Paisaje con nubes

Paisaje con nubes
SOL (Paisaje con nubes)

jueves, 24 de enero de 2008

HISTORIAS DE UNA ARTISTA PRINCIPIANTA:




SOL (Estudio de rostro)

Cuando confesé alegremente a mis padres mi propósito de dedicarme al mundo del Arte lo tomaron a una de tantas “fantasías” a las que ya les tenía mas que acostumbrados, pues así como en el “rol” familiar mi hermana mayor es la “formal”, “ejemplar” y “sensata” de la familia, yo ocupo el lugar de la que le “falta” un tornillo, o dos o quizá tres. Tuve que insistir. Expliqué lo mas vehemente que pude de qué forma me apasionaban las Artes Plásticas y cómo mi vocación era seguir la senda de los grandes pintores. Me escucharon muy atentamente, corroboraron la opinión que sobre mi tenían en cuanto a la falta de tornillos se refiere, y pensaron que, vale, mejor no contradecirme que ya se me pasaría. Por entonces era una niña.

No solo no se me pasó esa “fiebre”, sino que fue a mas y para que no cupiese duda alguna empecé a dedicar la mayor parte de mi tiempo libre a practicar, especialmente dibujo, y pedir que en los regalos que me hicieran fueran a base de material y libros de dibujo y pintura.

Comencé a tomar apuntes de todo lo que me llamaba la atención descubriendo cómo los motivos estáticos resultan modelos mas agradecidos que los que dinámicos que cuando levantas la vista del papel ya han variado su posición o han tenido la poca delicadeza de desaparecer. En un libro leí que el artista debe acostumbrarse a poseer “memoria fotográfica” lo cual es fácil de decir pero difícil de conseguir, sobretodo cuando el autor se limita a soltar la fracesita pero no dice ni media de qué hacer al respecto. Los paisajes bien que te vas, si se miraba el resultado con ojos muy poco críticos. Otro tanto con los objetos que me rodeaban. En el mismo libro recomendaban dibujar la mano propia. Me harté a reproducir mi mano izquierda. Era una soberana pelmada, pero no desistí. Llegué a conocer esta extremidad hasta los mínimos detalles. Los resultados para echarse a llorar, hora me había salido una pata de pájaro, hora el garfio de la mano amputada de un pirata, hora unos dedos como morcillas. Llegué a tomarla un poco de manía, la verdad. Lo que peor se me daba eran las figuras y, por supuesto, los retratos. Las figuras si se asemejaban vagamente a personas por la cosa de que tenían piernas, brazos y cabeza, pero resultaban muy poco convincentes. Mas bien asemejaban a “almas en pena” incapaces de mantener la verticalidad- En cuanto a los retratos, simplemente patéticos. Mis “modelos” prácticamente exclusivos, naturalmente, mis padres (mi hermana se negó desde el primer momento) quienes eran los que tenía mas a mano. Aprovechaba cuando leían o veían la tv que eran actividades en las que estaban razonablemente quietos. Luego les enseñaba el resultado de mis obras y una vez repuestos del susto me decían con voz nada convincente que “no estaba mal”. Si que lo estaba, so pena que mi padre fuera bizco y tuviera un ojo mas alto que el otro y mi madre una boca como un cocodrilo. Era descorazonador, aunque en el libro ya advertían que al principio sería así, pero que no había que desanimarse y había que seguir insistiendo. No me desanimé y continué con mi “cruzada”.

Recuerdo con verdadero horror las tardes veraniegas. Aludo expresamente a las veraniegas por ser, por lo visto, en las que mas tiempo libre tiene la gente, especialmente las señoras. No saben qué hacer de su vida y acaban “matando el rato” yendo a dar la lata a los conocidos con sus visitas. Por las mañanas, entre comidas y playa, no hay temor, pero, lo dicho, por la tarde, a partir de las 6 o las 7 y hasta la hora de la cena, era para echarse a temblar. Cuando la conversación languidecía mi madre me instaba a que mostrara mis dibujos y yo como una tonta iba pasando los folios garabateados entre falsos grititos de admiración que eran como un insulto. Normalmente me decían que “muy bonito” o “muy bien” antes de dejar su vista sobre la lámina. Otras inquirían si se trataba de un pez lo representado cuando a la vista estaba que trataba de ser un avión. Se llevaban la palma las señoras gordas, no se por qué, especialmente una que era gorda entre las gordas que de propina me daba un sonoro beso en cada mejilla. La tenía verdadera manía y la temía mas que a un nublado. Alguna que otra vez no atinaba muy bién sobre el sitio en donde depositar sus ósculos y me dejaba los oídos con un ruidito que hacía “Hiiiiiiiiiiii” durante un buen rato. Los señores eran mas pacíficos, limitándose a decir “esta niña promete” o “toda una artista” o cualquier memez semejante. La que mas disfrutaba era mi hermana. Esperaba con ansiedad a que llegara el momento dispuesta a pasárselo bien y no quedaba defraudada. Se reía a carcajadas de mis monigotes y hacía comentarios lo mas hirientes posibles. Otra en mi lugar se hubiera desmoralizado y dedicado a coleccionar margaritas o amapolas o a cualquier cosa distante de las Bellas Artes, pero yo soportaba el chaparrón estoicamente y escapaba con mis dibujos bajo el brazo a la primer ocasión.

Un buen día debió visitarme un ángel del Señor sin que me percatara de ello. Al tratar de dibujar la cara de una actriz mira por cuanto “apareció” el rostro de mi hermana. De casualidad, ya lo se. Mal encuadrado y casi saliéndose del papel, de acuerdo. La cuestión es que “era” mi hermana inequívocamente como así lo atestiguaban los comentarios de todos. “Es Olga”, “es Olga”, “es Olga” En efecto “era” Olga, y eso me permitía múltiples posibilidades.

Llegó la siguiente visita inoportuna y con ella el momento en el que mi madre exhibía las habilidades artísticas de su hija. Lo estaba esperando. Corrí en busca de mi obra, mi madre se preparó a recibir las consabidas lindezas sobre su hija, mi hermana se dispuso a la burla y los visitantes gimieron resignados ante lo inevitable. Entregué los dibujos a un señor alto, delgado y con cara tristona quien fue pasando las láminas musitando con voz monótona como en una letanía “muy bien”,”muy bien”, ”muy bien”... Al llegar hacia la mitad de pronto se detuvo, me miró, miró a mi hermana, estudió brevemente la lámina que tenia en las manos y rompió a reir con risa de conejo haciendo “ji, ji, ji..”. La señora que estaba a su lado , intrigada, le quitó la lámina, la miró, me miró, miró a mi hermana, de nuevo dio un vistazo al dibujo y empezó a hacer compañía a su vecino, pero haciendo “jo, jo, jo...”. Pronto fueron el resto de los visitantes los que agolpados tras la señora , miraban el dibujo, luego a su autora, después a mi hermana y finalmente estallaban en carcajadas. Mi madre estaba sorprendida, mi hermana bastante mosqueada y yo miraba hacia el techo, inocente como un angelito. Finalmente se descubrió el motivo de tal ataque de hilaridad. A la cabeza de aquel retrato de una actriz que por esos misterios que hay en la vida acabó pareciéndose a mi hermana como una gota a otra de agua, se le había añadido una espalda bastante mal hecha acabada en un enorme trasero que no ofrecía ninguna duda pero por si la hubiese un letrero en la parte inferior escrito con letras mayúsculas señalaba “Olga con el culo al aire”. La pobre Olga quedaba como la “niña del exorcista”, con la cara mirando hacia la espalda, pero eso junto a las descomunales posaderas era lo que daba mas gracia al dibujo.

Rieron de mi ocurrencia un buen rato mas. Mi hermana roja como un tomate, mitad por sentirse en ridículo, mitad de ira, me dirigía miradas asesinas que venían a significar que fuera preparándome para el momento que quedásemos solas. Lo esperaba, por eso no me separé de las visitas ni un instante, pero tan pronto la puerta de entrada se cerró tras ellas vino hacia mi como un huracán obsequiándome con una bofetada que agradecí con una patada en las espinillas y antes de que nuestra madre pudiera separarnos se las ingenió para darme un buen tirón del pelo. Hizo añicos su retrato y, ya puesta, esparció por el suelo el resto de mis dibujos. Se impuso finalmente la autoridad materna y si no consiguió que llegara la paz, si al menos el armisticio.

Mi hermana es la cosa mas pesada que existe cuando entra en el cuarto de baño. No se qué puede hacer tanto tiempo allí. A veces me hace sospechar si habrá sido raptada por extraterrestres valiéndose de una puerta en la cuarta o quinta dimensión. Como compartimos un cuarto de baño para las dos, si entra antes que yo me toca esperar y acabar aporreando a la puerta. Cuando está molesta conmigo ni que decir tiene que tarda mas a posta, y aquel día no es que estuviera molesta sino en el colmo de la irritación. Ocupó el baño sin darme opción a que lo hiciera yo antes. Sabía que me tocaría esperar un buen rato, pero no me importó en absoluto. Así tendría tiempo sobrado para hacerle la “petaca” en su cama.

2 comentarios:

Alex [Solharis] dijo...

Me ha gustado mucho saber cómo fueron tus comienzos en el mundo del arte. Desde luego tu hermana y tú sois la extraña pareja. Me he reído mucho con la simpática anécdota...

solselenia dijo...

Tengo mas anecdotas, pero no quiero centrarme en ellas para que este "blog" no se convierta en algo puramente "familiar".
Un beso