Lo bueno del Verano es que mis padres escapan al apartamento de la playa, a la mínima ocasión, en el momento en que empieza a hacer calor. Lo cual me parece de perlas. Mi hermana suele acompañarles, lo cual me parece mas de perlas todavía. Maravilla de apartamento, en lo que a mi concierne, que me permite quedar sola, solita, sola, mas ancha que larga. Maravilla de apartamento que está lo suficientemente distante como para no temer visitas inoportunas. En Julio sus ausencias son de fin de semana por la cosa de que están trabajando. Algo es algo. Qué se le va hacer. En Agosto toman vacaciones y con ello llega la felicidad completa. Si en alguna, mas que improbable, ocasión dispusiera de mucho, mucho dinero, me compraría una vivienda hermana gemela a ésta. Igualita, igualita a ésta. Naturalmente para mi solita. Prohibido las visitas y mas si son inoportunas. Especialmente a mi hermana, la gruñona, aunque por esa parte creo que puedo estar tranquila. Me encanta esta vivienda. Me encanta, naturalmente, cuando estoy de dueña y señora haciendo y deshaciendo lo que se me antoje, sin nadie que me fiscalice ni nadie que me importune. Me encanta poder curiosear en la habitación de mi hermana que es como el “santa santorum” al que tengo prohibido mancillar ni siquiera con un dedo del pié. Me encantan esas comidas que nunca se sabe en qué van a quedar pues siempre se me olvida sacar algo del congelador. Me encanta salir goteando de la ducha y dejar que mi cuerpo se vaya secando mientras me tomo un café. Me encanta la improvisación. Me encanta la locura. Dicen que cada cual tiene su trocico de Paraíso aquí en la Tierra y que todo es cuestión de encontrarlo para ser feliz, pues vale, yo ya lo he encontrado aquí. Me siento como Eva correteando por el Edén. Como todo en este Mundo tiene su fin con el regreso de toda la familia en pleno se acaba tan idílico sueño. Si durante días he sido la feliz Eva antes del lío ese de lo de la manzana, paso, automáticamente, a ser la infeliz Eva, tras ser arrojada del Jardín de las Delicias por el ángel vengador con su espada de fuego.
A partir de este fin de semana pasado ha comenzado la felicidad completa. Toda mi familia ha iniciado lo que podríamos llamar la “temporada de verano”. Alegría, alegría, alegría. El fin de semana pasado fueron al apartamento para “ir llevando cosas”. Simple tanteo de lo que se avecinaba. Dos días tranquilita pero el domingo por la noche ya estaban de vuelta. “¡Hija!¡Qué descuidada eres!”, “¡¡Cómo tienes todo!”. Lo de siempre, claro. Pues lo tengo como estaba dos días antes. Quizá un “poquitín” mas desordenado. Pero nada del otro mundo. De acuerdo que se me olvidó meter en el lavavajillas platos, vasos y cubertería, pero eso le puede suceder a cualquiera. ¿Qué suelo sucio? ¡Ah!¡El de la cocina! Pues no me había dado cuenta, la verdad. No es que no haya limpiado “nunca” la mesa de la cocina, es que lo que hay “sólo” son migas de pan. Si, también hay algún resto de no se qué, pero bueno tampoco es para tanto. ¿Y qué pasa con el salón?¿Dónde está el desorden? Bueno, había traído mis cosas de pintar, pero vamos que pensaba recogerlas en cuanto llegaseis. Si, si, si, la ropa interior del pasillo es mía. Me la quité al ir a ducharme y se me olvidó llevarla al cesto de la ropa sucia.... En fin. Seguiríamos y seguiríamos. La idea del “orden” de mi madre choca frontalmente con la mía.
Pero ahora estoy sola, solita, sola ¡Libertad divino tesoro! Casi no me lo puedo creer. Por de pronto al regreso de la playa me he ido despojado de la ropa por el pasillo camino de la ducha. Desparramar la ropa por acá y por allá es todo un placer de dioses. Ducha, lavar el bikini para quitar el salitre, y, envuelta en una toalla, a la terraza. Cuelgo el bikini y a tomar el Sol para quitar, en lo posible, esas marcas blanquecinas tan espantosas que te deja el bikini. Las odio, pero no hay forma so pena que vaya a una playa nudista. No hay problemas de ninguna hermana puritana que te grite escandalizada eso de que te pueden ver desnuda. Pues qué espanto ¿Verdad? Además no hay problema que nuestra terraza está cerrada con un murete hasta la altura de la cintura y en todo caso, lo dicho, pues vale si alguien me ve que me vea. Desnuda me paseo por casa. Desnuda me he preparado un café en la cocina. Desnuda estoy escribiendo en el ordenador. Desnuda utilizaré mis cosas de pintar con las que he convertido el salón en un estudio de pintura. Me encanta estar desnuda. Aunque esto lo tengo mas que dicho en otras entradas del “blog”. Me repito.
Comentar lo anterior en un grupo de amigos es despertar las reacciones mas curiosas que imaginar se puedan. En general a las féminas eso de quedarse solas es como que no les va demasiado, sobretodo si se trata de una larga temporada. Un par de días pues vale, mas que todo por la novedad. Al tercero resulta pesada la soledad. Además qué miedo quedarse sola en una época en la que por no haber no hay casi ni vecinos que cada cual se ha largado a su lugar de veraneo. Me hace gracia lo del miedo que es algo que no se me había pasado ni por la imaginación. Pues si, el otro día tuve un poco de temor cuando entró por la ventana un dragón volador echando fuego por la boca, pero luego le di unas galletas y se marchó tan contento. De lo de pasearse desnudas ni hablar, si acaso en ropa interior y en caso muy extremo, prescindiendo del sujetador. ¡Ay el pudor femenino y qué poco me ha tocado en el reparto!
Para los amigos masculinos la conjunción de “sola en casa” y “desnuda” ha de traducirse forzosamente en “follar”. Las legendarias orgías de Mesalina deben quedar pequeñitas a las que yo debo organizar. No faltan quienes, con mucho cachondeo, se ofrecen a “hacerme compañía” en una proposición mas que recurrente al llegar estas fechas.La típica proposición masculina. No gracias, solita y bien solita que si quiero montarme una fiesta mejor en otra parte que mi casita está para uso y disfrute exclusivo mío que, como dice La Biblia, hay un tiempo para cada cosa. Algún que otro hasta me ha obsequiado con una “visita sorpresa” que no ha pasado de una brevísima conversación a través del telefonillo del portero automático. Lo justo para mandarle a hacer “puñetas”.
Perdura la intriga sobre qué puedo hacer o dejar de hacer en estos ratos de soledad. Como ya he dicho, no es algo que sea de ahora sino de muchos años atrás, aunque cada año surge el tema para luego caer en el olvido al finalizar el estío, pues es un tema propio de estos días de calor pegajoso y sensual. Especulaciones todas las que se quieran. A decir verdad yo misma las trato de alentar, pues me divierten. Así, si por ejemplo alguien comenta “¡A saber qué harás tu!”, yo le contesto “Pues es bien fácil de imaginar”. O si, mas directamente, me dicen, “¡No nos vas hacer creer que no hay nadie que vaya a hacerte compañía!”, yo me encojo de hombros, me echo a reir y exclamo “¡Hombreeee!. Como se puede ver, no digo absolutamente nada, pero interpretan “todo”. Y el “todo”, en una imaginación aburrida y calenturienta suele ser muy amplio. Resulta divertido.
Anochece. Llevo escribiendo esta entrada desde el paso domingo. Cada día soy mas pesada. Dentro de un ratito vendrán a buscarme. Esta noche iremos de “picoteo” por aquí y por allá, y luego Dios dirá. No se.... algo nuevo.... algo distinto.... sorprendente ... apasionante .... Me entusiasman las noches del Verano. Ahora debo ir a arreglarme.
Pequeña cena a base de “pizzas” con un reducido grupo de amigos. Nuestras caóticas economías no dan para mayores excesos que reservamos para el fin de semana. Algo de charla no muy animada. Hay días en los que los ánimos no están para mas y hoy es uno de ellos. Nada de particular. La posible “noche loca” se ha quedado en nada. Sueño, sueño, sueño. Desde el otro lado de la calle siento sobre mi cuerpo, como una caricia, la mirada del incansable fisgón al que aludí en mi entrada de “Mi voyeur particular” ( http://solselenia.blogspot.com/2008/09/mi-voyeur-particular.html ) Aún sin conocerle, somos ya como viejos amigos y hasta cierto punto me siento como acompañada con su insistencia. Un breve vistazo al correo me hace descubrir que tengo algunos mensajes sin contestar. Tendrán que esperar. Ahora me siendo demasiado cansada. Sueño, sueño, sueño. En fin, mañana será otro día.
A partir de este fin de semana pasado ha comenzado la felicidad completa. Toda mi familia ha iniciado lo que podríamos llamar la “temporada de verano”. Alegría, alegría, alegría. El fin de semana pasado fueron al apartamento para “ir llevando cosas”. Simple tanteo de lo que se avecinaba. Dos días tranquilita pero el domingo por la noche ya estaban de vuelta. “¡Hija!¡Qué descuidada eres!”, “¡¡Cómo tienes todo!”. Lo de siempre, claro. Pues lo tengo como estaba dos días antes. Quizá un “poquitín” mas desordenado. Pero nada del otro mundo. De acuerdo que se me olvidó meter en el lavavajillas platos, vasos y cubertería, pero eso le puede suceder a cualquiera. ¿Qué suelo sucio? ¡Ah!¡El de la cocina! Pues no me había dado cuenta, la verdad. No es que no haya limpiado “nunca” la mesa de la cocina, es que lo que hay “sólo” son migas de pan. Si, también hay algún resto de no se qué, pero bueno tampoco es para tanto. ¿Y qué pasa con el salón?¿Dónde está el desorden? Bueno, había traído mis cosas de pintar, pero vamos que pensaba recogerlas en cuanto llegaseis. Si, si, si, la ropa interior del pasillo es mía. Me la quité al ir a ducharme y se me olvidó llevarla al cesto de la ropa sucia.... En fin. Seguiríamos y seguiríamos. La idea del “orden” de mi madre choca frontalmente con la mía.
Pero ahora estoy sola, solita, sola ¡Libertad divino tesoro! Casi no me lo puedo creer. Por de pronto al regreso de la playa me he ido despojado de la ropa por el pasillo camino de la ducha. Desparramar la ropa por acá y por allá es todo un placer de dioses. Ducha, lavar el bikini para quitar el salitre, y, envuelta en una toalla, a la terraza. Cuelgo el bikini y a tomar el Sol para quitar, en lo posible, esas marcas blanquecinas tan espantosas que te deja el bikini. Las odio, pero no hay forma so pena que vaya a una playa nudista. No hay problemas de ninguna hermana puritana que te grite escandalizada eso de que te pueden ver desnuda. Pues qué espanto ¿Verdad? Además no hay problema que nuestra terraza está cerrada con un murete hasta la altura de la cintura y en todo caso, lo dicho, pues vale si alguien me ve que me vea. Desnuda me paseo por casa. Desnuda me he preparado un café en la cocina. Desnuda estoy escribiendo en el ordenador. Desnuda utilizaré mis cosas de pintar con las que he convertido el salón en un estudio de pintura. Me encanta estar desnuda. Aunque esto lo tengo mas que dicho en otras entradas del “blog”. Me repito.
Comentar lo anterior en un grupo de amigos es despertar las reacciones mas curiosas que imaginar se puedan. En general a las féminas eso de quedarse solas es como que no les va demasiado, sobretodo si se trata de una larga temporada. Un par de días pues vale, mas que todo por la novedad. Al tercero resulta pesada la soledad. Además qué miedo quedarse sola en una época en la que por no haber no hay casi ni vecinos que cada cual se ha largado a su lugar de veraneo. Me hace gracia lo del miedo que es algo que no se me había pasado ni por la imaginación. Pues si, el otro día tuve un poco de temor cuando entró por la ventana un dragón volador echando fuego por la boca, pero luego le di unas galletas y se marchó tan contento. De lo de pasearse desnudas ni hablar, si acaso en ropa interior y en caso muy extremo, prescindiendo del sujetador. ¡Ay el pudor femenino y qué poco me ha tocado en el reparto!
Para los amigos masculinos la conjunción de “sola en casa” y “desnuda” ha de traducirse forzosamente en “follar”. Las legendarias orgías de Mesalina deben quedar pequeñitas a las que yo debo organizar. No faltan quienes, con mucho cachondeo, se ofrecen a “hacerme compañía” en una proposición mas que recurrente al llegar estas fechas.La típica proposición masculina. No gracias, solita y bien solita que si quiero montarme una fiesta mejor en otra parte que mi casita está para uso y disfrute exclusivo mío que, como dice La Biblia, hay un tiempo para cada cosa. Algún que otro hasta me ha obsequiado con una “visita sorpresa” que no ha pasado de una brevísima conversación a través del telefonillo del portero automático. Lo justo para mandarle a hacer “puñetas”.
Perdura la intriga sobre qué puedo hacer o dejar de hacer en estos ratos de soledad. Como ya he dicho, no es algo que sea de ahora sino de muchos años atrás, aunque cada año surge el tema para luego caer en el olvido al finalizar el estío, pues es un tema propio de estos días de calor pegajoso y sensual. Especulaciones todas las que se quieran. A decir verdad yo misma las trato de alentar, pues me divierten. Así, si por ejemplo alguien comenta “¡A saber qué harás tu!”, yo le contesto “Pues es bien fácil de imaginar”. O si, mas directamente, me dicen, “¡No nos vas hacer creer que no hay nadie que vaya a hacerte compañía!”, yo me encojo de hombros, me echo a reir y exclamo “¡Hombreeee!. Como se puede ver, no digo absolutamente nada, pero interpretan “todo”. Y el “todo”, en una imaginación aburrida y calenturienta suele ser muy amplio. Resulta divertido.
Anochece. Llevo escribiendo esta entrada desde el paso domingo. Cada día soy mas pesada. Dentro de un ratito vendrán a buscarme. Esta noche iremos de “picoteo” por aquí y por allá, y luego Dios dirá. No se.... algo nuevo.... algo distinto.... sorprendente ... apasionante .... Me entusiasman las noches del Verano. Ahora debo ir a arreglarme.
Pequeña cena a base de “pizzas” con un reducido grupo de amigos. Nuestras caóticas economías no dan para mayores excesos que reservamos para el fin de semana. Algo de charla no muy animada. Hay días en los que los ánimos no están para mas y hoy es uno de ellos. Nada de particular. La posible “noche loca” se ha quedado en nada. Sueño, sueño, sueño. Desde el otro lado de la calle siento sobre mi cuerpo, como una caricia, la mirada del incansable fisgón al que aludí en mi entrada de “Mi voyeur particular” ( http://solselenia.blogspot.com/2008/09/mi-voyeur-particular.html ) Aún sin conocerle, somos ya como viejos amigos y hasta cierto punto me siento como acompañada con su insistencia. Un breve vistazo al correo me hace descubrir que tengo algunos mensajes sin contestar. Tendrán que esperar. Ahora me siendo demasiado cansada. Sueño, sueño, sueño. En fin, mañana será otro día.
2 comentarios:
Bueno, entiende que es muy tentador eso de que digas que te gusta ir desnuda por casa... Por mi parte me resulta imposible cuando estoy casi siempre acompañado. A lo sumo me aligero un poco de ropa por las cálidas noches.
Si, cuando hay compañía y no se puede disponer de la casa a tu antojo, la cosa se complica bastante. Pero siempre queda el recurso de refugiarte en tu cuarto.
(Te confieso que tu última frase me ha producido verdadera angustia. ¿A lo sumo te aligeras "un poco" de ropa por las cálidas noches de verano? ¿Esas noches de calma chicha en las que el asfalto de las calles parece hervir y no se puede ni respirar? ¿Te aligeras "un poco" de ropa? ¿La bufanda quizás? Desde luego tiene su mérito, pero yo alucino.
Publicar un comentario