Paisaje con nubes

Paisaje con nubes
SOL (Paisaje con nubes)

jueves, 19 de marzo de 2009

FUEGO, POLVORA Y HUMO




SOL (Mascletá)




Esto se acaba, se acaba, se acaba...¡Qué pena!¿Verdad? Mejor así que estoy hecha unos verdaderos zorros. Como si una manada de elefantes borrachos hubieran estado bailando sobre mi cuerdo. ¡Que sueño tengo, Dios mío! Ya casi ni me acuerdo cuándo pude dormir horas y horas y horas, sin que nadie me molestase. Todo el tiempo del Mundo para mi solita, para poder descansar a mis anchas. Acabo de dar una cabezadita con la pretensión de dormir un par de horitas, pero imposible. Lo que son las cosas, cuando venía hacia casa con los truenos de la última “mascletá” aún en los oídos, se me cerraban los ojos mientras caminaba. No acabé dormida agarrada a una farola de puro milagro. Derechita, derechita a la cama sin detenerme a comer siquiera. ¡La camita!¡Qué bien!¡Qué maravilla! Ni fuerzas para desnudarme, tan solo quitarme el calzado. ¡¡¡Ahhhh, mis pies!!! Todas las agujas del mundo parecen estar clavadas en las plantas de mis pies. ¡¡¡¡Ahhh, mi cuerpo!!!! Es una pura agujeta. ¡¡¡Ahhh, la almohada!!!! ¿Hay algo tan sumamente seductor como una almohada? Dormir, dormir, dormir... ¡¡¡Qué deliciaaaa!!! Pues si, mucha delicia pero ahí se acabó todo. Una vuelta, otra vuelta y otra vuelta. Cada vez que me movía, aunque fuera lo mas mínimo, todo mi cuerpo gemía. Instantes antes estaba literalmente dormida pero echarme en la cama y despejarme, todo uno. Imposible conciliar el sueño. Increíble. Quizá sea del puro cansancio, o mas bien, del trajín que me he traído en estos días, comiendo ni se sabe y durmiendo a ratos perdidos en horas perdidas, algunos días hasta en mi cama y todo. Imposible e irritante. Arriba otra vez. Ponerme en pié y entrarme una modorra de esas modorras asesinas todo uno. Desesperante. Ducha. Agua caliente para finalizar con agua fría que al caer por mi espalda me hace tiritar. Al menos me despejo un poco. Camino de la cocina pierdo la toalla por el pasillo. No me doy ni cuenta. No importa mucho pues estoy sola en casa, mis padres han huido de las fiestas refugiándose en el apartamento de la playa de donde no piensan regresar hasta el próximo domingo y mi hermana puede estar por “ahí” con su novio. Ya se, ya se, que pueden llegar en cualquier momento pero no estoy para estas consideraciones que, dicho sea de paso, me importan tres pepinos. “Sadwich” de jamón York y queso, un vaso de leche, manzana, plátano y “kiwi”. Una comida un tanto particular, pero es lo mas rápido y lo que da menos quehacer. Ya habrá tiempo de tomar algo cuando salga. Se hace preciso preparar una buena cafetera de café bien cargado.

Esto se acaba, se acaba, se acaba...Esta noche la “Nit de la Crema”. Todo Valencia será una inmensa hoguera. Adiós fallas, adiós. El próximo año surgirán otras nuevas que tendrán, igualmente, una vida efímera. La gente que no es de aquí no entiende que el destino de esas obras de arte sea verlas arder como teas. “¡Qué lástima!”, exclaman, y estoy de acuerdo con ellos, es una lástima pero nuestra Fiesta es así, el culto al fuego que muy atrás, quedan los tiempos en los que se quemaban muebles viejos, antecesores de las fallas, como símbolo de lo inservible. Además, gracias a esta destrucción pirómana, no solo pueden vivir un buen puñado de familias sino que la afluencia de gente de todos los rincones del Mundo supone un gran aliciente para nuestra economía. Ya ves, en “crisis” y la ocupación hotelera de este año está a tope, en el cien por cien. Miran a su alrededor escudriñando los edificios que rodean, casi tocando, al monumento que va a arder y manifiestan su lógico temor de que esa locura del fuego no finalice en un incendio de la ciudad que ríete del de la Roma de Nerón. ¡Ay¡ Eso si que es un verdadero milagro, un “milagro fallero” del que hay que dar las gracias a la pericia de los artífices maestros falleros que logran que todo el armazón humeante se desplome hacia el centro mismo de la construcción, y, naturalmente, a los bomberos que con sus mangueras riegan las fachadas circundantes, controlando, domando las llamas lo mismo que un domador de circo con los leones.

Esto se acaba, se acaba, se acaba... Las fiestas mas alegres, musicales, bulliciosas, locas y ruidosas envueltas en humo de pólvora. También las mas sensuales, pues todo es una exaltación de los sentidos. Los que nos visitan por primera ver miran a su alrededor como asombrados, se asombran, se aturullan, ponen quizá alguna objeción. Pero, si les es factible, repetirán al siguiente año. Y al otro y al otro. Resulta que ya no dicen eso de la “pena” de la “cremà” , ni de lo de cuándo duermen los valencianos si la noche anterior terminan los festejos a las tantas (si es que no se continúan el resto de la noche) y al día siguiente a las ocho de la mañana las comisiones falleras ya andan dando la lata, tirando petardos y metiendo bulla por las calles con "la despertá, para continuar el jolgorio. Tampoco afirmarán que lo de que realmente les gusta es el colorido de los desfiles, las bandas de música y “la nit del foc” pero no eso de la “mascletá” que no hay quien la aguante, con ese ruido tan infernal que hace estallar los tímpanos, so pena que se tenga la boca abierta, al tiempo que el suelo vibra como si de un terremoto se tratara. Serán ellos los que acudan bien temprano en busca del sitio mas estruendoso. No andarán dando saltitos a los lados para sortear los petardos que los niños tiran descuidadamente al suelo, al tiempo que dan grititos “¡Ay!...¡Ay!...¡Ay...”. Tomarán con mas santa resignación que una multitud, salida de no se dónde, te tenga atrapado entre sus fauces, por tiempo indefinido, sin saber por qué, para acabar llevándote al lugar opuesto de donde pretendías ir. Aparte de admirar los monumentos, aprenderán a leer sus letreros y reir con las ocurrencias de lo escrito. Se sentirán renacer cuando una nube de humo de pólvora les envuelva, y respirarán ávidamente ese olor dulzón del azufre. Les parecerá de lo mas lógico que unos desconocidos les integren, de buenas a primeras, en una peña de desconocidos con los que acabará bebiendo y comiendo. Y sobretodo, aprenderán a no hacer planes para mas tarde, pues todo aquí puede ser impredecible. Esto “engancha” ¡Y de qué manera!. Al menos eso me parece a mi.

jueves, 12 de marzo de 2009

APRENDIZ DE PUTERO


WILLEM DE KOONING (Mujer)


A raiz de la última entrada realizada en mi “blog” recibí carta de un amigo en la que, aparte de felicitarme por el escrito y decir que qué “bonito” y todas esas cosas de mero cumplimiento que nadie se cree, manifestaba una especie de envidia por la “cantidad” de amigos que tengo. Amigos del sexo opuesto, se entiende. Si precisásemos un poco mas la referencia sería a los amigos “cariñosos” del sexo opuesto. Para entendernos, a los “ligues”, “enamorados”, “pretendientes”, “amantes” o, cualquier otra denominación que se tercie siempre que vaya asociada al “escarceo”, frenesí” y “revolcón” amoroso.
Me sorprendió pues si alguien sabe bien cómo soy yo y conoce alguna que otra faceta mía, que por definirla de alguna forma, llamémosla “indiscreta”, es él. Me sorprendió, sobre todo, porque en el escrito publicado tan sólo mencionaba a “dos” amigos que, digo yo, no es una cifra como para tildarla de “cantidad”. Dos entrañables amigos cuya existencia ya conocía mas que sobradamente. Tampoco había ninguna mención a nada relacionado con el sexo.
En definitiva, me sorprendió.

Mi amigo es una persona seria, meticulosa y lógica. Demasiado serio, meticuloso y lógico. No da un paso sin haber analizado detalladamente el por qué y como de su acción. Todo un intelectual. Un intelectual que vive rodeado de libros, discos y su ordenador, en una habitación con la puerta cerrada con siete cerrojos, ignorando y hasta despreciando, lo que pudiera acontecer en el exterior. En plan ermitaño. Es muy tímido, según él, de ahí lo del encierro con los siete cerrojos, que, no deja de ser una curiosa forma de superar la timidez. Yo opino que mas bien es un comodón de tomo y lomo, aunque en esto no hemos logrado ponernos de acuerdo. Sea como fuere, es un gran amigo sumamente sensible, leal y cariñoso.

El día de su cumpleaños hizo un descubrimiento que le alarmó sobremanera. Justo el día de su cumpleaños, ni un día antes ni un día después. La precisión ante todo. Corrió a hacerme partícipe de su desdicha. Mira por cuanto, con un cuarto de siglo sobre su cabeza se encontraba con que “aún” seguía siendo “virgen”. Puro y casto como San José. Ni había hecho el amor, ni había “catao” hembra alguna aunque tan sólo fuese un leve escarceo amoroso. Nada de nada.
Su “tragedia” no me sorprendió en absoluto.
- “Con la vida de monje cartujo que llevas como no entre “cat-woman” por la ventana y te viole, pues tu me dirás”.

Le aconsejé lo que me pareció mas sensato, que dejara a un lado su reclusión y que saliera al mundo exterior donde descubriría que, entre otras múltiples cosas, existen unos seres llamados “chicas”. En definitiva, le aconsejé que se buscara una “buena moza”.

El consejo cayó en saco roto.
Demasiado largo el proceso.
Como ya he dicho, mi amigo es un intelectual. Una persona seria, meticulosa y lógica que no da un paso sin haber analizado detalladamente el lugar donde va a apoyar su pié y, sobretodo, valorar la molestia que eso le va a suponer. Salir, relacionarse, conocer a una chica que quién sabe se querrá salir con él y en el caso de que así fuere vete tu a saber si se llegaría a algo mas que a varias charlas insulsas, le pareció un proceso demasiado largo y una auténtica pérdida de tiempo. Lo que pretendía era algo mas “directo” y sobretodo mas “rápido”.
- “ Mira –le dije – si por uno de esos milagros que hay en la vida que, dado el planteamiento que te haces, sinceramente no creo que te ocurran, conoces a una chica y de buenas a primeras la propones echar un “kiki”, agregando que tan solo es por mera curiosidad de conocer lo que se siente con “eso” y no porque que te parezca una compañía especialmente agradable, ni agraciada ni divertida, que mas bien resulta lo contrario o, cuanto menos, indiferente, me da la impresión que la chica no se va a emocionar precisamente con tu sinceridad”.
Descartada la idea de buscarse una “buena moza”.
Quedó la esperanza de ver aparecer por la ventana abierta a “cat-woman”. Pero no, debía estar de vacaciones pues lo único que, a través de la ventana abierta, le obsequió con su visita fue el frío aire invernal.

No es el único amigo que tiene semejantes “problemas” y acude a mi para confiármelos. No se si es que les inspiro confianza o que esperan que exclame,
- “¿¿Qué aún no te has “estrenado”?? ¡Pero hombre! ¿Cómo no me lo has dicho antes? Nada, nada, tu tranquilo que aquí estoy yo para hacerte ese “favor” y los que fueran menester” .
Confío que sea lo primero. Lo cual es mucho suponer a juzgar por la carita coloradita que ponen, sus ojitos echando chispitas y la fracesita que llega a continuación,
- “¡Tu si que te lo pasas bien!”.
Pues, hombre, procuro pasármelo lo mejor posible que es de tontos lo contrario, y si a lo que te refieres es a la existencia de algún que otro “ligue”, pues mira una hace lo que puede. Y que no falten. Pero eso no quiere decir que me pase la vida de cama en cama como la abeja de flor en flor.

Suelen mencionar lo “fácil” que lo tenemos las féminas para encontrar a alguien dispuestos a “ayudarnos” a resolver esta cuestión. Oyéndoles parece que todo se reduce a un mero ejercicio de separar las piernas. Bueno, bueno, bueno. Dicen que el que tiene hambre con pan sueña, y eso es lo que les ocurre a estos varones deseosos de perder su castidad a ultranza.
Veamos. Si la resolución del problema pasa por que la chica salga a la calle pidiendo a gritos que por favor que la “desvirgue” alguien, sea quien sea, pues vale. Pero no es así. La chica desea que sea con alguien “especial”, en un ambiente “especial” y bajo unas circunstancias “especiales”. Todo muy “especial”.
Cierto es que, llegado el momento, ha de prescindir del “ambiente” y “circunstancias” para conformarse con el “alguien” que a la larga no es tan “especial” como hubiera pretendido.
El chico, por contrario, persigue, como fin primordial, averiguar si el “artilugio” que le cuelga entre las piernas sirve para “algo” mas que para hacer “pi-pi”. En el fondo le importa tres pimientos ambiente, circunstancias y pareja.
No faltará quien me contradiga, claro está, pero esa es mi opinión.

En nueva confidencia, mi amigo, me manifestó su decisión de poner el tema en manos de una “profesional”. Lo que se conoce vulgarmente como “ir de putas”.
Claro que para alguien como él esto se dice antes de lo que se hace.
Por de pronto ni hablar de buscar en las “Páginas amarillas” que de esta temática no viene nada de nada. Si que ha oído hablar de ciertas zonas donde se concentran estas “vendedoras de sexo”, pero también de las enfermedades venéreas que con un poco de suerte se puede llevar de recuerdo. Pedir consejo sobre cual puede ser de absoluta confianza, pues tu me dirás a quién si el pequeño grupo de conocidos que tiene no son propensos a éstos “alternes”. Como no recabe información en un Foro de Internet, ya me dirás.
La cosa no es tan sencilla como parece a simple vista.
No he querido desanimarle, pero, con su timidez, tampoco me le imagino acercándose a una “titi” para decirla,
- “Verás, yo nunca, que nunca he hecho nada de esto y me gustaría si pudieras instruirme un poco en la materia, siempre, naturalmente, que las “lecciones” no sobrepasen mi economía.”.
Me da en la nariz que acabaría “aturullándose” y preguntándole la hora que es.

Parece ser que antaño era costumbre, relativamente usual, iniciar a los mozos en los “misterios” del sexo mediante la oportuna visita a una prostíbulo.
Tan pronto dejaba atrás la adolescencia, o estaba a punto de hacerlo, pues hale, surgía un amigo de mas edad, un pariente, e incluso, a veces, el propio progenitor, que arrastraba al imberbe hasta un burdel a fin de “hacerle todo un hombre”.
Si de esa forma tan simplona el varón se convierte en “todo un hombre”, sencillo que me parece, aunque tengo mis dudas.
Todo un rito que daba lugar a posteriores comentarios jocosos que encerraban poco de lo real y mucho de lo imaginado.
Un rito un tanto morboso, pues la razón de fondo era cercionarse que el mozo no hubiera salido “marica” y supiera emplear lo que tenía que emplear con quien debía emplearlo. Luego, podría presumir del hecho ante un coro de amigos de cara con espinillas que escucharan boquiabiertos las fábulas del avanzadillo de la “panda”.

Mi amigo parece querer rescatar, en solitario, esta tradición. Mira por cuanto pretende convertirse en un “aprendiz de putero” sin convicción. Por mera curiosidad. Con la fría curiosidad que un científico disecciona un animalillo. Le imagino a estas horas buscando como loco en la “Red” alguna página relacionada con “el arte de echar un buen polvo”, para irse asesorando. No creo que la cosa prospere, aunque posiblemente todo haya sido una de esas ideas peregrinas que cruzan a veces por la cabeza. Confío que así sea. Una persona con su sensibilidad no puede iniciar su andadura sentimental en el mero mercantilismo. Se sentiría defraudado. Posiblemente lograría “echar un polvo”, pero ahí quedaría todo. Lo que él necesitaría es “hacer el amor”, y eso ¡Ay! es algo muy distinto. Totalmente distinto.

Nuevamente insistiré en que busque una “buena moza” a quien mirar a los ojos y con quien pueda entenderse sin pronunciar palabra, aunque para ello tenga que emplear todo el tiempo del Mundo y buscar debajo de cada piedra.
Es lo que necesita.
Pero mucho me temo que seguirá sin hacerme caso.

domingo, 1 de marzo de 2009

FELIZ TRI VALENTIN

Hace algún tiempo leí la curiosa noticia de un príncipe árabe que viajaba por España en compañía de sus cuarenta esposas. Tal y como he dicho, cuarenta. Como los ladrones de Ali Baba. Puesto a tener mujeres para qué conformarse con solo tres o cuatro si los pozos petrolíferos daban para tener cuarenta. Llegaron en todo un desfile de “limousinas” y se alojaron en el hotel mas caro de Marbella. Lo que no aclaraba el escrito es si había reservado varias habitaciones o, simplemente, una “suit” con una enoooooorme cama nupcial, tan grande como una plaza de toros. Resulta divertido imaginar a todo el grupo retozando y retozando como locos, entre sábanas como carpas de circo. Aunque, a decir verdad, a las pobrecitas féminas bien poco que les iba a tocar del festín y, ni que decir tiene, que al morito se lo tendrían que llevar en ambulancia antes de media noche, por mucha provisión de “viagra” que llevara consigo.

También podría ser a la inversa. ¿Acaso no estamos con la cosa esa de la “igualdad”?

Bien podría ser que en lugar de “príncipe” petrolero fuera “princesa”, y su séquito compuesto por cuarenta tíos “cachas” que, conforme la moralidad y buenas costumbres, fuesen convenientemente cubiertos de pies a cabeza salvo una pequeña rendijita a la altura de los ojos a fin de que pudieran caminar sin irse dando contra las farolas. Habría que ver la cara del recepcionista. “¡Una suite con cama matrimonial, a ser posible con vistas al mar! ¡Y vosotros a ver cómo os portáis que esta noche el cuerpo me pide verbena!”.

No se, quizá cuarenta acompañantes me parezca un poco excesivo. Ni treinta, ni veinte, ni una docena, ni media ... Puede que con dos la buena mujer ya tendría su cupo bien cubierto. Como mucho tres. Claro que tres amantes fogosos sería demasiado para todos los días. En todo caso para una festividad especial, muy, muy especial.

Mis divagaciones se perdían ante las gélidas sonrisas de simulada complacencia de mis dos compañeros. Jordi y Lluis. Lluis y Jordí. Sentados frente a frente a ambos lados de la mesa, procurando no mirarse, ignorándose, deseando que al otro le entrara un repentino dolor de estómago que le hiciera ausentarse precipitadamente o, simplemente, que desapareciera volatizado en la nada. Entrambos, muy arregladita, muy maquilladita, muy peinadita para la ocasión, se encontraba la protagonista del evento. O sea yo. Muy divertida , muy dicharachera, muy simpática. En suma, muy encantadora. De cuanto en cuanto hacía una carantoña o daba un beso a uno de ellos mirando de reojo como el otro se tornaba, a veces pálido, otras rojo, y alguna que otra de ambos colores. Resultaba divertido. Un poco sádico pero divertido. Naturalmente para mi.

A mis compañeros de “juerga” tan solo les retenía allí el deseo de no dejar el campo libre al otro. Decir que lo estaban pasando mal era quedarse muy, muy cortos. Por poner un símil era como cuando el jefe se empeñaba en contar chistes que maldita la gracia que tenían y los subordinados, haciendo de tripas corazón, debían festejar jubilosamente. Mas aún. El jefe sabía perfectamente la poca gracia de sus chascarrillos y los contaba aún peor ,a posta, tan solo por disfrutar del sudor frío que caía por las frentes de los oyentes obligados a reir a mandíbula batiente. Ya he dicho que un poco sádico si que era, pero también divertido.

“Puntillitas”, boquerones adobados y fritos, almejas a la marinera, cigalas a la plancha. Por supuesto el pan tostado acompañando a los cuencos con ajoaceite y salsa de tomate preparada con aceite, ajo y algo mas que no se qué es, no puede faltar. ¿Habrá algún invento mejor que el “ajoaceite” o “ali-oli”, como se quiera llamar que para el caso da igual, sobre una rebanada de pan recién tostado que aún está calentito? A mi me encanta. Esto de entrantes, para “picar” e ir “preparando” el estómago, aunque, a decir verdad, mas que “preparado” quedó “lleno”, y el segundo plato, el plato “fuerte” que cada cual pidió el que quiso y que en mi caso fue un hermoso lenguado en salsa con almendras, apenas si pude mediar. Como bebida unas cervezas para comenzar la sesión y seguidamente el vino que, tratándose de una cena a base de pescado, sería blanco. Y, por supuesto, agua, agua y mas agua. Nada de postres. Toda una tentación la tarta de queso con frambuesas y la de yema, pero imposible. Nada de licores. Muy agradecida por los “chupitos” variados con los que el amable camarero se empeñaba en invitar, pero una gotita de alcohol mas que metiera en mi cuerpo y acabaría dormida bajo la mesa. En su lugar, café y otro café. Las bebidas alcohólicas siempre han hecho estragos en mi, y ya me encontraba navegando por el “séptimo cielo”.

San Valentin, tin, tin. Ya en una entrada al “blog” de hace un año dejé constancia de lo poco, poquísimo, que me gustan estos eventos realizados porque si, mas para beneficio de los comerciantes que otra cosa. También los problemas que esta fiestecita me acarrea. No voy a repetirme. Este año para “conjurar” compromisos e historias envié con antelación correos a todos los posibles “invitadores” indicándoles la inutilidad de que me propusieran cita alguna para ese día pues pensaba estar ausente, viajando por rumbos desconocidos. Una mentira como la copa de un pino. Surtió efecto mas bien a medias pues el correo se me llenó de mensajes y el teléfono no paró de sonar para “alegría” de mi familia quienes, siguiendo mis instrucciones, mecánicamente respondían “¡No está!...¡Está de viaje y no regresará hasta dentro de una semana!.. Colgar el teléfono y venir a reprocharme la lata que estaban dando con tanta llamada era todo uno. Lo siento, lo siento, que no soy yo quien haya dado el número de teléfono familiar que tan solo lo he puesto en conocimiento de escasos, escasísimos amigos, pero ya ves, se ha extendido el secreto como una mancha de aceite. La “tragedia” surgió cuando fue en novio de mi hermana quien llamó y ella, precisamente ella, mecánicamente le soltó lo de “¡No está!...¡Está de viaje y no regresará hasta dentro de una semana!”. El otro pobre, que había reconocido su voz, se quedó todo lo “lelo” que es fácil imaginar. Aunque para esto no hacía falta mucho, la verdad. Se arregló el asunto, claro está, una nueva llamada y en paz, pero mi hermana que estaba hasta el moño de coger el teléfono y soltar la “cantinela”, juró y perjuró tomarse las mas crueles venganzas contra mi que, pobrecita e inocente, no tenía la menor culpa.

Por lo visto había prometido a Lluis celebrar con él San Valentín. Ni idea. No se en qué contexto arrancaría de mi tal “promesa” para acompañarle en un evento que, como ya he dicho, me horroriza. Pues vale qué se le va hacer que no es cosa de entrar en una interminable discusión. Por lo visto había prometido lo mismo a Jordi no se cuándo ni por qué. ¡Pues qué bien! Ya iban dos. Lluis me lo fue recordando en repetidos correos que cada dos por tres recibía conforme se aproximaba el día 14. Pues vale, vale, vale. En cuanto a Jordi tan solo recibí un correo cuando ya no había posibilidad de que pudiera responderle contradiciéndole pues no iba a estar en casa hasta la hora de coger el tren para venir a mi lado y estar los dos juntitos, juntitos. Agregaba que inútil llamarle al “movil” pues lo tenía estropeado y que ya me llamaría desde el hotel en cuanto llegara. Maravilloso. No era posible la “vuelta atrás”. Dice mucho en su favor lo bien que me conoce.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? La primera idea que se me pasó por la cabeza fue la de cenar prontito, prontito, y rapidito, rapidito, rapidito, con uno de ellos y acto seguido hacer lo propio con el otro. La rechacé al instante. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Pues mira, a grandes males, grandes remedios que se dice. Me encargué de ser yo misma de reservar mesa en un restaurante y, llegado el momento, me negué en redondo que ninguno viniera a buscarme a casa. “¡No insistas mas, a las diez en punto allí y sanseacabó!” Como ambos están acostumbrados a alguna que otra “rareza” mía, no me costó demasiado trabajo convencerles.

Al llegar al restaurante, tuve ocasión de contemplar una escena típica de una película de los Hermanos Marx. Mis dos “pretendientes” atosigaban al “maitre”. Si, si, había una mesa reservada a nombre de “Sol”, pero solo una y no dos como pretendían. Además la mesa no era para dos comensales, sino para tres. Los pobres se ofuscaban en que todo era un error y que tenía que haber dos mesas para dos “Sol” distintas. Di un beso a uno, luego al otro y noté como el Firmamento entero caía sobre sus cabezas. Hasta el momento tan solo habían oído hablar uno del otro y se odiaban profundamente, pues eso, de “oídas”. Ahora tenían ocasión de conocerse y pasar su antipatía al mundo real. Seguí al “maitre” hasta nuestra mesa. Una mesa para “tres” comensales. Detrás de mi, dudando si eran fruto de una cruel pesadilla, me seguían dos figuras de hielo. Se avecinaba una velada muy “particular”, desde luego “distinta” a lo que ambos habían imaginado. Una velada, cuanto menos, “curiosa” y hasta es posible que fuera “divertida”. Al menos para mi.

En fin, no queda mucho mas que contar. Una celebración del santo de los enamorados un tanto particular, y eso es todo. Por indicación mía la cena la pagó Jordi que es quien tiene la economía mas desahogada. La abonó sin rechistar aunque maldita la gracia que le hizo invitar al “otro”. En cuanto a Lluis se sintió profundamente humillado por la invitación pero con una economía en una situación crónica de bancarrota no le quedó otra opción que dar las gracias poniéndose colorado como una guinda. Copichuelas en un “pub”. Continuación del “velatorio” precedente. En las escasas ocasiones en las que me quedaba a solas con alguno, aprovechaba para proponerme dar el “esquinazo” al “otro” y continuar en pareja la fiesta. Aunque mas bien debería decir “empezar” la fiesta. No, gracias, otro día será. Como dice la Biblia, hay un tiempo para cada cosa y la de ese día ha sido así.

Fin de la función. Taxi y a casa. Hacía ni se sabe que no regresaba tan temprano. Tanto que ni siquiera lo había hecho mi hermana y mis padres aún no se habían acostado. En un jarrón del salón un enorme ramo de rosas blancas y rosas con una tarjeta que, por toda inscripción, llevaba garabateada la pregunta “¿Cuándo?”. Pero esa es otra historia.