “Manifiesto” son de tendencias izquierdistas. Si fueran de derechas con tildarles de “franquistas”, “fachas” o cualquier otro calificativo que, aunque no digan gran cosa son muy socorridos, pues asunto concluido. Pero no, mira por cuanto son de izquierdas. Abundan, por consiguiente, los “blogs” tratando de “demostrar” lo equivocado de la cuestión y lo tendencioso del “Manifiesto” que los promotores serán “izquierdistas” pero poco, poquito, casi si me apuras nada. Mas bien unos “aprovechados”.Todas las noticias y todas las cartas publicadas en la prensa, un día si y otro también, resulta que son meros embustes. También lo debe ser lo de los barrenderos no contratados por no saber catalán (¿Cómo se barre “en catalán”? Me intriga) o la de ciudadanos catalanes que envían a estudiar a sus hijos a Zaragoza o a Valencia para que puedan recibir una enseñanza en castellano. Todo son “inventos” de la prensa que es como es y que todos sabemos que no podemos fiarnos mucho de ella. Y si no son de la prensa serán de alguien, pero “inventos” a fin de cuentas.

Inician la argumentación, como no, con el consabido lamento sobre la “tradicional persecución lingüística catalana”. Ya se que a estas alturas causa mas bien hilaridad y nadie se lo cree, pero es como una tradición y cualquier nacionalista que se precie, sin este preámbulo queda como un poco en entredicho . A continuación tienen cabida los razonamientos mas inverosímiles. Algunos ingeniosos, otros, simplemente alucinantes.

Hay quien afirma que los firmantes son “intelectuales” pero “poco”. Intelectuales de “segunda”, entendámonos. Por supuesto, como decía anteriormente, unos “aprovechados”. Pues vale, vale. Vale.

Otros cuantos que no hay problema con la enseñanza en castellano porque los niños “ya lo aprenderán en la calle”. Increíble, increíble, increíble. Es como decir que se prohíbe la asistencia a clase de matemáticas a los hijos de los ingenieros, arquitectos y contables porque ya aprenderán la asignatura de sus progenitores. O a la de Educación Física a todos los niños que poseen una bicicleta. Como decía, increíble.

Otros, muy serios ellos, afirman que es lógico que se de la enseñanza en catalán pues a fin de cuentas es la lengua “usual” de “todos” los catalanes. En el párrafo siguiente reconocen que en sus casas un 50% de los niños utilizan “solamente” el castellano y que un 70% del total de los alumnos es en castellano el idioma que utilizan en sus relaciones fuera del control de las aulas. ¿En qué quedamos? ¿Qué entienden estos señores por “usual”?

Así de “blog” en “blog” como de oca en oca. En algunos dejé algún que otro comentario sobre los que no confíaba tener ninguna respuesta. Ni las gracias siquiera. Por supuesto que acerté, aunque mejor así que en el único “foro” sobre política que se me ocurrió meter las narices a la primera y única opinión que tuve la osadía de exponer recibí como respuesta medio folio de insultos. Los nacionalistas ya se sabe, si hay que “dialogar” se dialoga, pero dándoles siempre la razón.

lunes, 16 de junio de 2008

CONFIDENCIAS DE UN DOMINGO AL AMANECER

Hoy ha hecho una mañana buenísima. De esas de coger las cosas y marchar a la playa, relajarse y dejar que el tiempo pase sin sentir. Me encanta. Algunos hasta se bañan y todo, pero esos son los osados que en lo que a mi respecta hasta que no veo salir vaporcito del agua de puro caliente me conformo con tumbarme al Sol, como una lagartija, pasear, oír un poco de música y sobretodo relajarme, relajarme, relajarme.... Relajarme si es que me dejan que últimamente parece que este asunto lo tengo bastante “crudo”, crudísimo.

Esta mañana ha sido para mi amigo Lluis para el que he actuado como “paño de lágrimas”. Cuando salí de casa dispuesta a buscar un lugar en la playa solitario y tranquilo en el que poder tomar el Sol en “top-less”, ahí me le encontré, “montando guardia” en la acera dispuesto a pegarse a mi como una lapa. No es la primera vez que lo hace. Como sabe que si me la anuncia para quedar le voy a decir que no que prefiero la soledad, recurre a no decirme nada y esperar como un “pasmarote” ante mi portal. Como sabe que me encanta ir a la playa, tarde o temprano apareceré y entonces se pega a mi que no hay quien le separe ni con agua caliente. Adiós relax, adiós tranquilidad que el “guión” de lo que va a acontecer a continuación me lo conozco sobradamente. A saber, decirme “cuanto” me quiere, lo “enamoradísimo” que está de mi y lo mala, malísima que soy con él que no le hace todo el caso que requiere y que es toda, absolutamente toda la atención del mundo. Las veinticuatro horas de cada día de mi vida pendiente de su persona. Tratar de convencerme de que echemos un “kiki”, un “polvete”, hagamos el amor, o como quiera decirse, que no solo de pan vive el hombre y si, mucho “enamoramiento” pero no “platónico” que eso no entra dentro de sus esquemas. Y en esta ocasión se añadía un motivo mas, y era mi “desaparición” de ayer noche (quizá mejor, madrugada de hoy) en compañía de un treinta añero simpático, cachondo y con ganas de juerga, cuando ya la segunda copa de mas estaba haciendo estragos dentro de mi.

Una aportación de uno de los “amiguetes”. Un primo suyo que incluía en el grupo con la pretensión de que entre todos “elevásemos” su ánimo que lo tenía muy, muy decaído a causa de su reciente separación conyugal. No hijo, no, de “decaído” nada de nada. Ni el ánimo ni ninguna otra cosa. Mas bien “desenfrenado” y con unas ganas de “fiesta” que para qué contar. Nos miramos, nos compenetramos al instante y puso un cerco a mi alrededor que todos los intentos de Lluis por romper no consiguieron ni abrir una pequeña brecha. Me insinuó de pasada que su BMW estaba aparcado muy cerquita, tan cerquita que tan solo había que dar un salto para encontrarnos los dos dentro rumbo a lo desconocido, y esa información me pareció tan sumamente interesante que, lo que son las cosas, a los pocos minutos sentí que me entraba un “terrible” dolor de cabeza y hube que pedirle que me llevara, por favor, hasta mi casa. Fue tan amable de aceptar, y hasta no pareció importarle tener que interrumpir la velada. Mas bien se mostró encantado. Sin embargo Lluis pareció molestarse y no se muy bien por qué. ¿Qué culpa tenía yo de esa jaqueca tan molesta y repentina que me “obligaba” a pedir ayuda a un recién conocido? Si hubiera tenido coche se lo hubiera pedido a él que a fin de cuentas es un gran amigo, pero no era ese el caso. Quiso acompañarnos, pero yo me opuse tajantemente. No hijo, no que con “estropear” la fiesta a uno es suficiente. Ya ves que cosas, esta mañana estaba tan sumamente irritado que hasta lo de declarar su “enamoramiento” y lo de sus proposiciones deshonestas pasaron a un segundo plano. Ni siquiera se interesó por mi “dolor de cabeza”.

Me reprochó malhumorado que me hubiera marchado con “él”. Lluis siempre llama “él” al acompañante en cuestión del que se siente profundamente celoso y odia con toda su alma. No tienen nombre, tan solo “él”. Por supuesto que me fui con “él”, la cabeza me dolía “terriblemente” y tuvo la amabilidad de ofrecerse a llevarme. Comentó irónico que fui yo quien se lo pidió, que estuvo coqueteando conmigo desde el momento que nos presentaron y que por mi parte no cesé en insinuarme con sonrisas y poniendo caras así y asao. ¡Ay, Señor, Señor qué paciencia! ¿Acaso quería que actuara como una maleducada? Tan solo actuaba así por mera cortesía y que a decir verdad me había parecido un “pelmazo” de cuidado. Recibió esta última confidencia con una risita de sarcasmo replicándome que muy “pelmazo”, muy “pelmazo” pero me había ido en su compañía, añadiendo malintencionadamente le gustaría saber “donde” había finalizado nuestra excursión. Mi cara era el reflejo angelical de la inocencia cuando sorprendida repliqué que en mi “estado” a qué otro lugar podríamos haber ido que no fuera el portal de mi casa donde nos despedimos para marchar “él” por su lado y yo en busca de mi camita. Y esa era la pura verdad.

No mentía lo mas mínimo aunque omití el “pequeño” detalle de que, si bien el trayecto hasta mi casa no tendría que durar mas de veinte minutos, cuando me dejó feliz y satisfecha ante mi portal habrían transcurrido algo mas de dos horas. Dos horas y “pico” largas, laaaaaaarrrgas y gloriosas fruto de un “pequeño” alto en el camino. Lo que se dice una precisa y placentera “parada técnica”. Una “parada técnica” pero que muy, muy, muy placentera.

Siguió un buen rato. Cuando, finalmente, acabó su enfado empezaron a llegarme las declaraciones de amor y las ideas, absurdas en su mayoría, para que los dos juntitos pasásemos una tarde “inolvidable”. Para Lluis la idea de pasar una tarde “inolvidable” es pasarla haciendo el amor como cosacos. A su casa no podía llevarme que estaban sus padres, pero ahora que “caía” en mi casa estaba yo sola, solita y ... y ...y ... Le interrumpí negándome en redondo. En efecto esa tarde estaría yo solita en casa, pero pretendía seguir estando sin compañía alguna. Insistió, claro está. Insistió y mucho, aunque todo fue inútil.
- “ Recuerda el refrán ese de que el buen vino hay que tomarlo a pequeños sorbos paladeándolo intensamente. De ninguna manera hay que abusar de él y coger una borrachera”.

Me preguntó si estaba mal de la cabeza y qué diablos tenía que ver el buen vino con lo que me estaba proponiendo. Inútil explicarle nada. Opté mejor por callarme y no confesarle que mi dosis de “buen vino” ya estaba cubierta.

También me miró boquiabierta mi hermana y me preguntó si me “faltaba un tornillo” cuando la aconsejé que si alguna vez se compraba un BMW con asientos tapizados en cuero llevara en el maletero unas fundas para cubrirles, a ser posible de seda. Tampoco me entendió ni “pum” y sin embargo el consejo era bien bueno ¡Se pega tanto el cuero al cuerpo desnudo, y eso resulta tan
molesto!.

sábado, 7 de junio de 2008

UNA TORMENTA SOBRE MI CABEZA





SOL (Lujuria)


Hace un par de semanas recibí la invitación para la “despedida de soltera” de Martita. Un tarjetón rosa pálido con el dibujo esquematizado de una muñeca en su parte superior izquierda que me dejó momentáneamente bizca por lo cursi. En un principio creí, ingenua de mi, que todo era un mal entendido. Pero no. Cierto y muy cierto. ¡Vaya por Dios! Los padres de la protagonista son unos grandes, grandes, grandes amigos de mis padres, y como tienen tan enorme amistad, de esa que se llama de “toda la vida”, quisieron tener una “atención” hacia nosotros. Cosas de padres. Un compromiso que me ha llegado llovido del cielo y al que no voy a tener mas remedio que aceptar con la misma alegría que si me propusieran tirarme de cabeza en una piscina de agua helada en pleno Invierno. Muy atenta la chica por invitarme. Muy atentos sus padres que, a fin de cuentas, fueron de quienes partió la idea. Muy atentos todos. Muy atentos, muy atentos. Pero la noticia del evento y lo que esto supone, “organizarme” de buenas a primeras un fin de semana, amén de “machacarme” unas cuantas tardes en “visiteos” de compromiso me ha sentado, como vulgarmente se dice, a “cuerno quemado”.

También ha sido invitada mi hermana, pero como ella vive en el “País de Cursilandia” hasta se emocionó y todo exclamando frases como “¡Qué romántico!”, “¡Qué emocionante!”, y cosas similares que me pusieron los pelos de punta. Acto seguido centró toda su atención en su vestuario, en qué se pondría o dejaría de ponerse, en lo mal que le sentaba todo, todo, todo lo que se agolpaba en su armario pues aquello que no le estaba amplio le ocurría lo contrario que le estaba angosto y en todo caso estaba pasado de moda. Una verdadera tragedia añadida.

Como ya he dicho, cosas de padres quienes de vez en cuando sorprenden con sus ideas peregrinas.

Imaginé que a la futura novia le haría la misma ilusión incluirnos en la lista de amigas dispuestas a pasar una noche haciendo el “gilipollas” que la que me hizo a mi el recibir la invitación. Imaginé que muy a regañadientes cedió a la pretensión de sus padres preguntándose por qué los progenitores no podían hacer entre ellos cuantas fiestas les vinieran en gana y quedar bien con quien quisieran sin tener que meter las narices en las de sus hijos. Imaginé que trataría de recordar cómo eran esas dos chicas que iban a irrumpir en su fiesta como la serpiente en el Paraíso, cuyo trato, mas que esporádico, se había reducido al “hola” y “adiós” y poco mas. De siempre nuestros respectivos padres se habían empeñado en que fuéramos “muy amigas” en base al lógico razonamiento de que ellos lo eran. De siempre esa pretensión había sido un estrepitoso fracaso. No es que nos “odiáramos” ni nada por el estilo, simplemente que vivíamos en “distintas galaxias”. Eso con respecto a mi que en lo que concierne a mi hermana estaba la diferencia de edad, ya que Martita es un año menor que yo. En la niñez el tema de esta “amistad” fue toda una cruzada de lo mas agobiante. Pareció caer en el olvido en la adolescencia, pero fíjate por cuanto, ahora volvía a resurgir con mas virulencia. Y todo porque el padre de Martita, en vez de dejar a las amigas de su hija organizar y sufragar la fiesta que les viniera en gana aunque fuera “cutrecilla”, se había erigido en Mecenas que quiere para su única hija lo mejor de lo mejor. Corría con todos los gastos, pero al tiempo, (¡Ay!), se reserva el derecho de meter de “clavo” a dos extrañas Maravilloso.

Visita a Martita para darle las gracias por su gentileza y, al tiempo, conocerla a ella y a sus amigas pues no era cosa de que llegado el momento llegásemos como dos extrañas que, lo cierto, es lo que éramos. Continúa el “ritual”. “Muchas gracias por la invitación”. “Encantada de que asistáis”. Mera educación. Es una chica discreta, algo tímida y tradicional. Físicamente menudita, guapita y con unos enormes ojos. También está su novio, poquita, poquita cosa. Delgadito, con gafitas y una medio sonrisa que parece pintada en su cara. Por supuesto vale mucho mas la chica.. Mi hermana le calificaría posteriormente como un chico “muy majo” quizá porque era un poco del estilo de su propio novio. Desde luego no es el chico capaz de un ardiente fuego en una chica. Quizá ni siquiera una débil llamita.

Pues vale, ya hemos hecho la “visita” a Martita, nos hemos dicho cuatro “lindezas” que ninguna nos hemos creído y de rebote me han hecho polvo la tarde. Pero la cosa continúa. Ahora nos toca conocer a las amigas de la chica. Otra tarde perdida, y estoy yo como para andar perdiendo tardes. Venga, vamos allá. Son seis las chicas. Salvo una “pizpireta” llamada Mariam que, a Dios gracias, es la que lleva la “voz cantante”, el resto parecen sacadas de un internado de monjas ursulinas. Nerviosinas, nerviosinas, nerviosinas por el próximo evento. Casi histéricas. Mi hermana con ellas se encontraba como pez en el agua mientas a mi se me ponía la “piel de gallina” pensando en lo que se me avecinaba. A cada momento un coro de voces insulsas repetía como papagayos “¡¡¡Lo vamos a pasaaar mas bieeeen!!! ¡¡¡Qué risa vamos a pasaaar!!!”. No aludían para nada en qué consistiría ese “pasarlo bien” que tanto pregonaban y ni cual sería el motivo de la risa. Tan solo repetían una y otra vez la misma cantinela.

En un apartado Mariam me puso en antecedentes. Todo estaba ya hablado entre ellas. Ya que disponían de la generosa financiación del padre y no había que andarse con tacañerías, habían tomado información de una empresa especializada en estos actos que se lo daría todo, todo, todo resuelto. Existían varias variantes, claro está, pero ellas se habían decantado por algo “emocionante” aunque, sin olvidar, por supuesto, los cánones de “moralidad” y “buenas costumbres” de las asistentas. De lo que se trataba era de dar una “sorpresa” a Martita, “pasárselo” bien y con mucha risa. Conforme me lo contaba me sentía desfallecer.

Traslado en microbús, a medio día del sábado, hasta el hotel donde nos alojaríamos. Habitaciones dobles a excepción de la novia que dormiría solita en una cama matrimonial. Compartir habitación con mi hermana siempre ha sido la “ilusión” de mi vida. Comida seguida de una amplia, amplísima sobremesa. “Podemos charlar, pasear, conocernos mejor,...”. Maravilloso. A media tarde la novia recibiría una sesión completa de masaje. Es de suponer que las demás seguiríamos charlando, paseando y conociéndonos mejor. Cena “erótica” asistida por un “showman”. Espectáculo. El “boy” que no falte, claro está. No, no llegaría al desnudo integral. Otra cosa me sorprendería. Baile en la discoteca donde nos encontraríamos con el novio y sus amigos que habrían celebrado por otro lado su correspondiente despedida de soltero. Regreso al siguiente día después de comer. “Colorín”, “colorado” este cuento se ha acabado. Como detalle adicional se alquilarían unos disfraces para “dar mas risa”. Al oírlo se me doblaron las piernas. Con un hilo de voz pregunté de qué “tipo” de disfraces se trataba. Habían pensado en atuendos lo suficientemente amplios como para ponérnoslos encima de la ropa que llevásemos puesta con comodidad. La novia de presidiaria y las acompañantes con “algo así” como túnicas blancas como las de las películas de romanos. ¿¿Túnicas?? Pues si.. Naturalmente habría también pelucas y accesorios diversos. Vale, vale, vale. Muy bién. Desde luego la cosa “prometía”.

Me pregunté donde estaba la “sorpresa” que querían dar a Martita pues hasta la chica mas tonta conoce de “pe” a “pa” el “guión” de lo que me estaba describiendo.

Miré a Mariam. Esperaba que estuviera colorada como un tomate y muerta de vergüenza, pero no, curiosamente la chica me sonreía satisfecha. Realmente sorprendente. Pregunté sobre el “tipo” de chicos que componían los amigos del novio con los que estaba previsto encontrarnos. Su grupo era mas numeroso que el nuestro, una docena o, quizá, alguno mas y había de todo un poco como era de esperar. Algo había empezado a bullir dentro de mi cabeza. Una idea realmente disparatada que por lo disparatada se hacía cada vez mas atractiva. Cuando llegó el momento de preguntarme sobre mi parecer y contestarla que me parecía todo un poco “soso” y, desde luego, mejorable, añadiendo si mas algún que otro “pequeño” cambio, me miró expectante. Tampoco a ella acababa de sentirse satisfecha con el resultado que si había llegado al resultado que había llegado había sido por la presión de las otras chicas a las que calificó de “remilgadas” ya que por ella todo el asunto ese hubiera sido menos “descafeinado”. Le expuse mi parecer y la chica abrió unos ojos como platos. Una cosa era añadir una tacita de café y otra muy distinta, toda la producción de café del Brasil.

Lo del “masaje corporal” lo tenía mas claro que el agua. Martita empezaría recibiendo las atenciones de “una” masajista, pero cuando mas relajada y distraída estuviera se haría el cambio por un “un” tio “cachas” en tanga. La sorpresa que recibiría cuando se diera cuenta de quién estaba sobando su cuerpo desnudo seria mayúscula. Eso si que sería toda una sorpresa y lo demás bobadas.

Nada de disfraces “sosos” para poner sobre la ropa, mejor algo mas “sugerente” y, por supuesto, para poner no “sobre” sino “en lugar de” la ropa. ¿No resultaba ridículo eso de las túnicas y las pelucas?¿Y lo de la “presidiaria”? Mejor olvidarnos de las tiendas de disfraces y hacer alguna visita “ilustrativa” a algún “sexy-shop”. No hace mucho cayó en mis manos por casualidad un catálogo de ropa de disfraz sexy y quedé alucinada de la variedad.

En la “cena erótica”, a parte del consabido “showman” mariquita había que introducir alguna “nota de color”. ¿Camareros de “buen ver” y “poca ropa” que al tiempo que ponen y quitan platos se insinúan a las asistentas, especialmente a la novia? Seguro que en la “agencia especializada” nos podrían sugerir bastantes ideas.

Nada de “boy” en “taparrabos”, desnudo integral como tiene que ser. Máxime cuando las otras no lo esperan. Aunque solo fuera por ver sus caras, especialmente la de mi hermana, bien merecería la pena. Seguro que alguna se desmayaría de impresión, pero a eso ni caso, gajes del oficio. Y ya puestas ¿Por qué un “boy” y no dos o tres? Tres es un número bonito. Tres “batutas” dirigiendo el coro de puritanas féminas histéricas sería un espectáculo digno de ver. También constituiría toda una sorpresa inolvidable.

¿Por qué discoteca?. Mejor hacer “nuestra” fiesta en un saloncito privado. Invitaríamos a la “panda” del novio que a esas horas estarían con cuatro, cinco o seis copas de mas y pensarían que estaban viendo visiones cuando nos vieran con nuestros atuendos. Entre las copas de mas de ellos y las que lleváramos nosotras el resultado sería explosivo.

Por supuesto que de estos cambios a las otras ni media. Que se lleven la sorpresa.

Mariam que hasta el momento tan solo había logrado exhalar unos “¡Oooohhh!” a cada nueva idea mía, logró recuperar su voz para decirme en tono desfallecido que eso mas que “despedida de soltera” era una “orgía”. Puedes llamarlo como quieras, pero lo “otro” no es mas que la visita a un “parque temático”.

Camino de casa mi hermana no paró de hacer lenguas de lo “simpáticas” y “agradables” que eran todas, de lo “emocionante” que resultaba todo eso y de lo “bien” que lo íbamos a pasar. Detrás dejaba a Mariam convertida en una estatua de sal. Lo había intentado pero había que rendirse ante la cruel evidencia. Me esperaba una velada en la que tan sólo faltaría Mary Poppins. Alguna noticia buena tendría que recibir, mi hermana se había decidido por el vestido verde en tonos pastel. Enhorabuena.

Al día siguiente me telefoneó Mariam. Intentando dar un tono jocoso, comentó que qué cosas mas “disparatadas” y “absurdas” se me ocurrían. Lo decía como el que alude a un chiste que le hubiesen contado. Pero al hablar tartamudeaba. No hijita no, de “chiste” nada de nada que lo decía en serio y muy en serio. Ya sabía que era algo “disparatado” pero son las cosas así las que son “divertidas” y fuera de lo “normal”... Tranquila por las otras, puede que al principio se quedasen de “piedra”, pero seguro que lo pasarían como nunca en su vida ... Me ofrecí a quedar con ella y acompañarla en las gestiones. La chica titubeaba ... titubeaba ...titubeaba... Pero deseaba aceptar. Y aceptó.
Y quedamos. Y hablamos. Y se entusiasmó con mis “absurdas” y “locas” ideas. Y...Y....Y...

...Y ahí quedó todo.

En mero deseo por falta de valentía. Una vez mas triunfó la encorsetada, triste y gris normativa de lo que “debe ser” y el “qué dirán” sobre la alegre, colorista y apasionante libertad de lo que le “gustaría” que fuese. El Sol que por un instante había brillado en todo su esplendor quedaba oculto por negros nubarrones.

Esta entrevista con Mariam tuvo lugar a finales de la pasada semana. Dentro de dos será la celebración para la que trato de mentalizarme. No será fácil, la verdad. En el fondo, en el fondo, en el fondo .... aún espero ¡Que se yo! Quizá un pequeño “milagro”. ¡Pero los milagros son tan raros en estos tiempos!