Paisaje con nubes

Paisaje con nubes
SOL (Paisaje con nubes)

domingo, 20 de septiembre de 2009

EL LLANTO DE LAS NUBES




SOL (s/t)




Ya tenemos encima el Otoño, o al menos su anuncio. Los optimistas que aún echábamos mano de la ropa veraniega hemos tenido que correr a casa para cambiarnos de atuendo. Adiós escotes, camisetas de tirantes, minifaldas, “tops” , “shorts” y toda la ropita sexy que tanto nos favorece. Adiós calorcito adiós, adiós, adiós, que ya ha empezado a estar fresquito. Hace unos días (no recuerdo cuantos) cayó una buena tormenta que era como si las nubes rompieran a llorar por haber dejado atrás el Verano. A partir de entonces el llanto parece ser continuo y aquí cuando le da por llover puede emular al Diluvio Universal. Algunos comentaban que qué bien que ya estaban hartos de tanto calor y que así bajaban las temperaturas. Pues si, muy bien. Hay gustos para todos. En lo que a mi concierne no me hubiera importado continuar otra temporada con esas temperaturas altas de las que tanto se quejaban. Adiós a poder corretear desnuda como una ninfa, so pena que quiera coger un resfriado de órdago. Adiós al placer de sentirme dueña y señora de la casa, haciendo y deshaciendo a mi antojo lo que me viniera en gana que ya están aquí mis padres y, lo que es muchísimo peor, también mi hermana . Adiós a la felicidad de la soledad y de la tranquilidad. Adiós adiós, adiós. Comienza una nueva temporada. Las horas de Sol son cada vez mas cortas y dentro de un abrir y cerrar de ojos nos daremos de narices con el Invierno, con sus abrigos, bufandas, capas y mas capas de ropa para combatir el frío y este año, como aliciente añadido, esa gripe extraña de la que nadie acierta a decir poco mas que es muy contagiosa y que hay que lavarse con frecuencia las manos y no ir salpicando a nuestro alrededor al estornudar, que es, algo así, como si nos dijeran que si cogemos la gripe la culpa es nuestra que somos unos cochinos.

Con la llegada de mis padres ha hecho su aparición el “orden materno” que tan distinto es al “orden dentro del desorden” que, alegremente, he venido practicando durante todo este tiempo y que, básicamente, consiste en ir dejando las cosas en el primer lugar que encuentro a mano. Las recriminaciones de siempre: “¡Pero hija, qué desordenada eres!” (no, no soy desordenada, simplemente mi idea del orden difiere de la suya), “¿Cuánto tiempo hace que no pasas el aspirador y limpias los suelos?” (esta pregunta si que me sorprendió, la verdad. En ningún momento se me pasó por la cabeza emplear mi tiempo en semejante “entretenimiento”), “¿Qué hace esa torre de vajilla sucia por toda la cocina?” (pregunta tonta donde las haya. Fácil era de adivinar que estaban a la espera de quedarme sin vajilla limpia para proceder, ¡Ay!, a su lavado”). En fin, ya he escrito sobre este tema en otra de mis entradas, por lo que no voy a insistir sobre ello. Mi hermana (¡Qué rica!) encizañando, como tiene por costumbre. “Mira mamá como tiene el salón”, “Mira mamá el pasillo”, “Mira mamá....”. Oye guapita no mandes mirar tanto a nuestra madre no la vaya a salir un orzuelo. Si me hubieran avisado con antelación ya me hubiera preocupado de dejar la casa curiosa, en lo que cabe, claro. Pero no, se presentaron de buenas a primeras, de improviso, y así encontraron lo que encontraron. Afortunadamente estaba terminando de arreglarme para salir a cenar con unos amigos. Aguanté durante unos minutos el chaparrón y desaparecí con la mayor celeridad posible, pretextando que me estaban esperando, Jurando y perjurando, eso si, que, en cuanto me levantara al día siguiente, me dedicaría en cuerpo y alma a dejar la casa como “los chorros de oro”. No hubo que esperar a tanto. Mi madre, que no “podía ver” la casa así, se puso a fregar, poner lavadoras, lavaplatos y a ordenar todo lo que encontraba a su paso. Y es que tengo una madre que es un encanto. Mi hermana le prestó ayuda en tales quehaceres “a su manera”, esto es, cogiendo todo lo que fuera de mi propiedad arrojándolo dentro de mi cuarto sin orden ni concierto, con lo que aquella noche tuve el placer de dormir en una especie de trapería.

Comienza la vida rutinaria que se me hace muy cuesta arriba. Todos los años, al llegar estas fechas, me ocurre lo mismo. Lo sé. Mal me adapto a disciplinas y horarios que lo mío es la improvisación del momento. Pues si, mal me he adaptado a todas esas historias desde siempre, pero este año tengo ante mi la apatía mas absoluta ante el futuro mas que incierto, originado por la crisis económica que este caótico Gobierno que padecemos ha logrado exaltar hasta límites dantescos. Vicent, mi compañero de estudio, se muestra, asombrosamente, optimista. Dice que en los momentos difíciles es cuando el artista da mas de si. Cuando puede “encontrarse” a si mismo. Vale, vale, vale. Ya se que Cervantes dijo que “el hambre agudiza el ingenio”. Pues mira qué bien. Qué suerte la nuestra. Mientras tanto, el “cuchitril” que tenemos alquilado como estudio, milagro es que no se haya derrumbado sobre nuestras cabezas, y ni pensar en buscar algo mas “decente” y, por consiguiente, mas caro, que ya constituye todo un drama pagar la cuota mensual. Mientras tanto, seguiré viviendo como “ocupa” en casa de mis padres. Mientras tanto, seguiré soñando que “cuando tenga un poco de dinero”, fíjate la de ideas que se me ocurren para poder hacer. Mientras tanto se van pasando los días, uno tras otro, sin sentir, como una procesión. Algunos amigos me dicen que no me queje que ellos están peor, mano de mano sin empleo, y, hay quien en situación mas que crítica. Vale, no me quejaré, aunque triste consuelo, la verdad. Mi amiga Mamen me ha vuelto a insistir para que me vaya a Munich con ella. Toda una tentación eso de cambiar y conocer nuevos horizontes. Una tentación con dos grandes inconvenientes: no entiendo ni “papa” de alemán y ¡ Queda tan lejos de Mediterráneo !

Ha transcurrido casi una semana desde que me puse a escribir esta entrada para mi “Blog” (¡Qué pesadísima soy, Dios mío!). Hoy hace un día medianamente agradable. Nublado, pero con calorcito. Hace un poco que he regresado de dar un largo, largo paseo por Blasco Ibáñez. Mis pensamientos y yo, bien juntitos, la mar de bien. En un punto dado entré en una cafetería desconocida para tomarme un café y, sentadita en una mesa, ver pasar a la gente. Me encantan las cosas sencillas como éstas. El “micro” hace unos instantes que me ha llamado con su “ting”, “ting”, “ting”, para que rescate de su estómago los “canelones” de carne picada que me ha dejado mi madre para comer y que constituyen uno de mis platos favoritos. Mis padres han salido a pasar el día fuera con sus amigos como ya es toda una tradición dominguera que con frecuencia amplían al sábado. Imagino que habrán ido a jugar al “golf” y luego a comer por ahí. Mi hermana ha desaparecido con su novio anunciando que no regresaría hasta la hora de cenar, lo cual está pero que muy bien. De nuevo me encuentro solita en casa. Por unas horas tan solo, eso si, pero al fin de cuentas solita, con todo el placer que eso supone. Después de comer me echaré una siesta que es un maravilloso invento de los dioses del Olimpo. Esta tarde ... Bueno, aún no tengo decidido qué rumbo tomar. Dejémoslo mejor a la improvisación.

martes, 8 de septiembre de 2009

REGRESO DESDE LAS NUBES




SOL (Ensueño)




De nuevo en casita, tras una semana feliz y placentera por tierras sorianas. Una delicia. A ser sincera, todos los viajes son para mi una maravilla, pero al ser este el último pues eso, doble maravilla. Muy agradable, muy interesante, monumentos y mas monumentos. Y para acabar, mas monumentos, pues esta provincia tiene un patrimonio artístico muy importante y a mi todo lo que huela a arte me vuelve loquita perdida. En estas circunstancias mis cuatro compañeros de viaje se portaron relativamente bien y complacientes y no protestaron demasiado cuando les arrastraba en una penosa caminata para quedarme extasiada ante cuatro piedras a punto de derrumbarse. Calor, calor, calor. Pero por la noche refrescaba un poquito, había que echar mano de una chaquetita y hasta dormir tapaditos con una manta. Una delicia para los que acabábamos de dejar el calor pegajoso levantino. Pequeños pueblos perdidos en donde el tiempo parecía haberse detenido. Apenas un puñado de casas alrededor de una iglesia, como es usual. De estar fuera de las rutas turísticas, poca, poquita gente por sus calles, si es que se encontraba a alguien y, de ser así, a buen seguro que serían veraneantes. Bares sencillos, casi humildes, pero entrañables. Cuando cuadra alguna breve conversación que siempre versa sobre lo mismo, la falta de comunicaciones y de oportunidades para la gente joven que se ven obligados a emigrar a otras tierras. Añaden, con un cierto tono de picardía, que puede que los que queden en el terruño sean los viejos y que en invierno pasan un frío de aquí te espero, pero que “algo” tendrá el lugar cuando son los que mas esperanza de vida tienen de toda España.

Pueblos medievales con sus murallas, castillos, palacios, iglesias, ermitas, colegiatas y abadías. Me llegan a la memoria los nombres Berlanga del Duero, Medinaceli y Rello. Lugares para soñar despierto y una gozada para los que somos amantes de la historia. Naturalmente, Burgo de Osma, con su inmensa catedral y calles porticadas, aunque este lugar ya lo conocía. Cada dos por tres, y allá en lo alto, surge un castillo la mar de evocador. Me encantan los castillos, me hacen imaginar mil fantasías que de ascender hasta ellos, con la lengua a rastras, se convierten en una ducha de agua fría ante la cruel realidad que suponen los cuatro lienzos de muralla milagrosamente conservados en pié y hay que vigilar continuamente no sea que se desprenda alguna piedra y te deje como un sello de correos. Ni tesoros, ni princesas, ni mazmorras, ni salones, nada de nada. Tan solo el cerramiento amurallado y algún amago de torre. Ermitas cuajadas de misterio. La de San Baudelio, sencillísima en el exterior como increíble en su interior, una maravilla, pese a estar despojada de las pinturas que antaño orlaban sus paredes. La de San Saturio que mira excavada en la roca, al otro lado del Duero, a la ciudad de Soria, con su halo de misterio El monte que la rodea es el de Las Ánimas en el que, según la leyenda recogida por Gustavo Adolfo Becker, cabalgan los espectros de los caballeros templarios en una nocturna cacería infernal persiguiendo vete tu a saber quien. Personalmente sufrí una pequeña decepción ante esta ermita, puede que por su increíble sencillez, por no encontrarme al espíritu del abad de los “freires” dándome la bienvenida o, lo mas probable, por estar agotadita perdida de andaduras precedentes. Por cierto que los santos tienen unos nombrecitos que ya, ya. Cosas de la época. Paisajes, paisajes, paisajes. En la casa rural donde nos alojamos me topé con un libro con las poesías de Antonio Machado ilustrado con fotografías de paisajes sorianos. Aluciné por lo increíbles. Tan increíbles que por mas que abrí los ojos como platos no vi nada que se pareciera ni por lo mas remoto. Los paisajes son, efectivamente, muy bonitos, pero los buenos fotógrafos son unos grandes artistas a la hora de reflejar lo que es, lo que no es y lo que imaginan que es.

Tres chicas y dos chicos. Nosotras sentaditas en el asiento trasero, riendo y hablando de nuestras cosas y ellos en la parte delantera, mas aburridos que una mona viuda, mirando la carretera. Cinco es el número ideal para aprovechar la capacidad de un turismo al máximo aunque no así a la hora de reservar habitaciones que al ser de dos camas cuadran mal los huéspedes impares. No, no hay opción de añadir una cama supletoria con lo que nos ahorraríamos el coste de una habitación, el único supletorio disponible es el de alguna cuna, lo cual no se resolvería el problema, como se puede comprender. Qué se le va hacer. Los chicos aportan la idea de que compartamos todos una cama matrimonial. Mas barato y mas “interesante”. La proposición que todos los varones se sienten en la necesidad de decir, mas de boquilla que de convicción. No veía a mis compañeros en esa tesitura, la verdad. Merche, la mayor del grupo, pero que aún guarda su virginidad con siete candados, creo que se moriría del susto. En cuanto a los chicos, pues mas bien como que no, seamos sinceros. Además, todas las habitaciones de la casa estaban dispuestas con dos camas. Todo el sexo quedaría reducido a algún achuchón y algún que otro besito, mas fraternales que pasionales. Los chicos compartirían cuarto y como a mis compañeras parecía que eso de dormir solas en sitios desconocidos les daba un poco de “yuyu” me tocaría a mi dormir en solitario, cosa que, no solo no me importa sino que prefiero.

Cinco personas con sus penas, alegrías, deseos y aspiraciones, como cinco mundos distintos que se unen entre si ante lo mas sagrado que existe que es la amistad. Resulta muy bonito. Como nuestras economías no son muy boyantes que digamos optamos por hacer un “fondo en común” aportando cada cual según sus posibilidades que no son muchas. El “ricachón” del grupo era Enrique que por trabajar en el taller mecánico de su padre tiene algún dinerillo ahorrado que a los demás se nos antoja una verdadera fortuna. Él es quien aporta el vehículo, paga el combustible y acude en ayuda de los mas necesitados que somos casi todos los demás. Quizá mas adelante sea a la inversa, puede que Merche, la abogada del grupo y eterna opositora, logre, al fin, sacar una oposición, cualquiera que tanto da, o que Tere encuentre un trabajo mejor remunerado que el actual, de cajera de supermercado, o que de nuevo se reactive la construcción y Juan pueda ejercer como Arquitecto Técnico, o que yo venda cuadros como una loca o, al menos, que no disminuya el número de mis alumnos de dibujo y pintura. Puede que ocurra un milagro. Que llegue ET en su nave voladora provisto de una varita mágica y cambie esta situación demencial que padecemos, se reactive la economía y todos seamos felices y comamos perdices. Pero no lo creo, la verdad. La situación es la que es y, sin ánimo de ser derrotista, mucho me temo que harían falta muchos ET y muchas varitas mágicas para cambiarla.

De nuevo en casita desde el pasado miércoles. Qué bien. A mis padres se les han terminado las vacaciones, pero como sigue haciendo buen tiempo han preferido quedarse en el apartamento de la playa e ir y venir desde allí, aunque no deje de ser una paliza de coche. Dicen que les compensa. Por mi encantada. Mi hermana también ha decidido seguir el ejemplo de mis padres, lo cual es toda una suerte. Vendrá cuando tenga que examinarse o a resolver algo de la matrícula o yo que se pues me pierdo un poco, bastante, con sus estudios. No creo que pase por aquí y de hacerlo “visita de médico” que se dice. Mejor que mejor.

Aquí estoy sola, solita, sola, a mis anchas, como me gusta estar. Ya me he puesto en contacto con algunos amigos, contestado parte del correo y hasta he chequeado varios periódicos para enterarme de lo que ocurre por el Mundo, pues en todo este tiempo leer la prensa, escuchar las noticias o hablar de política era algo que nos habíamos prohibido radicalmente. Ya estoy enterada de los últimos acontecimientos, principalmente de mi País. Estoy enterada y, casi podría añadir que aterrada, aunque como la expresión me parece un poco drástica, dejémoslo en deprimida. Hubiera sido mejor dejar la prensa a un lado y continuar en la feliz ignorancia de estos días pasados. Pero no quiero hablar de política. Ya lo haré en alguno de los foros donde participo en los que me ponen de vuelta y media en cuanto digo alguna verdad molesta y, de cuando en cuando, tengo la inmensa alegría de encontrar a quien piensa como yo.

Ha refrescado un poquito, mejor porque así se duerme de maravilla, aunque en contrapartida significa que se acaba la temporada de playa. Quizá aún tengamos algunos días soleados, seamos optimistas. Con todo el Verano ya se puede decir que ha finalizado. Como todos los años se ha ido sin sentir, como a traición. Como todos los años me encuentro que en todo este tiempo no he hecho otra cosa mas que ir, venir y no parar. La pintura la tengo tan abandonada que me da hasta vergüenza decirlo. Por el estudio hace tanto que no voy que no se si acertaré con el camino. Espero que la casa donde se haya continúe en pié y no me encuentre un montón de escombros. O que las ratas no se hayan dado un banquete con mis lienzos. ¡Qué desastre soy! A partir de mañana cambiaré y me convertiré en una persona formal y responsable que para eso tengo ya 26 años. Bueno... quizá mañana, mañana no ocurra ese cambio tan drástico. Quizá lo deje para pasado mañana.... Aunque pensándolo bien será mas acertado posponerlo para un “día de estos”.