Paisaje con nubes

Paisaje con nubes
SOL (Paisaje con nubes)

martes, 30 de junio de 2009

NOCHE DE SAN JUAN


SOL (Meditación)

Pues mira por cuanto ya pasó la Noche de San Juan. La noche “mágica” de San Juan que anteponiendo lo de “mágica” suena así como mas importante. Miles de personas han inundado las playas dispuestas a convertir toda la costa en una sucesión de hogueras como si de una gigantesca culebra de fuego se tratase. Juerga y jolgorio. Los mas entendidos instruyen a los profanos sobre los ritos a emplear que los hay para todos los gustos y, generalmente, de puro pitorreo. Hay quien afirma que se deben dar siete vueltas alrededor de las llamas . Ni una mas ni una menos y, lo que es mas importante, siempre hacia la derecha. Por el contrario, otros opinan que se debe girar hacia la izquierda, aunque no falta quien asevere que tanto da hacia un lado que hacia el otro y que fijar en un número determinado los giros a realizar es una soberana memez. Alguien recita unas palabras absurdas que lleva escritas en un papel, tratando con mas o menos éxito, que alguien las repita como una letanía. Argumentará que con ello se conseguirá la fortuna, el amor, la felicidad, o vete tu a saber qué, durante todo un año. Resulta un método demasiado simple de conseguir fortuna, amor, felicidad, o vete tu a saber qué, durante todo un año, para que no se le una alguien. A veces surge la competencia y otro de los presentes extrae del bolsillo otro pliego en el que ha garabateado otras frases aún mas enigmáticas. Y es que Internet está lleno de “conjuros” para todos los gustos y necesidades. Quien quiera ser “brujo” no tiene mas que conectarse a una “web”. Salto de la hoguera cuando de las llamas queda poco mas que un rescoldo. No saben por qué ni para qué, pero es la tradición. Las mujeres que bañan sus pies un número determinado de veces, sobre el que existe controversia, van a quedar embarazadas. Imagino que a parte del pediluvio deberán hacer “algo” mas. Comida, bebida, niños vociferando y personas, en general, una vez hartas de dar vueltas a la lumbre y ahumarse como chorizos, se dedican a las mil y una tonterías que hacen los que se sienten obligados a permanecer en el lugar y se están aburriendo como hongos. El regreso suele ser de esas ocasiones que pondrían a prueba la paciencia del Santo Job, aquel que no se impacientaba ante nada. Los miles y miles “aprendices de brujos” deciden al unísono regresar a sus hogares y la larga, larguísima caravana de vehículos avanza penosamente a paso de tortuga. El que mas y el que menos se está cayendo de sueño, y el que mas y el que menos ha bebido algo mas de la cuenta. Finaliza la noche “mágica” de San Juan. Mañana será otro día.

Y al día siguiente, y pese a los esfuerzos de los equipos de limpieza, la playa presenta un estado tan deplorable que da asquito verla. Mejor no pisarla en ese día. Ni en el siguiente, ni en siguiente al siguiente. Ya no es la suciedad que da la leña quemada, sino todas las “sorpresas” que puedes encontrar.
Días antes en un periódico local al comentar las “excelencias” de esta noche playera, animaban a los lectores a formar la hoguera lo mas grande posible, aportando para ello “cualquier cosa” que pudiera arder. El “cualquier cosa” es algo tan ambiguo que hace poner los pelos de punta. Pueden ser restos de “palets” o cajas de madera que arder ya creo que arden, pero las puntas metálicas quedan entre la arena a la espera del primer pié descalzo. También pueden ser multitud de deshechos que en parte se consumen y en parte ahí se quedan por ser incombustibles. Eso cuando no producen una humareda negra, pegajosa y asfixiante. Está también el asunto de las bolsas de plástico. ¡Ay las dichosas bolsitas! Durante una semana se encontrarán flotando en el mar ¿Por qué la gente cuando va a divertirse “en manada” no sabe ir sin una buena provisión de estas bolsas que luego va desperdigando por aquí y por allá? Existen bidones vacíos dispuestos para recoger toda clase de desperdicios, pero ya ves la mayor parte de la gente los contempla con indiferencia como si no fuera con ellos prefiriendo arrojar los deshechos a su alrededor como si estuviera sembrando trigo.

Quizá exagere un poco en mi apreciación pues hablo mas de “oídas” que por experiencia propia, aunque, sinceramente, no lo creo, Cuando el rito original pierde su carácter esotérico, lo que perdura en las multitudes es la torpe imitación de “algo” que al no comprender degenera en la mera pantomima. Algo parecido a aquellos indígenas de Nueva Zelanda que construyen con cañas simulacros de aviones con la esperanza de que atraigan a sus “hermanos mayores”. Aquellos aviones americanos que en los lejanos tiempos de la II Guerra Mundial llevaron en sus tripas, a parte de armamento, regalos para granjearse la simpatía de los nativos. Quizá pueda parecer que esté en contra de esta tradición. Nada mas lejos de mi. Una tradición que nos viene desde los albores de las civilizaciones aun cuando tan solo haya llegado un pálido reflejo de lo que fue, merece toda mi consideración. Otra cosa muy distinta es que vaya a participar en alguna “bufonada”. Otra cosa muy distinta es que me irrite sobremanera la falta de civismo y estupidez del gentío cuando les da por acudir en tropel a eventos que, por no entender ni “papa” de lo que van, acaban por hacer tonterías.

Cada vez que se aproxima el evento no me faltan las llamadas invitándome a unirme a algún grupo para “pasárnoslo bien”. Naturalmente, me niego a participar. Insisten, pero vuelvo a negarme. No se trata de “pasárnoslo bien” como si una juerga de amigos se tratase, para mi es “algo” mas. Cada cosa a su debido tiempo. Que la Noche de San Juan es “mágica”, tengo motivos mas que sobrados para estar plenamente convencida de ello. Curiosamente el solsticio de verano acontecido unos días antes debería ser la noche “mágica” por excelencia, pero sin embargo no es así, y que nadie me pregunte por qué. La noche “mágica” por excelencia es la de San Juan. Pero para poder “apreciarla”, digámoslo así, hace falta “sentirla”, o si se quiere decir de otra forma, “unirse” a ella. Y la mejor manera de no conseguirlo es rodeado de varios miles de desocupados deambulando de acá para allá o de amigotes juerguistas. La magia ante todo es quietud, una unión profunda con el “yo” interior. No significa esto la soledad física, aunque si la interior.

Suelo participar en los misterios de esta noche, junto con un reducido grupito de iniciados en estas artes, en la quietud de la montaña. Una oquedad en la que brota un mínimo manantial, apenas cuatro gotas, y una pequeña hoguera son mas que suficientes para el acto. Bien sencillo. Lo importante es la energía del lugar. Lo importante es la “fuerza psíquica” de los miembros a intervenir y que no es “algo” que se aprenda de un libro o en la consulta precipitada a una página “web”. El resto, por si solo, es totalmente accesorio.