Hace un par de semanas recibí la invitación para la “despedida de soltera” de Martita. Un tarjetón rosa pálido con el dibujo esquematizado de una muñeca en su parte superior izquierda que me dejó momentáneamente bizca por lo cursi. En un principio creí, ingenua de mi, que todo era un mal entendido. Pero no. Cierto y muy cierto. ¡Vaya por Dios! Los padres de la protagonista son unos grandes, grandes, grandes amigos de mis padres, y como tienen tan enorme amistad, de esa que se llama de “toda la vida”, quisieron tener una “atención” hacia nosotros. Cosas de padres. Un compromiso que me ha llegado llovido del cielo y al que no voy a tener mas remedio que aceptar con la misma alegría que si me propusieran tirarme de cabeza en una piscina de agua helada en pleno Invierno. Muy atenta la chica por invitarme. Muy atentos sus padres que, a fin de cuentas, fueron de quienes partió la idea. Muy atentos todos. Muy atentos, muy atentos. Pero la noticia del evento y lo que esto supone, “organizarme” de buenas a primeras un fin de semana, amén de “machacarme” unas cuantas tardes en “visiteos” de compromiso me ha sentado, como vulgarmente se dice, a “cuerno quemado”.
También ha sido invitada mi hermana, pero como ella vive en el “País de Cursilandia” hasta se emocionó y todo exclamando frases como “¡Qué romántico!”, “¡Qué emocionante!”, y cosas similares que me pusieron los pelos de punta. Acto seguido centró toda su atención en su vestuario, en qué se pondría o dejaría de ponerse, en lo mal que le sentaba todo, todo, todo lo que se agolpaba en su armario pues aquello que no le estaba amplio le ocurría lo contrario que le estaba angosto y en todo caso estaba pasado de moda. Una verdadera tragedia añadida.
Como ya he dicho, cosas de padres quienes de vez en cuando sorprenden con sus ideas peregrinas.
Imaginé que a la futura novia le haría la misma ilusión incluirnos en la lista de amigas dispuestas a pasar una noche haciendo el “gilipollas” que la que me hizo a mi el recibir la invitación. Imaginé que muy a regañadientes cedió a la pretensión de sus padres preguntándose por qué los progenitores no podían hacer entre ellos cuantas fiestas les vinieran en gana y quedar bien con quien quisieran sin tener que meter las narices en las de sus hijos. Imaginé que trataría de recordar cómo eran esas dos chicas que iban a irrumpir en su fiesta como la serpiente en el Paraíso, cuyo trato, mas que esporádico, se había reducido al “hola” y “adiós” y poco mas. De siempre nuestros respectivos padres se habían empeñado en que fuéramos “muy amigas” en base al lógico razonamiento de que ellos lo eran. De siempre esa pretensión había sido un estrepitoso fracaso. No es que nos “odiáramos” ni nada por el estilo, simplemente que vivíamos en “distintas galaxias”. Eso con respecto a mi que en lo que concierne a mi hermana estaba la diferencia de edad, ya que Martita es un año menor que yo. En la niñez el tema de esta “amistad” fue toda una cruzada de lo mas agobiante. Pareció caer en el olvido en la adolescencia, pero fíjate por cuanto, ahora volvía a resurgir con mas virulencia. Y todo porque el padre de Martita, en vez de dejar a las amigas de su hija organizar y sufragar la fiesta que les viniera en gana aunque fuera “cutrecilla”, se había erigido en Mecenas que quiere para su única hija lo mejor de lo mejor. Corría con todos los gastos, pero al tiempo, (¡Ay!), se reserva el derecho de meter de “clavo” a dos extrañas Maravilloso.
Visita a Martita para darle las gracias por su gentileza y, al tiempo, conocerla a ella y a sus amigas pues no era cosa de que llegado el momento llegásemos como dos extrañas que, lo cierto, es lo que éramos. Continúa el “ritual”. “Muchas gracias por la invitación”. “Encantada de que asistáis”. Mera educación. Es una chica discreta, algo tímida y tradicional. Físicamente menudita, guapita y con unos enormes ojos. También está su novio, poquita, poquita cosa. Delgadito, con gafitas y una medio sonrisa que parece pintada en su cara. Por supuesto vale mucho mas la chica.. Mi hermana le calificaría posteriormente como un chico “muy majo” quizá porque era un poco del estilo de su propio novio. Desde luego no es el chico capaz de un ardiente fuego en una chica. Quizá ni siquiera una débil llamita.
Pues vale, ya hemos hecho la “visita” a Martita, nos hemos dicho cuatro “lindezas” que ninguna nos hemos creído y de rebote me han hecho polvo la tarde. Pero la cosa continúa. Ahora nos toca conocer a las amigas de la chica. Otra tarde perdida, y estoy yo como para andar perdiendo tardes. Venga, vamos allá. Son seis las chicas. Salvo una “pizpireta” llamada Mariam que, a Dios gracias, es la que lleva la “voz cantante”, el resto parecen sacadas de un internado de monjas ursulinas. Nerviosinas, nerviosinas, nerviosinas por el próximo evento. Casi histéricas. Mi hermana con ellas se encontraba como pez en el agua mientas a mi se me ponía la “piel de gallina” pensando en lo que se me avecinaba. A cada momento un coro de voces insulsas repetía como papagayos “¡¡¡Lo vamos a pasaaar mas bieeeen!!! ¡¡¡Qué risa vamos a pasaaar!!!”. No aludían para nada en qué consistiría ese “pasarlo bien” que tanto pregonaban y ni cual sería el motivo de la risa. Tan solo repetían una y otra vez la misma cantinela.
En un apartado Mariam me puso en antecedentes. Todo estaba ya hablado entre ellas. Ya que disponían de la generosa financiación del padre y no había que andarse con tacañerías, habían tomado información de una empresa especializada en estos actos que se lo daría todo, todo, todo resuelto. Existían varias variantes, claro está, pero ellas se habían decantado por algo “emocionante” aunque, sin olvidar, por supuesto, los cánones de “moralidad” y “buenas costumbres” de las asistentas. De lo que se trataba era de dar una “sorpresa” a Martita, “pasárselo” bien y con mucha risa. Conforme me lo contaba me sentía desfallecer.
Traslado en microbús, a medio día del sábado, hasta el hotel donde nos alojaríamos. Habitaciones dobles a excepción de la novia que dormiría solita en una cama matrimonial. Compartir habitación con mi hermana siempre ha sido la “ilusión” de mi vida. Comida seguida de una amplia, amplísima sobremesa. “Podemos charlar, pasear, conocernos mejor,...”. Maravilloso. A media tarde la novia recibiría una sesión completa de masaje. Es de suponer que las demás seguiríamos charlando, paseando y conociéndonos mejor. Cena “erótica” asistida por un “showman”. Espectáculo. El “boy” que no falte, claro está. No, no llegaría al desnudo integral. Otra cosa me sorprendería. Baile en la discoteca donde nos encontraríamos con el novio y sus amigos que habrían celebrado por otro lado su correspondiente despedida de soltero. Regreso al siguiente día después de comer. “Colorín”, “colorado” este cuento se ha acabado. Como detalle adicional se alquilarían unos disfraces para “dar mas risa”. Al oírlo se me doblaron las piernas. Con un hilo de voz pregunté de qué “tipo” de disfraces se trataba. Habían pensado en atuendos lo suficientemente amplios como para ponérnoslos encima de la ropa que llevásemos puesta con comodidad. La novia de presidiaria y las acompañantes con “algo así” como túnicas blancas como las de las películas de romanos. ¿¿Túnicas?? Pues si.. Naturalmente habría también pelucas y accesorios diversos. Vale, vale, vale. Muy bién. Desde luego la cosa “prometía”.
Me pregunté donde estaba la “sorpresa” que querían dar a Martita pues hasta la chica mas tonta conoce de “pe” a “pa” el “guión” de lo que me estaba describiendo.
Miré a Mariam. Esperaba que estuviera colorada como un tomate y muerta de vergüenza, pero no, curiosamente la chica me sonreía satisfecha. Realmente sorprendente. Pregunté sobre el “tipo” de chicos que componían los amigos del novio con los que estaba previsto encontrarnos. Su grupo era mas numeroso que el nuestro, una docena o, quizá, alguno mas y había de todo un poco como era de esperar. Algo había empezado a bullir dentro de mi cabeza. Una idea realmente disparatada que por lo disparatada se hacía cada vez mas atractiva. Cuando llegó el momento de preguntarme sobre mi parecer y contestarla que me parecía todo un poco “soso” y, desde luego, mejorable, añadiendo si mas algún que otro “pequeño” cambio, me miró expectante. Tampoco a ella acababa de sentirse satisfecha con el resultado que si había llegado al resultado que había llegado había sido por la presión de las otras chicas a las que calificó de “remilgadas” ya que por ella todo el asunto ese hubiera sido menos “descafeinado”. Le expuse mi parecer y la chica abrió unos ojos como platos. Una cosa era añadir una tacita de café y otra muy distinta, toda la producción de café del Brasil.
Lo del “masaje corporal” lo tenía mas claro que el agua. Martita empezaría recibiendo las atenciones de “una” masajista, pero cuando mas relajada y distraída estuviera se haría el cambio por un “un” tio “cachas” en tanga. La sorpresa que recibiría cuando se diera cuenta de quién estaba sobando su cuerpo desnudo seria mayúscula. Eso si que sería toda una sorpresa y lo demás bobadas.
Nada de disfraces “sosos” para poner sobre la ropa, mejor algo mas “sugerente” y, por supuesto, para poner no “sobre” sino “en lugar de” la ropa. ¿No resultaba ridículo eso de las túnicas y las pelucas?¿Y lo de la “presidiaria”? Mejor olvidarnos de las tiendas de disfraces y hacer alguna visita “ilustrativa” a algún “sexy-shop”. No hace mucho cayó en mis manos por casualidad un catálogo de ropa de disfraz sexy y quedé alucinada de la variedad.
En la “cena erótica”, a parte del consabido “showman” mariquita había que introducir alguna “nota de color”. ¿Camareros de “buen ver” y “poca ropa” que al tiempo que ponen y quitan platos se insinúan a las asistentas, especialmente a la novia? Seguro que en la “agencia especializada” nos podrían sugerir bastantes ideas.
Nada de “boy” en “taparrabos”, desnudo integral como tiene que ser. Máxime cuando las otras no lo esperan. Aunque solo fuera por ver sus caras, especialmente la de mi hermana, bien merecería la pena. Seguro que alguna se desmayaría de impresión, pero a eso ni caso, gajes del oficio. Y ya puestas ¿Por qué un “boy” y no dos o tres? Tres es un número bonito. Tres “batutas” dirigiendo el coro de puritanas féminas histéricas sería un espectáculo digno de ver. También constituiría toda una sorpresa inolvidable.
¿Por qué discoteca?. Mejor hacer “nuestra” fiesta en un saloncito privado. Invitaríamos a la “panda” del novio que a esas horas estarían con cuatro, cinco o seis copas de mas y pensarían que estaban viendo visiones cuando nos vieran con nuestros atuendos. Entre las copas de mas de ellos y las que lleváramos nosotras el resultado sería explosivo.
Por supuesto que de estos cambios a las otras ni media. Que se lleven la sorpresa.
Mariam que hasta el momento tan solo había logrado exhalar unos “¡Oooohhh!” a cada nueva idea mía, logró recuperar su voz para decirme en tono desfallecido que eso mas que “despedida de soltera” era una “orgía”. Puedes llamarlo como quieras, pero lo “otro” no es mas que la visita a un “parque temático”.
Camino de casa mi hermana no paró de hacer lenguas de lo “simpáticas” y “agradables” que eran todas, de lo “emocionante” que resultaba todo eso y de lo “bien” que lo íbamos a pasar. Detrás dejaba a Mariam convertida en una estatua de sal. Lo había intentado pero había que rendirse ante la cruel evidencia. Me esperaba una velada en la que tan sólo faltaría Mary Poppins. Alguna noticia buena tendría que recibir, mi hermana se había decidido por el vestido verde en tonos pastel. Enhorabuena.
Al día siguiente me telefoneó Mariam. Intentando dar un tono jocoso, comentó que qué cosas mas “disparatadas” y “absurdas” se me ocurrían. Lo decía como el que alude a un chiste que le hubiesen contado. Pero al hablar tartamudeaba. No hijita no, de “chiste” nada de nada que lo decía en serio y muy en serio. Ya sabía que era algo “disparatado” pero son las cosas así las que son “divertidas” y fuera de lo “normal”... Tranquila por las otras, puede que al principio se quedasen de “piedra”, pero seguro que lo pasarían como nunca en su vida ... Me ofrecí a quedar con ella y acompañarla en las gestiones. La chica titubeaba ... titubeaba ...titubeaba... Pero deseaba aceptar. Y aceptó.
Y quedamos. Y hablamos. Y se entusiasmó con mis “absurdas” y “locas” ideas. Y...Y....Y...
...Y ahí quedó todo.
En mero deseo por falta de valentía. Una vez mas triunfó la encorsetada, triste y gris normativa de lo que “debe ser” y el “qué dirán” sobre la alegre, colorista y apasionante libertad de lo que le “gustaría” que fuese. El Sol que por un instante había brillado en todo su esplendor quedaba oculto por negros nubarrones.
Esta entrevista con Mariam tuvo lugar a finales de la pasada semana. Dentro de dos será la celebración para la que trato de mentalizarme. No será fácil, la verdad. En el fondo, en el fondo, en el fondo .... aún espero ¡Que se yo! Quizá un pequeño “milagro”. ¡Pero los milagros son tan raros en estos tiempos!
3 comentarios:
A veces suceden los milagros...
HOLA, CUANDO TENGAS UN HUECO PREPARAS MI DESPEDIDA DE SOLTERO, AUNQUE YO SOY DE LOS QUE NO SE CASAN, UN BESO
Bueno, siempre se puede celebrar la despedida de soltero y dejar lo del casorio para un año de estos.
Gracias por tu comentario
Saludos
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