Paisaje con nubes

Paisaje con nubes
SOL (Paisaje con nubes)

domingo, 19 de diciembre de 2010

PASITO, PASITO A LAS NAVIDADES










SOL (Un Mundo de Color)


Pasito a pasito ya tenemos encima las Navidades, aunque este año parecen menos Navidades que antaño y es que las fiestas no parecen que se lleven demasiado bien con la penuria económica que padecemos la mayor parte de la población. Las calles iluminadas con luces multicolores dan un cierto aire de triste resignación más que de alegría. Bajo ellas, la gente pasea, pasea y pasea. De cuando en cuando se detiene ante un escaparate y continúa paseando. Es lo más barato. Como hace un frío que pela las caminatas no se prolongan demasiado tiempo, el justo para airearse y saludar a dos o tres conocidos que se encuentren al paso. Los bares están bastante llenos de tertulianos que prolongan su estancia ante una sencilla consumición que se abstienen muy mucho de repetir. Los comercios con afluencia de público que mira, remira y vuelve a remirar los productos y, sobretodo, su precio. Se está muy a gusto en los establecimientos con esa calefacción que hace olvidar los rigores del exterior. Resulta entretenido revolver y rebuscar entre los mil productos que, finalmente, no se van a comprar. Es una manera de pasar el tiempo. Los restaurantes, en general, tienen reservadas sus capacidades, principalmente a la hora de la cena, en todo lo que nos resta de año. Han tenido que rebajar sus precios a costa de ofrecer menús más sencillitos, pero con todo, eso es buena señal. La de que de alguna forma la gente se revela y no se resigna ante esta amarga situación que sin saber por qué nos ha llovido del Cielo.




Pasito a pasito ya tenemos encima las Navidades, y como todos los años me han pillado desprevenida. Hace mas o menos un mes, me hice el “firme” propósito de que, lo que es a mi, este año, no me pillaban en esa sucesión de celebraciones de la que salía una con el estómago al revés y con la cabeza que no se sabía ni donde se tenía. Esos propósitos me los hice hace un mes o así, claro, luego me olvidé por completo y cuando ha llegado el momento me ha cogido tan de sorpresa como esa lluvia torrencial de verano que te cala hasta la ropa interior. Primeras proposiciones, pues bueno vale. Segundas, pues si a las anteriores les he dicho que “si” a estas no las voy a decir que “no”. Terceras, empieza ya el lío padre, no aceptan disculpas y además no se cuando ya me había comprometido con ellos. Y así…Más o menos como todos los años. Hay quien me ha dicho socarronamente que en estos días estoy más ocupada que un ministro. No se cuánto de ocupados pueden estar esos señores y señoras y, a decir verdad, nada me importa, en lo que a mi concierne bien puedo asegurar que estos días se convierten en auténtica pesadilla.




Problema añadido es el económico, dos y si acaso tres sencillas comidas o cenas pues hasta puedo absorberlas con mis paupérrimos ahorros. A la cuarta ya entro en la mas profunda crisis y, a partir de ahí, he de recurrir a la buena voluntad de mis padres, lo cual no me hace mucha gracia, como es de imaginar. En algunos casos, la reunión es en casa de alguno del grupo y la cena es de “sobaquillo” que se dice, de esas que cada cual coge alguna vianda de sus casas y luego se reparte lo que llevamos todos entre todos. Resulta mas asequible económicamente hablando, claro está, pero como eso ya lo hacemos habitualmente sin que sea Navidad pues no es plan. En ocasiones hay quién me invita y fíjate que bien. No suele ser muy usual que digamos pues la mayor parte andan tan mal como yo. Si acaso algún amante que quiere expresarme su pasión en una cena íntima y romántica, cuajada de violines húngaros y cupidos voladores. Pocos hay de esos, la verdad, primero porque encontrar un “sitio íntimo” para cenar en unas fechas en las que los restaurantes aumentan su capacidad al doble y te hacen estar como sardinas en lata, es como pretender tocar con un dedo en el Cielo. Segundo, porque si bien amantes apasionados no me faltan, a lo más que podrían llegar sus “posibles” es a invitarme a un “bocata” o una “pizza”, así sin más, sin violines húngaros ni cupidos voladores ni pececillos de colores. Si acaso a un paseo en coche en busca de un recóndito lugar, o al apartamento familiar playero que entrar allí es como hacerlo en el Polo Norte. Pero eso de romántico no tiene mucho que digamos.




Eventos, pues, desde comienzo del mes que hay quien está tan impaciente por iniciar las celebraciones que no puede esperar a mas. Al principio, poquitas, como fácil es de imaginar, la semana de los “puentes” pues tranquilita, tranquilita por estar la mayor parte de los conocidos fuera, la semana actual, de verdadero agobio, y la próxima, se adivina que va a ser un caos. A mayores, tendré que ayudar a mi madre a hacer las compras para los días de fiesta que se avecinan. Esto de las compras es algo que odio cordialmente. Ingenua de mí siempre confío que, por un extraño milagro, logre librarme de semejante quehacer, pero no hay forma. La que tiene una habilidad increíble para escaquearse es mi hermana, ya lo ves, y parecía tonta la moza. En fin, que me espera una semana de lo mas movidita, pero como eso es futuro no es cuestión de preocuparse ahora.




Hoy he decidido tomarme el día de descanso y permanecer en casa, encerrada a cal y canto, como un monje de aquellos que vivían toda su vida entre las cuatro paredes de la celda de su convento, sin hablar con nadie, nadie, nadie. Si acaso con algún pajarito que entrase por su ventana para visitarle, apiadado de su soledad. Bueno, esto es un poco exagerado, a decir verdad tan solo hace unas horas que estoy sola en casa que hoy hemos tenido, lo que se llama, “comida familiar al pleno”, de esas que te ponen un poco los pelos de punta pues lo que mas deseas es estar sola, pero que qué se le va hacer. Por otro lado, el teléfono ha sonado varias veces, intuyo que sea para mí, pero de momento he resistido la tentación de averiguarlo. Acabaré sucumbiendo, claro está. Todavía es muy temprano, aunque si miras por la ventana te parece que son las tantas pues es ya noche cerrada, y a fin y al cabo hoy es domingo, y un domingo sin darse un “garbeo” por ahí parece como que no.




De nuevo ha sonado el teléfono y he sucumbido estrepitosamente en mis propósitos de soledad que antes de que pudiera apercibirme de lo que hacía ya tenía el auricular en la oreja. ¡Ay, Señor, Señor! Admiro profundamente a los que tienen fuerza de voluntad, se mantienen en sus trece y saben decir que “no”. Por mi parte como de eso no tengo nada en cuestión de un segundo he decidido romper el monacato. Dentro de algo más de dos horas vendrán a buscarme un grupo de amigos para una salida de esas sin plan previsto que lo mismo puede finalizar en media hora o extenderse a lo largo de toda una noche. Una verdadera delicia. Y pasito a pasito continuamos con la fiesta.




lunes, 6 de diciembre de 2010

CAOS AÉREO DESDE EL SOFÁ












SOL (Jarra con girasoles)



Si alguna “ventaja” hemos de tener los que somos “pobres de solemnidad” es la de que cuando llega un “puente” de estos, tan apetecible y tan idóneo para viajar a donde sea, y te ves obligada a quedarte en casa mordiéndote las uñas muerta de envidia hacia los que se van a pasárselo tan bien, si ocurre luego algún “sarao” como el que se ha montado con la huelga de los controladores, que no se sabe si es huelga o qué pero que, sea lo que sea, han hecho la puñeta, directa o indirectamente, a varios millones de personas así como el que lava, al enterarte por la Tv de semejante folklore mientras estás tan ricamente tumbada en el sofá y piensas que, de haber dispuesto de algún euro mas, serías parte integrante de semejante berenjenal, piensas que, pues oye, en casita tampoco se está tan mal. Sobretodo cuando el resto de la familia se encuentra allá lejos por esos mundos de Dios.


Me encuentro sola, solita, sola, campeando a mis anchas sin nadie que me moleste. Placer de dioses, de diosas y del Olimpo entero. Mis padres en el apartamento de la playa que les gusta mas que a un tonto un bolígrafo. Con el frío que hace es para tener valor, pero mira, a ellos no parece importarles la climatología. Mi hermana con su noviete y otros amigos de ellos, rumbo a Berlín, o, al menos, esa era su intención inicial que anteayer me enteré por mis padres que habían quedado “atrapados” en el Aeropuerto del Prats. De entonces acá no sé nada de ellos. Ni mis padres me han llamado para decirme alguna novedad ni yo les he telefoneado para interesarme. Ya se apañarán, digo yo. No creo que les coma ningún lobo feroz. A mi hermana me la imagino histérica perdida, si habitualmente lo está pues en una situación caótica como ésta para qué contar. Ya me enteraré de más pormenores a su regreso. De momento compadezco sinceramente a todos los que estén a su alrededor.


Por la Tv voy enterándome de alguna novedad de semejante follón que es de órdago a la grande y no acaba mas que empezar. En las diversas cadenas coinciden en que la culpa es de los controladores aéreos que les ha dado por no ir a trabajar, una gran parte aduciendo que, de golpe y porrazo, se han puesto enfermos lo cual, naturalmente, es mas que mosqueante. Consabidas imágenes de una multitud de pasajeros que se encuentran mas tirados que una colilla, a la espera de una solución milagrosa y con una cara de mala leche que ya ya. Las clásicas entrevistas a la pasajera que pretendía ir a no se donde y ahora ahí a la espera sin saber qué hacer, la niña que viaja sola, los minusválidos que tienen su medicación en la maleta y que como la han facturado no hay forma de recuperarla. En fin, los pequeños grandes dramas con los que las cadenas televisivas nos obsequian en estos casos. Todos coinciden en que los controladores son unos verdaderos “cabroncetes” y que una huelga así no se hace. En un momento dado sale un balbuceante ministro de Fomento diciendo que tales señores son unos insensatos y que se preparen que van a saber lo que es bueno. Posteriormente será el Ministro Portavoz del Gobierno el que les amenace con las penas del Infierno. Pero los aeropuertos continúan cerrados.


El Gobierno decide llevar al ejército a las torres de control, total para nada pues a la hora de la verdad como sus controladores no están habilitados para regular el tráfico civil todo continúa igual pero con militares uniformados paseando de acá para allá sin saber qué hacer. Digo yo que los señores del gobierno bien se podrían haber enterado antes de montar semejante “numerín” pues si es por asesores que les aconsejen tienen para dar y tomar.


Se opta entonces por declarar el Estado de Alarma en base a unos supuestos tan traídos por los pelos que no falta en Internet quien afirme que son totalmente ilegales. Sea como fuere los controladores quedan dentro del ámbito militar y, enfermos o no, son llevados a punta de pistola hasta sus puestos en la torre de control. Los aviones empiezan a salir y aterrizar, pero el tapón existente es de tal magnitud que a saber cuándo se podrá regularizar.


Mas o menos esta es la historia del último “show” acaecido en este País. Naturalmente, y por lo que me he podido ir enterando acá y alla, principalmente en Internet, la cosa no es tan simplona como suponer que a un colectivo, así porque así, porque les ha dado por hacer una gamberrada o porque un extraño virus les haya afectado la cabeza y se les hayan “cruzado los cables”, decidieran de buenas a primeras paralizar todo el espacio aéreo que detrás de todo esto hay un verdadero “culebrón” en el que el propio Gobierno está metido hasta las narices y un poco mas.


Por de pronto el Gobierno, según lo ha reconocido, tenía conocimiento desde hacia días de la posibilidad de esta huelga. Estaban tan a la espera de que sucediera que los ministros mas significativos, tan dado ellos a hacer turismo a costa del erario público, habían decidido renunciar a las vacaciones y permanecer en sus sillones. Hasta el propio Presidente declinó “hacerse la foto” con los dignatarios americanos y quedarse en Madrid. Y renunciar este buen señor a una “foto”, con lo que le gusta, son palabras más que mayores. Así pues lo sabían ¡Y no tomaron ninguna medida para remediarlo! Increíble. Aducen que no se esperaba que la situación fuera tan “grave”. O sea que si en vez de 330.000 pasajeros afectados hubieran sido sólo 100.000 pues eso, que les den. Lo dicho, increíble la irresponsabilidad a la que se puede llegar.


Orquestada por el propio Gobierno se ha hecho una exhaustiva campaña contra los Controladores Aéreos indicando lo “mucho” que ganan y lo “poco” que trabajan. Se exagera hasta lo inverosímil, claro está, pero como si de lo que mas sobrado estamos en España es de envidia, el público en general ha “entrado al trapo” sin pensárselo dos veces llegando al convencimiento de que estos señores se llenan los bolsillos a rebosar por estarse tocando las narices todo el día. Se omite, naturalmente, las características y penosidad del trabajo que realizan y que tanto el sueldo que perciben como horario de trabajo, no es algo que venga como caído del Cielo, sino que ha sido otorgado por el propio Gobierno, los mismos que ahora se quejan de lo mucho que ganan, como consecuencia de una negociación colectiva.


Se les da una imagen asociada a la vaguería, a la de un colectivo de gente indeseable que no conforme con vivir de los demás con sueldos millonarios, pretenden hacerlo sin dar un palo al agua. Se omite, sin embargo, el grado de indefensión al que, al mas puro estilo dictatorial, se han visto sometidos, así como el apoyo que han tenido de los sindicatos y las protestas de éstos ante el Gobierno ante una situación de fragante injusticia. No se habla que desde el mes de Febrero existe una negociación abierta con el Gobierno que éste ha resuelto, sin mas diálogo, mediante una Ley en la que, a lo que afirman, se vulnera descaradamente los derechos que ampara La Constitución.


En fin, me estoy extendiendo mas de la cuenta y no es el propósito de este “Blog” hablar de Política (que, dicho sea de paso, es algo que odio). Detrás de todo y como parte importante, importantísima, queda la privatización parcial de AENA cuyo propósito, según el Gobierno, es el de recaudar fondos para “tapar agujeros” en esta economía maltrecha que ellos mismos han hundido pero que, según varios “Blogs” que me he ido encontrando por aquí y por allá, oculta un formidable negocio particular. Sinceramente aquí me pierdo un poco o un mucho y en todo caso prefiero no indagar. Baste decir que los sindicatos han denunciado estas medidas y tienen programada una huelga para protestar por esta privatización.


En la prensa de hoy (dos días después de iniciar este escrito) he visto la fotografía de un exultante Pepe Blanco, Ministro de Fomento, y unos titulares en los que declaraba que “era hora de hacer justicia”, lo cual me parece la mar de bien. Lo de “hacer justicia” se refiere, ni que decir tiene, a los más de 400 controladores expedientados y a mi modesto e ignorante parecer esto es quedarse muy corto. ¿Y las otras responsabilidades? Me refiero, por supuesto, a las políticas.


Me parece estupendo que se penalice a los controladores siempre y cuando se demuestre que hayan cometido delito para lo cual habrá que demostrar que ninguno de ellos no tenían mermada la capacidad física o psíquica requerida, pues de acuerdo con la Ley promovida por el propio Ministro :

Deberán abstenerse de ejercer dichas funciones y de realizar tales actividades en caso de disminución de la capacidad física o psíquica requerida. El personal de control al servicio de la Entidad Pública Empresarial «Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea», que aprecie dicha circunstancia, deberá someterse de manera inmediata a reconocimiento por parte de los Servicios Médicos que facilite la Entidad, quienes verificarán la concurrencia de la misma, y determinarán si ello ha de dar lugar al apartamiento de su puesto de trabajo.”

¿Han sido sometidos de “forma inmediata” al preceptivo reconocimiento o por el contrario el único “reconocimiento” ha sido el de un guardia civil y su pistola? Y de ser esto último, si se han visto obligados a trabajar por la fuerza en una situación tan poco apta para regular el tráfico aéreo ¿Quién sería responsable de haber existido una catástrofe aérea?


Pero, como decía antes, a mi modesto e ignorante parecer y entender, existen también responsabilidades políticas de las que el Gobierno no quiere ni oir hablar. Veamos, que, a estas horas del “baile”, que el Ministro de Fomento que tanto habla de “hacer justicia” no haya presentado ya su dimisión resulta cuanto menos alucinante. Aún en el supuesto inverosímil de que todo le hubiera pillado de nuevas y fuera mas inocente que un recién nacido, un caos de semejante envergadura conlleva su dimisión pues a fin de cuentas es el máximo responsable. Alguna desventaja, creo yo, tiene que tener el ser Ministro.

Y con todo lo dicho se ha acabado el escrito. Anteriormente decía que no quería hablar de política y al final lo he hecho. Poquito, pero demasiado para mis propósitos. Espero que no me vuelva a ocurrir.




domingo, 28 de noviembre de 2010

MEDITACIONES EN LAS TINIEBLAS

En mi última entrada hablaba sobre una “idea luminosa” que, desde tiempo atrás, andaba zumbando en mi cabeza como si fuera un moscardón. Una locura, demasiado loca como para que tuviera algún asomo de éxito. Quizá por su eso mismo, por su propia irracionalidad, fuera por lo que me atraían sus cantos de sirena hasta el punto de acabar sucumbiendo. A veces las locuras muy locas se tornan en realidad que si con la quietud tan solo se obtiene aletargarse en la conformidad, es con la osadía el único camino para conseguir el éxito. Eso ocurre a veces, claro está, que cuando el Hado está en que no ya te puedes empeñar lo que quieras que va a ser que no y en mi caso ha sido que no. El viaje a Munich, aquel ya lejano viaje a Munich, lleno de ilusiones, pretendiéndome comerme al mundo en un bocadillo quedó reducido a una mera visita turística, agradable y todo lo que se quiera, pero que distaba mucho del propósito original. Así ocurre con las locuras muy locas, o conquistas un Imperio como Hernán Cortés tras destruir sus naves o te precipitas contra el suelo como Ícaro cuando alegremente volaba hacia el cielo emulando a los pajaritos. En mi caso ni me he dado ningún batacazo, ni he conquistado nada. Tan solo me he limitado a echar un breve vistazo a través de una ventana para comprender al instante que todos mis planes deberían de esperar y matizarse un poquito o un muchito.

Regresé, pues, a casita. A la de mis padres, se entiende que si ya me gustaría tener la mía propia y llevar una vida libre e independiente, eso, de momento y hasta vaya usted a saber cuándo, es tanto como soñar con tocar la Luna con un dedo. De nuevo a la “normalidad”, a la vida cotidiana que pesa sobre mi como una losa. Qué bien. Pocas perspectivas parecen abrirse ante mí que los tiempos en los que estamos, con una economía hecha unos zorros, no son como muy propicios para mercados artísticos y lindezas por el estilo, máxime cuando se trata una artista como yo de la que han oido hablar cuatro gatos, quizá exagere y sean solo tres. La inmensa, inmensísima, parte de los compradores lo hacen mas por la firma que por la pintura en si, por la cosa esa de la especulación y tal que el arte en si les importa tres pepinos y medio. Pocas perspectivas, en efecto, y aún así no debería quejarme que cuando echo una mirada hacia la mayor parte de mis amigos la situación no es muy halagüeña que digamos. Vale, no me quejo, que tanto me va a dar, tan solo constato un hecho. A trancas y barrancas y casi de verdadero milagro seguiré “tirando”, al igual que lo he hecho hasta ahora y vete tu a saber por cuanto tiempo.
Regresé, pues, a casita, como ya he dicho, para caer en una apatía total. Maravilloso. El tiempo detenido ante mis narices y yo contemplando las musarañas en un estado de indiferencia total. Pinto poco y lo que hago no me gusta, tampoco tengo mayor ilusión por descubrir nuevos caminos artísticos. Hasta finalizar las pocas obras en curso se presenta como un verdadero martirio. Acabé en una dejadez total de la que, poco a poco y afortunadamente, he ido saliendo. Pronto a unirme a cualquier jolgorio nocturno que, de prolongarse hasta altas horas, mejor que mejor. Y si la juerga es loca y desenfrenada, de maravilla. Aunque esto no es ninguna novedad, reconozcámoslo, como tampoco lo es el levantarme de la cama a media mañana cuando no cerquita ya la hora de comer. Por lo demás, el resto del tiempo prácticamente se puede resumir en un continuo afán por quemar las horas sin mayor ilusión que desear que pasen. Largas horas ante el ordenador navegando sin ton ni son por Internet. Ninguna otra utilidad, ni poner un poco de orden en el batiburrillo de carpetas archivadas ni siquiera abrir el correo que estaba a punto de reventar pues la mayor parte de mis conocidos solo pueden contactar conmigo a través de e-mails. Cuando finalmente decidí abrirlo me encontré con más de 200 mensajes esperando pacientemente a que me decidiera a leerlos.

Días vacíos y angustiosos que, afortunadamente, han quedado atrás como una mala pesadilla. No es que la situación haya cambiado ni un ápice, simplemente he optado por seguir la táctica del avestruz escondiendo mi cabeza lo mas profundamente posible en la tierra para no ver lo que ocurre a mi alrededor. Mis amigos, conocidos, la gente mas afín, aquéllos con los que me encuentro cada día, con aquéllos que no he cruzado nunca ni media palabra pero que por terceros conozco su vida y milagros, cada día que transcurre se encuentran en una situación mas caótica. Muchos ni se acuerdan de la última vez que cobraron un sueldo a fin de mes, otros tienen la suerte de conservar un empleo cada vez mas en precario, los afortunados que han logrado aprobar cualquier oposición para acceder a alguna plaza de la Administración, pues fíjate qué bien aunque en contrapartida les esquilmen parte de su salario porque si. Los que aún no han finalizado sus estudios maldita la gana que tienen de hacerlo sabiendo que les esperará el desempleo mas absoluto, y los que tienen ya su título debajo del brazo preparan oposiciones de lo que sea sin acertar que otra cosa hacer de su vida. Los jóvenes y los que no son tan jóvenes vivimos en casa de nuestros padres y a saber por cuánto tiempo. Eso contando que los progenitores aún conserven algún ingreso que en otro caso las cosas se complican. Los comercios desaparecen de día en día como tragados por la tierra. Los letreros que anuncian “liquidación por cierre” son ya un motivo más del paisaje urbano. Un tiempo prudencial mas tarde será sustituido por otro nuevo cartel indicando que se alquila el local y allá permanecerá muerto de risa por tiempo y tiempo pues ofertas de alquileres son lo que sobran. Los jubilados temerosos de que les quiten parte o todo de su pensión que de hecho ya han sido convenientemente esquilmados con su congelación. A veces este es el único ingreso familiar donde se cobijan hijos y nietos.

Por encima de este desastre, volando sobre una nube dorada están los políticos, los que nos han conducido a esta hecatombe. Tenemos para dar, regalar y aún nos sobraría un buen puñado. Junto a ellos los amigos, amiguetes, amiguillos, afines y demás especialistas en el alegre arte de vivir del erario público sin dar un palo al agua. Vivir bien, se entiende, en plan ricachón que hacerlo como un infeliz no tiene mérito. Si se hiciera una ciudad para todos ellos sería la segunda o tercera de España en población. Maravillosa nube dorada que navega sobre los infelices mortales en un alegre jolgorio de ineficacia, injusticia, mentira y corrupción. Toda una gozada.
Leer los periódicos es caerse la moral por los suelos. Mejor ignorarlos. Mirar a nuestro alrededor es encogérsete el corazón. Mejor, lo dicho anteriormente, esconder la cabeza lo mas profundo posible, como los avestruces. Quizá lo sensato sea ignorarlo todo, tratar de mantener la mente en blanco y llevar una vida desenfrenada, cuanto mas mejor, aun a riesgo de la autodestrucción. Es posible que sea lo más sensato, no lo sé, aunque no deja de ser una idea.

lunes, 11 de octubre de 2010

LA ULTIMA LOCURA


SOL (Altivez)

Una vez mas regreso a mi “blog”. La última vez que publiqué algo anuncié a los cuatro vientos mi “inquebrantable” decisión de hacerlo cada poquito, muy poquito. Creo que una vez a la semana o así, aunque prefiero no averiguarlo.


De aquel firme propósito ya han transcurrido meses. Lo mismo ocurrió la vez anterior y mucho me temo que en mas de una entrada prometería firmemente algo similar. Este “blog”, reconozcámoslo, es todo menos un “blog”, lo que se pretende que sea un “blog” que qué menos que existan publicaciones mas o menos regulares,. es un puro cachondeo. Me resigno a que así sea. Soy un desastre y pretender que por arte de “birlibirloque” vaya a cambiar, sería tanto como pedir peras al olmo. Aquí me encuentro dispuesta a escribir no se qué y enviarlo sin sello ni dirección hacia la estrella mas cercana con la esperanza de que ET pase por allí en su platillo volador y me lea.


Me encuentro con un pié aquí y otro allá. El “aquí” es Valencia, la casa de mis padres, mi hogar. El “allá” es “Munich”, lo desconocido. De haber encontrado billetes baratitos en algún vuelo a estas horas estaría “allá”. Como pretender encontrar vuelos baratitos a última hora cuando tenemos ante nuestras narices un “puente” de varios días festivos, mas que apetecible para programar viajes con meses de anticipación, es como pretender que le toque a uno la lotería sin jugar, pues eso, me encuentro “aquí”. La próxima semana Dios dirá.


Siempre he sentido deseos de cambiar, volar, conocer, pienso que el permanecer inmóvil en un lugar y máxime para un artista, es anquilosarse. Hace falta ver, sentir, respirar nuevos aires, nuevas experiencias. Entiendo que la vida debe ser un aprendizaje continuo, pero ese aprendizaje hay que irlo a buscar que malamente puede llegar si una se encierra entre cuatro paredes. En cuanto me ha sido posible he procurado viajar abriendo bien los ojos, los oídos y la mente para absorber hasta lo mas mínimo de lo que me rodeaba, pues cada lugar, cada persona y cada momento tiene su magia especial. Viajes cortos, claro está. Viajes turísticos de los que tan solo se obtiene, pues eso, una tenue imagen de lo que más bien se desea que sea y que nada tiene que ver con la realidad. Gratifican, claro está, pero aportan muy poquito. Lo que yo deseo es algo mas. Un cambio total en mi vida y en todo lo que me rodea. Lo deseo y a la vez se me hace muy difícil romper con mi vida actual. Me gustaría tener dos cuerpos para que uno permaneciera aquí y el otro se marchara a la ventura por esos mundos de Dios.


En Munich vive mi amiga Mamen. Mi gran amiga. No es la primera vez que viajo a esta ciudad dado que existe vuelo directo y en unas tres horitas te plantas allí tan ricamente. Ni siquiera tienes que andar dando explicaciones en casa que basta con decir que vas a pasar el fin de semana fuera, sin mayores detalles, y sanseacabó. Es como dar un pequeño saltito. Ella me ha puesto en contacto con un el propietario de una pequeña de galería de arte quien me ha hecho, esporádicamente, pequeños encargos, normalmente retratos, que pinto, claro está, basándome en fotografías dada la distancia. Nada del otro mundo, aunque tengo mi pequeño, pequeñísimo éxito y con los cuatro euros que obtengo me permiten pagarme un nuevo viaje para entregar mis trabajos y poco más. Como ya he dicho, nada del otro mundo, aunque como algo es algo, tan contenta.


Hace tiempo que ronda por mi cabeza hacer una nueva locura. Dar el “salto” y establecer mis reales en Munich, o mejor dicho, estar “a caballo” entre Munich y Valencia. Alemania me atrae poderosamente, con el aliciente de que el arte está mas valorado que aquí (o al menos eso creo yo). Primer paso, Munich. Segundo paso, Berlín que es toda una meta. Inconveniente gordo, gordísimo, que conozco del idioma alemán tanto como del chino o, si se quiere, como del Etrusco o del Arameo. Parece ser que empleando el inglés no se tienen mayores problemas. Siempre es un consuelo saberlo. Lo malo es que mi inglés es sumamente deplorable pues soy la persona más negada para los idiomas que existe. Mamen me anima, pues está deseando que vaya, y yo que deseo escuchar sus cantos de sirena, pues la cuenta justa.


En fin, en fin, en fin, que pasado mañana volaré hacia Munich. De momento para eso, para pasar unos días con Mamen y regresar.. Así se lo he dicho a mis padres y se han encogido de hombros pues están mas que acostumbrados a mis idas y venidas. Naturalmente hay algo mas. Este viaje tiene por objeto valorar mas a fondo las perspectivas que pueden ofrecérseme, buscar un lugar que pueda servirme de alojamiento y estudio, que sea asequible a mi economía, intentar apreciar hasta qué punto puedo desenvolverme en un lugar donde idioma y costumbres son desconocidas para mi. En definitiva, tratar de estimar si esta nueva locura queda tan solo en eso, en una locura, o bien es una locura rematadamente loca. Ya veremos.

domingo, 22 de agosto de 2010

BUENAS INTENCIONES


SOL (Entrada al Jardín del Edén)


Las buenas intenciones que tenía al rescatar este “block” y publicar como una descosida, parece que se han ido al garete. ¡Qué desastre soy, Dios mío! Hace mas de un mes que mandé a la estratosfera mi última entrada prometiendo por lo mas solemne que, si hasta la fecha he sido algo así como la veleta de un campanario, estaba firmemente dispuesta a corregirme y que mis escritos volarían a un ritmo de, por lo menos, uno a la semana, o, en todo caso cada dos semanas, que tampoco hay que exagerar. Buenas intenciones destinadas desde un principio al fracaso mas estrepitoso que si en cualquier otra época del año esto de fijarme obligaciones ha sido como intentar que navegue un barco de plomo, en verano, cuando se acumulan las idas y venidas en un no parar para no hacer nada, pues para qué hablar. Quedan en el tintero un montón de pequeñas anécdotas acaecidas durante todo este tiempo con el “firme” propósito de sacarlas a la luz mas adelante. Ese “más adelante” con el que, con tanta frecuencia, pospongo mis quehaceres representa un vago lugar perdido en el tiempo. Qué se le va hacer.


¿Qué he hecho en estos dos meses y un “poquito” que han transcurrido desde mi última entrada? (¡Ah! ¿Pero es posible que haya pasado tanto tiempo?) Veamos, veamos…. Ya casi ni me acuerdo. Hagamos un poco de memoria. He dedicado, claro está, un cierto tiempo a mis quehaceres artísticos, aunque, todo hay que decirlo, (¡Ay!) menos del que debiera. Mas bien he de reconocer que la pintura la tengo bastante abandonadilla, la pobre. Alguna que otra vez me “he dejado caer” por el estudio, mas para finalizar algún encargo que tenía a medias desde el año “catapún” que otra cosa … y sanseacabó. Un desastre. Me remuerde la conciencia, pero ya se me pasará. ¿Qué más? Pues lo típico de los días veraniegos, tratar de divertirse a tope, acostarse a las tantas y levantarse casi a la hora de comer. Si añadimos que, con este calor, una siesta es verdadero “placer de dioses”, se comprenderá que pocas horas van a quedar disponibles al día para otros menesteres. Y aún hay más cosas que son los viajes que proponerme cualquier desplazamiento y en un santiamén ya estar dispuesta hacia la aventura, con la maleta en la mano, es todo uno. Bueno, cuando hablo de “viajes”, así, tan olímpicamente, que nadie piense en una “vuelta al mundo en 80 días” a lo Julio Verne ni en nada remotamente parecido que mi economía no está para “altos vuelos” (ni para “medianos”… mas bien para “bajitos”, “bajitos”).


Mi viaje “estrella” ha sido a París (¡Ah!¡Ah!¡Ah! ¡Qué bien ¿Verdad?). En total una semanilla, incluyendo la ida y la vuelta. Viaje baratito, baratito, tanto que da hasta risa. Me pasé los quince días precedentes haciendo números que nunca cuadraban y dando paseos a la agencia de viajes por si, por un casual, hubiesen recibido alguna oferta más asequible. Al fin conseguí algo que se acoplase a mi maltrecho presupuesto. Viaje baratito, baratito, como ya he dicho que llevaba aparejado, lamentablemente, el ser “cutrecito”, “cutrecito”. Hotel sencillito, sencillito, sencillito con unas habitaciones pensadas para “pitufos” o para los enanitos de Blancanieves. No había chinches, ni cucarachas, ni lagartos, ni cocodrilos, eso si y menos mal, pues el habitáculo mugriento hacía sospechar que algún poco agradable “inquilino” estuviera agazapado bajo las camas. Tampoco había cuarto de baño, aunque si, en un rincón de la habitación y oculta tras una cortina de un plasticucho que se te pegaba a la piel como una lapa, una “especie” de ducha que funcionaba a su aire, esto es, mas bien mal que bien. Agua fría y caliente en “plan sorpresa”, tan pronto eran unos cubitos de hielo los que recorrían tu espalda o la lava ardiente de un volcán la que te dejaba escaldada como a un pollo. Imposible cerrar los grifos a tope y eliminar esa dichosa gotita cuyo “pling”, “pling”, “pling”, te acompañaban toda la noche. De las camas para qué hablar. Colchones de muelles … de cuando se inventaron los colchones de muelles. Toda una reliquia de museo. Al echarte gemían haciendo “boiiiiingg”, y en cuanto te movías lo mas mínimo, otra vez “boiiiiingg”, “boiiiiingg”. Se puede decir que era una “habitación musical”.


Cuarto de baño completo en el pasillo, a compartir con todos los infelices que no lo teníamos en la habitación. Eso de compartir el aseo me daba un poco de asquillo, la verdad, aunque he de reconocer que estaba aceptablemente limpio. Como suele suceder en estos casos, por algún extraño misterio todos los usuarios parecíamos ponernos de acuerdo para acudir al mismo tiempo con lo que la inevitable espera, resultaba, a veces, realmente angustiosa.


El desayuno, sistema “buffet” libre, estaba incluido en el precio, no era gran cosa, no había mucha variedad y lo que se ofrecía era corrientucho, corrientucho, comenzando por el café tipo “americano” de esos que no son mas que agua caliente con un ligero toque de color y ausencia total de sabor. No era gran cosa, no, pero tampoco le hacíamos muchos ascos. Tras unas breves ojeadas a los precios de las cartas de algunos restaurantes, el mismo día de nuestra llegada, llegamos a la conclusión que, con nuestros angustiosos haberes, sólo nos podíamos permitir el lujo de realizar una sola comida de restaurante al día que estimamos como mas conveniente fuese la de la cena. Desayunábamos, pues, como náufragos hambrientos y con algunos panecillos nos preparábamos unos bocadillos para tomar al medio día y así subsistir hasta media tarde en que acudíamos a algún italiano a tomarnos una “pizza”, o algo similar, que pagábamos a precio de oro, pues los precios parisinos son de agárrate y no te menees. En fin, un amigo mío me decía que hay dos tipos de turistas, aquellos afortunados que cuando ven un restaurante que les agrada entran en él sin mas, y los “pringaos” que lo primero que hacemos es pegar las narices en la carta de precios del exterior, y, tras estudiarla concienzudamente, marcharnos agitando la mano y diciendo “¡Uffff!¡Qué caroooo!”.


¿París? Pues un batiburrillo. Coches, coches, coches y mas coches. Gente, gente, gente y mas gente. Según por donde resultaba hasta agobiante no poder dar ni un paso. Dicen que es la ciudad mas turística del mundo, a lo que vi, y podría decir que sufrí, comparto plenamente esta opinión. Me parece muy bien que sea la ciudad más turística del mundo, pero hubiera deseado que no lo fuera tanto o, al menos, que esas riadas humanas hubieran elegido otra fecha para visitarla. Por lo demás, muy agradable, tremendamente agradable. Andas mas que un tonto en un día de feria, eso si, pues las avenidas son interminablemente largas y siempre acabas cayendo en la trampa de mirar el plano y decir la mar de optimista, “¿Para qué vamos a coger el “metro” para ir desde aquí hasta allí si total “está al lado”?”. En el plano todo parece estar razonablemente cerca, pero ¡Ay en la realidad! Bares, bares, bares y más bares. Las terrazas de los bares se juntan unas con las otras en una sucesión continua, todas ellas con unas mesas pequeñitas, pequeñitas que parecen de juguete pero que son para que pueda entrar más gente. Los asientos, por supuesto, juntitos unos a otros que no sabes si te sientas en el tuyo o encima de las piernas del cliente que está junto a ti. Otro tanto ocurre en los restaurantes y aquí la cosa se hace mas complicada para poder desenvolverte con la comida. A veces no sabes muy bien si estás comiendo de tu plato o del vecino. Calor, calor, calor y más calor. En Invierno, por lo visto, hace un frío que pela, pero eso es en Invierno, en esta ocasión no parecía sino que estuviésemos en un horno. Todo muy caro, demasiado caro para una economía como la nuestra ya de por si bastante exigua. Tomar una consumición era para pensártelo dos veces.


Museos, museos y más museos, en total visité siete. La desesperación de mis compañeros de viaje y eso que les advertí bien advertido que el motivo primordial que tenía era el de acabar de cuadros de pintura hasta que me saliera por las orejas. Protestaron, “No, no, si nosotros “también” queremos visitar todos esos museos ¡Naturalmente!”. A la hora de la verdad descubrí que la idea que tenían de “visitar los museos” era la que tiene la inmensa, inmensísima mayoría de la gente, esto es la de recorrer, guía en mano, lo máximo posible de la ciudad y “si cuadraba por casualidad” entrar en el d’Orsay, Carnavalet o en el Centro Pompidou por la cosa de decir que habían estado allí. En los museos hay aire acondicionado y bancos en los que poder descansar. Visita rápida y a continuar. Justo lo contrario de lo que yo pretendía que era la de ir de museo en museo atiborrándome hasta la saciedad de arte y lo que se pudiera ver por el camino, pues, bien visto era. Pronto me di cuenta de lo absurdo de mi pretensión. No era ya que, bueno, me puede chiflar la pintura todo lo que se quiera, pero no podía pretender que a los otros les ocurriese lo mismo. Existía, a mayores, otro inconveniente añadido con el que no había contado capaz de hacer desfallecer las ansias artísticas del más pintado y era la enorme afluencia de público que te impedían ver las obras de una forma medianamente aceptable. Resultaba realmente irritante. En fin, mis compañeros se armaron de paciencia conmigo y por mi parte procuré no embobarme demasiado en la contemplación de cualquier obra, tratando de luchar, a la par, con la calva de ese patoso que siempre aparece como por arte de magia y se planta ante nuestras narices.


Risas, risas, risas. Cuando se está en precario hace gracia las tontadas mas impresionantes, vete tu a saber por qué. Como extras llevábamos un viaje nocturno por el Sena y una visita a Versalles. El viajecito fluvial nos pareció un poco “el timo de la estampita” por lo cortito que resultó. Quizá fuera que la idea que nos habíamos hecho era algo así como el equivalente de recorrer el Nilo de punta a punta y, evidente, no tenía que ver lo uno con lo otro. Una vueltita bajo los puentes y ya está. Se hizo demasiado corto, como ya he dicho.


En cuanto a Versalles, pues, pues, pues… ¿Qué quieres que te diga? Si ya he hablado del barullo de gente existente en Paris, ahí era como multiplicarlo por diez. Un verdadero agobio y encima un día con un Sol de justicia. La impresión que me quedó fue la de haber perdido lastimosamente una mañana. A cada uno de los del grupito nos habían dado una especie de auricular por el que escuchábamos las explicaciones de nuestro guía. Como todas las excursiones - que había cantidad - llevaban el mismo sistema, ver aquella multitud de gente, todos con el auricular en la oreja, daba un poco la risa pues parecía la Convención Mundial de Sordos. El sistema, aunque ingenioso, tenía sus problemas, primero, que al tener el oído tapado no oías lo que te decía el que estaba a tu lado, segundo, que al pasar cerca del emisor de otro grupo había interferencias. Como grupos ya he dicho que había todos los que se quisieran y más, en ocasiones las interferencias eran múltiples y era para volverse locos.


Jardines grandes, grandes, grandes, que no me dijeron nada. Posiblemente si las fuentes hubieran tenido mas agua y no hiciera ese calor tan tremendo hubiera sacado otra impresión, de esta forma estaba deseando terminar.


La visita al Palacio, fué como si en un ascensor con capacidad para veinte personas metieras y cincuenta y estuvieras tu justo en el centro. Se puede decir que lo que mejor pude contemplar fueron los techos y las cabezas de los que me rodeaban. No me entusiasman estos lugares, la verdad, me espanta esas decoraciones sobrecargadas que resultan mas bien horteras y, desde luego, nada acogedoras. Sobretodo me indigna el pensar que todas esas monstruosidades de salones, saloncitos, habitaciones y demás dependencias, estaban pensadas para el uso y disfrute de unas poquitas, poquitas, poquitas personas que prácticamente se reducían al Rey, la Reina , sus hijos y algún que otro privilegiado que el resto de las legiones de cortesanos, guardias y sirvientes no eran mas que mera decoración.


Cada dos por tres una riada de gente proveniente de algún grupo que hacía su aparición, me arrastraba rumbo a lo desconocido. Por el auricular escuchaba explicaciones en un idioma totalmente desconocido. Casi al instante se repetía la situación llevándome hacia otro lado. Creo que algunas dependencias las visité varias veces en tanto que otras han permanecido ignotas para mí. Me sentía como una náufraga sobre una balsa en mitad del Océano, zarandeada por el oleaje. A veces ocurría el milagro de darme de narices con alguno de mis compañeros, era tal la sorpresa que nos saludábamos como si hiciera siglos que no nos veíamos. A la salida todos comentamos que aquello era “muy bonito”, claro está, pues es el comentario obligado, pero lo cierto es que todos respirábamos aliviados de haber finalizado la visita.


En fin, de todo esto parece que ya han pasado siglos, que soy así de lenta escribiendo. No, no ha sido siglos, aunque si unas dos semanas desde mi regreso. A los dos días de haber deshecho el equipaje, poner lavadoras y todo eso, unos amigos me proponen una excursión por tierras sorianas de tres días de duración en plan de “casas rurales”. Naturalmente que acepté encantada. De haberlo sabido no me hubiera molestado en deshacer el equipaje.

domingo, 27 de junio de 2010

UN "BLOG" PERDIDO ENTRE LAS ESTRELLAS

Tengo un “blog” ahí perdido. Perdido en la lejanía. El pobrecito se encuentra triste y desamparado volando por ese mundo lleno de nubes, nubarrones, gaviotas, buitres, vencejos y palomitas que constituye la Red.

Cuando inicié mi andadura por este mundo de los “bloggers” me propuse escribir una entrada a la semana y es que a optimismo no hay muchos que me ganen. De haber cumplido mis propósitos, sobrepasarían ligeramente el centenar de relatos publicados Me equivoqué. Bien que mal, o quizá sea mas apropiado decir, mas mal que bien, a trancas y barrancas logré enviar al espacio cuarenta y cuatro escritos. A penas casi nada de todo lo que pretendía.

Mi intención no era escribir para dejar boquiabierto a cualquier posible lector que bien sabía que a nadie podrían interesar esas vivencias tontas que enviaba al éter que, de ser leídas lo serían, si acaso, por algún angelito aburrido. Escribir por escribir, tan solo para mí, por el simple placer de hacerlo. Me equivoqué. Mira por cuanto han sido bastantes los que las han leído y ante mi sorpresa ¡Y hasta les gustaron! Aún no me lo puedo creer. Hay quienes me han dejado comentarios que, naturalmente, agradezco muchísimo y otros, hasta se han tomado la molestia de enviarme cartas que espero haber contestado en su totalidad, aunque con lo despistada y desastre que soy no pondría la mano en el fuego.

Y las sorpresas han continuado. En estos meses de “mudez” ha habido quién se ha interesado por mí, si es que me encontraba bien o, por el contrario, me había ocurrido algo malo. Emoción, emoción, emoción. Unos desconocidos de otras partes de este mundo se interesaban por mí. De haber estado a mi lado les hubiera dado un abrazo, o dos, o quizá, tres. No, no me he tenido ningún percance, afortunadamente, tan solo mi tradicional vaguería, falta de inspiración y escaso tiempo libre. Me han animado a continuar con mi labor literaria, lo cual si que me ha parecido realmente increíble, pues si ya de por si me parecía mas que un milagro muy milagroso que algún despistado se hubiera molestado en perder su tiempo en leerme, el que, a mayores, repitieran la experiencia y, encima, insistan en nuevas producciones para continuar, no encuentro palabras para calificarlo. Naturalmente que tales muestras de simpatía tuvieron lugar tiempo atrás. Contesté a sus cartas, eso si, pero como continué sin publicar ni cuatro líneas, ni que decir tiene que debieron acabar, en su interior, por enviarme a “freir espárragos” o, en todo caso, a “hacer gárgaras”, lo cual es mas que comprensible.

Sin embargo, sin embargo … mira por cuanto un buen día se me ocurre echar un vistazo al “Google Analytics” y me quedé alucinada al encontrar que las visitas a mi “blog” lejos de disminuir se mantienen tal cual. Incluso en algunos días (misterios de Internet) de “disparan” y todo. En su mayor parte son usuarios nuevos, claro está, pero…pero… ¡Sigo recibiendo visitas de usuarios recurrentes! ¡Ah!¡Ah!¡Ah! Se me puso la cara roja de vergüenza. Aquel pobrecito “blog” abandonado, abandonadísimo entre las nubes de eter de la Red sigue despertando un pequeño interés. ¡Y yo, su creadora, sin hacerle ni puñetero caso!

He decidido retomarlo, adecentarlo un poquillo con los nuevos medios que me ofrece Google, sencillos, sencillísimos de utilizar pero que para una negada en estos quehaceres como yo han supuesto toda una hazaña, y volver a lanzar al espacio mis pequeñas historias que no tienen mayor mérito que ser fruto de mi propia experiencia. Vuelvo a escribir, aún no se sobre qué, si sobre un caballo cojo o sobre un perro verde, pero de nuevo volveré a publicar. Al menos esa es mi intención.