Paisaje con nubes

Paisaje con nubes
SOL (Paisaje con nubes)

domingo, 27 de abril de 2008

AMOR, ROSAS Y ESPINAS



SOL (Rosas)

Mi incondicional y persistente pretendiente catalán se me ha vuelto a declarar por enésima vez. En esta ocasión el feliz acontecimiento ha tenido lugar en un sitio tan, tan, tan romántico como es la Estación de Sants. La estación de las obras eternas. Sospecho que los obreros deshacen por la noche lo construido durante el día, pues si no no me explico. Los que conozcan el lugar coincidirán conmigo que difícilmente haya otro sitio mas apropiado para un evento de esta naturaleza. Rodeados de riadas de gente que van y vienen, maletas con ruedecitas que cuando no pasan airosas por encima de tus pies chocan contra tu trasero, saludos y despedidas, niños llorando, inmigrantes hablando en todas las lenguas de Babel, mil ruidos de mil procedencias distintas y altavoces anunciando las llegadas y salidas de los trenes en una megafonía semejante al eructo de un ogro malhumorado. ¿Se puede pedir algo mejor? La primera vez no me di ni cuenta de lo que me estaba diciendo. La segunda vez logré captar una palabra de cada tres. Buscamos, como lugar mas tranquilo, un rinconcito en una de las cafeterías. Los anteriores ocupantes de la mesa, que nos tocó en suerte, la habían dejado que asemejaba mas bien el basurero municipal y en la que teníamos colindante a la nuestra un niño berreaba, vete a saber por qué, mientras su desesperada madre intentaba hacerle entrar en razón a gritos. Maravilloso.

Nada nuevo bajo el Sol. Nada que no me hubiera dicho antes. Esta vez traía la lección mas ensayada y con argumentos mas sofisticados, eso si, pero en definitiva el resultado era el mismo. Cuando llegó a la parte esa de vivir solos los dos juntos, juntos, juntos durante toda, toda, toda la vida, durante toda, toda, toda la eternidad, como náufragos en una isla desierta, como Adan y Eva en el Paraíso Terrenal, un escalofrío recorrió mi columna vertebral como si un cubito de hielo se deslizara lentamente sobre ella. Le escuché sonriente con toda la atención y cuando finalizó le di un fuerte beso. No hacían falta palabras, sabía desde un principio que su pretensión era imposible aunque siempre tendría todo mi cariño. Mi amigo exhaló un suspiro. Al menos lo había vuelto a intentar. Los altavoces ya estaban anunciando la salida de mi tren. Al llegar a mi casa me encontré un correo pidiéndome que recapacitara. Al día siguiente otro, prácticamente idéntico al anterior. Pronto volverá sobre el tema. Como ya he dicho es mi pretendiente mas persistente.

Este ha sido el colofón de mi particular “diada de sant Jordi”. El día de la rosa y el libro, El santo de mi amigo. Uno de los mas queridos. También la onomástica de los Gerardos, según el calendario que tenemos en la cocina, aunque esto no venga a cuento que si lo digo es por mera curiosidad. Dentro de mi pequeño equipaje, haciendo compañía a las cuatro cosas necesarias para pasar una noche fuera de casa llevaba una rosa roja como la sangre con un tallo largo, larguísimo y un libro en el que por toda dedicatoria tan solo figuraban las palabras “te quiero”. Escritas con toda la pasión, con todo el sentimiento, con todo el corazón, con toda la amargura, no hacía falta añadir ni una letra mas. Se que son ciertas y me gusta leerlas. Si mi cuerpo pudiera dividirse en varios le regalaría uno de ellos., pero esto es imposible. Pretender que todo mi amor, toda mi ilusión, toda mi alegría, todo mi ser pertenezca a una sola persona en exclusiva es tanto como pretender enjaular al viento. En fin, así son las cosas.

miércoles, 16 de abril de 2008

LA CORDURA DE LA INSENSATEZ

Me ha dicho mi padre, con bastante sorna, que qué sorpresa verme por casa, que me veía mucho mas alta que la última vez y que nada que siga bien y hasta la próxima. Agregó que quizá fuera conveniente que me hiciera una fotografía para que recordasen como soy físicamente y así en las “escalas esporádicas” que hago por casa no me tomen por una “ocupa”. Bueno, tiene toda la razón. Me encanta viajar y a la primera ocasión que se me presenta ya estoy la primera con el equipaje en la mano, pero reconozco que últimamente me he pasado veinte pueblos. Ha sido un ir y venir y no parar. No es que hayan sido viajes de esos de dar la vuelta al Mundo ni nada por el estilo que han sido cosas modestitas, modestitas, pero tan concentradas en algo mas de dos semanas que por casa apenas si aparecía para decir “hola”, “adiós” y, si cuadraba la cosa, pedir algo de dinero para mi economía que la pobrecita no es que haga aguas, es que hace tiempo que se ha ahogado. Por otra parte, como estas “escapadas” han sido en días de diario y los fines de semana entre que salgo, me acuesto tarde, me levanto casi a la hora de comer, vuelvo a salir y todo eso, parece que haya estado ausente ni se sabe, pero lo cierto es que no ha sido para tanto.

Mi hermana, mas categórica, me espetó que ya va siendo hora que “siente la cabeza” y sea “responsable”. Al tiempo me recordó que la debía los cincuenta euros prestados en un momento tonto de debilidad. Uno de esos milagros que no suelen repetirse con mucha frecuencia en la vida. También tiene razón. Todo lo que me sobra a mi de voluble lo tiene ella con creces de sensata. Sensata y aburrida, que todo hay que decirlo. Quizá algún día consiga eso del “asentamiento de la cabeza” y la “responsabilidad”. Algún día, vete tu a saber cuando que hoy por hoy lo único que “asiento” es mi trasero sobre la silla. En cuanto a lo de la “responsabilidad” me da así como un poco de escalofríos solo de pensarlo pues la palabra me suena a una señora seca, enjunta, cara avinagrada, moño y gafas en la punta de la nariz . Prefiero la improvisación. Lo dicho, algún día me convertiré en una mujer seria, sensata y aburrida, pero hasta que llegue ese momento prefiero disfrutar siendo como soy.

La tercera en entrar en liza ha sido mi madre. Mas diplomática, comenzó por preguntarme que qué tal lo había pasado y qué tal mis amigas. Siempre que me ausento digo que voy con unas “amigas”. Así sin especificar mas. Creo que nadie se lo cree pues llevo diciendo lo mismo desde hace años, pero como en casa una norma sacrosanta de siempre es la de no inmiscuirse en la vida de los demás, dan por buena esta respuesta. Acto seguido soltó una andanada bajo la línea de flotación insinuando si no me parecería “interesante” preparar una oposición o similar. Lo de “similar” significa buscar un empleo fijo. Hace tiempo que de cuando en cuando y como el que no quiere la cosa alude a ello. El asunto de la pintura puede ser algo, llamémosle, “curioso”, como distracción para los ratos perdidos, pero no como una “solución” a mi vida, ni a la de nadie. Bueno, este parecer no es algo nuevo ya mi familia siempre ha opinado así y si ha venido disculpando mi inclinación artística ha sido por el doble motivo de mi firme decisión y la confianza de que acabase casándome y, bueno, entre parto y parto y a la espera de que mi marido llegase a casa del trabajo pues bien está que me entretuviera pintando cuados de florecitas como otras mujeres hacen ganchillo. El problema aparece cuando los motivos de mis cuadros no son precisamente de florecitas y cuando se intuye que no solo no tengo ninguna intención de formar pareja estable con nadie, medie el matrimonio o lo que sea, ni de llevar una vida medianamente ordenada.

Mis padres son muy liberales, y como ya he dicho antes no se inmiscuyen en nuestras vidas, pero aún así no verían con malos ojos que mi vida fuera un poquito mas “tradicional”. Mas reposada, vamos. Una solución sería que me atase, si no ya a la cosa del matrimonio, si a un empleo rutinario que me obligara a llevar una vida medianamente “normal”.

Ni que decir tiene que la familia ha estado hablando de mi en mi ausencia. Como no es la primera vez, no me pilla de sorpresa. No me pilla de sorpresa, aunque me irrita. ¿Por qué ese afán que tiene la gente de “normalizar” todo y dar por sentado de que lo que está dentro de la norma, “su” norma, fíjate qué bien y lo que está fuera pues qué espantoso? Sencillamente no lo entiendo. Si tal anormalidad supusiera algún peligro o daño para ellos, lo entendería, pero no suele ser así. Mas bien al contrario, los sujetos, llamémonos, atípicos solemos tener una gran sensibilidad y respeto hacia los demás. Simplemente somos “distintos”. Tenemos un concepto de la vida diferente.

En fin, pensaba hablar sobre mis viajes y al final me he puesto a filosofar.